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Un hombre encantador con un brazo enyesado

Un hombre encantador con un brazo enyesado

Para quienes les gusta el true crime, llega a las librerías un libro que va a los orígenes del género. Y es que Rebeca Martín recoge cinco historias de crímenes reales ocurridos en la España peninsular y colonial de los siglos XVIII y XIX: los infanticidios de Romualdo Denis, el asesinato de Francisco del Castillo a manos de su mujer y su amante, el triple homicidio de Pedro Fiol, los asesinatos en serie de Manuel Blanco Romasanta y el uxoricidio del pintor Juan Luna Novicio.

En este making of Rebeca Martín cuenta el origen de Crímenes pregonados: Causas célebres españolas de los siglos XVIII y XIX (Contraseña).

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En el origen de mi fascinación por los crímenes reales hay un hombre guapo (demasiado guapo), magnético (demasiado magnético), con las cejas enarcadas, la mirada metálica y un brazo enyesado. Es de noche y está en una urbanización solitaria, o tal vez en un campus universitario. Sonriente, se acerca a una chica que camina sola y le pide que le ayude a cargar unos bultos en la parte trasera de su furgoneta. La joven accede encantada y, en cuanto le da la espalda al hombre y se inclina sobre el vehículo, él la golpea hasta dejarla sin sentido.

La escena pertenece a una de esas películas que en mi niñez llamaba, por metonimia con el programa que las emitía, Estrenos TV y que hoy conocemos como telefilmes. Se trata de The Deliberate Stranger (1986), que recrea la vorágine sádica de Ted Bundy, encarnado por un Mark Harmon aterrador. Cuando la vi, no debía de tener más de diez años y, como no he vuelto a verla, a saber si aquella escena es tal y como la recuerdo. La película surtió un efecto admonitorio en mí, porque siempre he tenido muy claro que si se me acercara un tipo con el brazo en cabestrillo saldría corriendo despavorida. También, no obstante, me despertó una curiosidad por el fenómeno criminal que nunca me ha abandonado.

"Quiero creer que Crímenes pregonados es el libro que me habría encantado descubrir en las estanterías de una librería o una biblioteca para llevármelo a casa y leerlo con varios lápices"

Con el transcurso de los años, esa atracción fue refinándose para detenerse en las circunstancias sociales y culturales que rodean el fenómeno criminal en detrimento de sus truculencias y aberraciones. En ello probablemente tuvieran mucho que ver Patricia Highsmith y Ruth Rendell, las colecciones «A sangre fría» (Ediciones B) o «Alba oscura» (Alba Editorial), las prodigiosas indagaciones periodísticas de Janet Malcolm y Gordon Burn, los clásicos de historia cultural de Natalie Zemon Davis y Robert Darnton o el ejemplo de investigadoras españolas como Pura Fernández. Mi formación filológica e historicista, el interés por la cultura popular y el trabajo con fuentes muy diversas (entre ellas la prensa del siglo XIX) me decidió, años atrás, a hacer de las causas célebres, precedentes del true crime, una vía de investigación repleta de promesas. Todo ello, unido al vivo interés y el apoyo de Alfonso Castán, editor de Contraseña, ha dado como fruto estos Crímenes pregonados.

Quiero creer que Crímenes pregonados es el libro que me habría encantado descubrir en las estanterías de una librería o una biblioteca para llevármelo a casa y leerlo con varios lápices, un bolígrafo y mi cuaderno al lado. Por desgracia, soy incapaz de discernir si es así, si este es el libro que habría gozando leyendo, aunque sí sé lo mucho que he disfrutado concibiéndolo, compartiendo con mis amigas y mi pareja los pormenores de los casos, recorriendo toda suerte de archivos, bibliotecas y hemerotecas físicas y digitales, leyendo y escrutando actas judiciales, informes médicos, artículos de prensa y toda suerte de manifestaciones literarias. Tanto es así, tanto he vivido en este libro durante años, que mis hijas, pequeñas aún y sin entender del todo a qué se referían, me decían de vez en cuando: «¡Solo piensas en el Romasanta ese!» o «¡Solo te preocupa Pedro Fiol!» (y de veras que no me lo invento).

"Me gustaría pensar, en fin, que he conseguido trasladar a las páginas de Crímenes pregonados mi manera de contemplar y entender el crimen"

También he gozado enormemente escribiéndolo. Así, la andadura y el andamiaje de cada causa son distintos, por dos razones primordiales. La primera: me aburre la escritura encorsetada, la que se ciñe a una plantilla, a unos ítems hieráticos y perezosos que acaban reduciendo la complejidad humana a casillas y etiquetas. La segunda obedece a las exigencias de cada uno de los casos que he reconstruido y estudiado, por cuanto unos y otros reclaman planteamientos diferentes: no es lo mismo abordar los infanticidios de un liberto en la Manila colonial que el uxoricidio de un pintor afamado como Juan Luna Novicio en el fin de siglo parisino; tampoco lo es analizar un parricidio en la sociedad acomodada del Madrid dieciochesco que unos asesinatos en serie en la Galicia rural de mediados del XIX o un desconcertante triple homicidio en la Barcelona de aquella misma época.

Me gustaría pensar, en fin, que he conseguido trasladar a las páginas de Crímenes pregonados mi manera de contemplar y entender el crimen, un escenario en el que se representan las emociones humanas y las tensiones (de clase, de género, de etnia, etc.) que las generan y condicionan en un marco histórico determinado. Y también que ese trasvase al papel ha dado como fruto una serie de relatos analíticos, de no ficción, que se leen con placer y provecho.

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Autora: Rebeca Martín. Título: Crímenes pregonados. Editorial: Contraseña. Venta: Todostuslibros.

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