Imprescindible guía cronológica para no perderse en el laberíntico entramado del universo bukowskiano. La reseña, concisa y crítica, de los 57 libros publicados hasta la fecha, desde sus poemarios más líricos hasta sus relatos más escabrosos y obscenos, invita a la (re)lectura de sus clásicos y al descubrimiento de obras en teoría menores. Enlazando lo biográfico con lo literario, se destacan sus creaciones y citas más conocidas, la acogida en los medios y, sin pasar por alto los peligros de la fabulación bukowskiana, un sentido del humor incombustible: el lector da así un paso de gigante para conocer mejor la sensibilidad y el calado del hombre detrás de la máscara.
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14.- Toca el piano borracho como un instrumento de percusión hasta que los dedos te empiecen a sangrar un poco, BSP, julio 1979 [Visor, 2014]
Un volumen breve e irregular compuesto de poemas antiguos, como el clásico “Parque de bomberos”, y los que BSP ya había publicado en la revista Sparrow. Aunque cuenta con el título más largo de la carrera de Bukowski, Toca el piano no es un poemario particularmente memorable. El propio Bukowski admitió que le faltaba “nervio y riesgo” y que tenía “demasiado material repetido”. Imprescindibles: “Una radio con agallas”, “Arte”, “Moribundos flacos y orgullosos”, “Rostro de un candidato político en una valla publicitaria”.
15.- Shakespeare nunca lo hizo, CL, septiembre 1979 [Anagrama, 1999]
El único diario de viajes de Bukowski, ilustrado con fotografías de Michael Montfort. Este nuevo formato le sirvió para relatar su primer viaje a Europa en 1978. De vuelta en su tierra natal, recitó frente a 1.200 personas en Hamburgo; pocos meses antes, Günter Grass, futuro ganador del premio Nobel, había dado un recital en el mismo recinto para apenas 300 personas. En Francia, abandonó completamente borracho el plató del insigne programa de televisión Apostrophes ante la mirada atónita del presentador, Bernard Pivot. Al día siguiente sus libros se agotaron en las librerías francesas. Los principales periódicos y revistas literarias europeas acudieron presurosos a entrevistarle y no tardaron en aclamarlo como al “nuevo santo de la literatura” y “lo mejor que le había pasado a América” desde Faulkner, Hemingway y Mailer. Esa popularidad le hizo enriquecerse en Europa mientras que en Estados Unidos seguía siendo un autor relativamente desconocido. Imprescindibles: el cameo en Apostrophes y la visita a tío Heinrich en Andernach, donde Bukowski había nacido.
16.- Colgado del tournefortia, BSP, 1981 [Visor, 2024]
Los derechos de autor por las ventas europeas eran tan abultados que Bukowski se vio ante la tesitura de invertir el dinero que había ganado a golpe de tecla o dejar que las arcas de Hacienda lo engullesen. Se mudó a San Pedro, un barrio residencial en la periferia de Los Ángeles, donde se compró una casa de dos plantas con piscina, jacuzzi y un jardín japonés. Fue el primer libro fruto de la vida aburguesada de un Bukowski que cumplía los 60 con el mismo sentido del humor de siempre. Se mostró complacido con el resultado final ya que rezumaba “originalidad y desenfreno y cachondeo”, pero el cambio estilístico, con poemas más largos y narrativos, y una sensibilidad más delicada en general resultó decepcionante para los incondicionales de su obra más descarnada. Aun así, el New York Times Book Review elogió estos poemas apacibles porque destilaban “cadencias armoniosas, ingenio y una claridad asombrosa”. Imprescindibles: “Tenemos que comunicarnos”, “Dando la nota”, “El secreto de mi entereza”.
17.- La senda del perdedor, BSP, 1982 [Anagrama, 1985]
Para muchos, la mejor novela de Bukowski. Como Martin recordara, “le había pedido una y otra vez que relatase su infancia y adolescencia. Me dijo, ‘no puedo, no puedo revivir toda esa mierda’. Seguí alentándolo y, al final, cedió. Es mi novela favorita”. Este bildungsroman, que le costó más que las otras novelas, le permitió reproducir sus vivencias de niño en Los Ángeles con humor, angustia y tristeza, enfatizando dos descubrimientos trascendentales, el poder de la escritura [“eso era lo que querían: mentiras. Mentiras maravillosas. Eso es lo que necesitaban. […] Lo tendría fácil”] y del alcohol [“nunca me había sentido tan bien. Era mejor que masturbarse. Era mágico”]. El actor James Franco dirigió Bukowski en 2013, con un guion no autorizado basado en La senda, y desde entonces la película está en el aire. Imprescindibles: la magia del alcohol y la escritura, y la incursión nazi.
18.- Música de cañerías, BSP, septiembre 1983 [Anagrama, 1987]
Al igual que Se busca una mujer, se trata de una colección de relatos publicados en la prensa underground en los 70 junto con material más reciente aparecido en revistas como High Times. La selección satisfizo a Bukowski, que afirmó que era “entretenida, va al grano con energía”. Su relato favorito era “El enamorado de los ascensores”. Imprescindibles: “La muerte del padre”, “Poniendo cuernos a Marie”, “Besaste a Lilly”, “Cómo conseguir que te publiquen” [“el genio quizá consista en la capacidad de decir algo profundo de forma sencilla”].
19.- The Bukowski/Purdy Letters, 1964-1974, The Paget Press, noviembre 1983 [sin traducción]
Libro de correspondencia con el poeta canadiense Al Purdy, editado por Seamus Cooney. Centrado sobre todo en el acto creativo, los críticos señalaron que Bukowski resultaba entretenido y Purdy un “pelma aburrido”. El director editorial de The Paget Press, Peter Brown, aseguró que “fue recibido con bombo y platillo. Los libreros independientes de Canadá expusieron numerosos ejemplares del libro en los escaparates”. Algo insólito tratándose de un volumen de cartas dirigido a un público reducido. Imprescindibles: Los comentarios sobre otros escritores y los dibujos de Bukowski.
20.- Guerra sin cesar, BSP, noviembre 1984 [Visor, 2008]
Al igual que Colgado, en este libro abundan los poemas largos y narrativos. Tal y como señalase un crítico, “mientras otros debatían sobre cuál era la mejor manera de devolver las estructuras dramáticas a la poesía, Bukowski se sentó sin decir nada y lo hizo”, y añadió que “sus mejores poemas suelen ser los más largos. Citar un verso suelto aquí y allá tiene tanto sentido como contar directamente el final de un chiste”. La mayoría de los poemas, con el inconfundible sentido del humor de Bukowski, requieren una lectura reposada, sobre todo para disfrutar de la visión nostálgica sobre los escritores del pasado, los gatos y el arte, todo ello teñido de dolor, cinismo y, sorprendentemente, optimismo. Imprescindibles: “La historia de un hijoputa bien duro”, “Criaturas del espacio”, “Chispas”, “Ah, sí”, “Panegírico a un pedazo de tía”.
21.- Barfly, The Paget Press, diciembre 1984 [sin traducción]
El único guion firmado por Bukowski. Fue un encargo del cineasta Barbet Schroeder, quien estrenó El borracho en octubre de 1987, protagonizada por Faye Dunaway y Mickey Rourke. El guion original de 1984 contenía dibujos y escenas que no se incluyeron en La película: El borracho, publicado por BSP en septiembre de 1987. Para sorpresa de Bukowski, Schroeder quería “una trama y un desarrollo de los personajes. Mierda, mis personajes casi nunca evolucionan, están demasiado jodidos”. La historia, tierna e irónica, se centraba en tres días de la vida del joven Bukowski; el crítico experto en cine Rogert Ebert la clasificó de “comedia sórdida” y aseguró que era una de las mejores películas del año. Poco antes, la revista Time había llamado a Bukowski “el laureado de la escoria”, revelando que era un éxito de ventas en Europa y un desconocido en Estados Unidos. La película El borracho cambiaría esa percepción de manera drástica, aunque solo fuera temporalmente.
22.- A veces te sientes tan solo que tiene sentido, BSP, 1986 [Visor, 2024]
Los versos largos y narrativos de Guerra sin cesar dieron paso a un estilo más sobrio, con versos breves y austeros. Como de costumbre, Bukowski elogió la selección de Martin, “una buena mezcla de humor y desesperanza”. A medida que Bukowski envejecía, una sensación de aceptación y gratitud comenzó a impregnar su obra; el tono se volvió más delicado y la imagen de irremediable macho bocazas empezó a desdibujarse. Imprescindibles: “Bestias a la carga a través del tiempo”, “Eso no tiene remedio”, “Putrefacción”, “Un mago menos”, “Jubilado”, “Arrinconado”.
23.- Madrigales de la pensión, BSP, 1988 [Visor, 2001]
Esta colección, como Los días corren, contiene poemas recogidos de las primeras publicaciones de Bukowski en la prensa alternativa. Con un anclaje mucho más metafórico que narrativo, el tono es más lírico que en los libros recientes. Martin comentó que a Bukowski “no se le ocurría ningún título, pero en el último momento me llamó y me dijo, ‘¡lo tengo!’ Le dije, ‘¿el qué?’ Y me dijo, ‘¡Madrigales de la pensión!’ Como siempre, dio con el título perfecto”. Las comparaciones con Los días corren fueron más bien desfavorables. Imprescindibles: “Destruyendo la belleza”, “Pausa”, “El perdedor”, “Hoy los mirlos están alborotados”, “Para hacerse famoso lo mejor es huir”.
24.- Hollywood, BSP, 1989 [Anagrama, 1990]
Las implacables fauces de la maquinaria hollywoodiense engulleron temporalmente al más indómito de los inconformistas. Esta novela es un relato satírico y elegíaco sobre el rodaje de El borracho escrito con un estilo despreocupado y enérgico que Bukowski definió como “ritmo, cadencia y danza”. Por voluntad propia, y sin soltar la botella de cerveza, Bukowski aprovechó para codearse con Madona, Sean Penn, Norman Mailer y otras celebridades, pero pronto se hartó de estar en el candelero y retomó la vida de recluso. Le dijo a Martin que esperaba la publicación de Hollywood “más que la de cualquier otra novela. Es descojonante”. Los críticos coincidieron en que era uno de sus libros más divertidos. Imprescindibles: los pasajes de François Racine y las gallinas, y el de Schroeder amenazando con cortarse el dedo índice con una motosierra si los productores no financiaban la película.
25.- Hijo de Satanás, BSP, 1990 [Anagrama (solo los relatos), 1993]
Primera colección que combinaba poesía y prosa. Martin explicó que a Bukowski le pareció acertado que “los relatos se intercalasen con los poemas. Acababa de cumplir los setenta, así que lo tituló Guiso septuagenario”. Muchos de los poemas los escribió enfermo de tuberculosis y, al estar bajo el efecto de los antibióticos, no podía beber. Los versos resultantes, austeros y breves como los de A veces te sientes tan solo, demostraron que incluso sobrio era capaz de plantar cara a las circunstancias y salir airoso. Imprescindibles: “La vida de un vagabundo”, “Tráeme tu amor”, “Trapos, botellas, sacos”, “El infierno es un lugar solitario”.
26.- Poemas de la última noche de la Tierra, BSP, 1992 [DVD Ediciones, 2004; Visor, 2019]
El último poemario escrito en vida; una obra maestra indiscutible. En las Navidades de 1990 le regalaron un ordenador Mac y su ya de por sí mastodóntica producción literaria se disparó. Orgulloso, le aseguró a Martin que se estaba “quedando sin revistas. Me están publicando hasta en las universitarias”. La angustia vital de épocas anteriores había dado paso a reflexiones mucho más espirituales. Como cualquier otra estrella del rock, Bukowski se había sosegado, pero se enfrentaba a la muerte con su humor indeleble y, como la estatua de Buda que tenía en casa, sonreía con picardía. Martin concluyó que era “uno de sus libros más creativos. Decía el doble de cosas en la mitad de espacio. Esos poemas finales son como rayos de luz que van directos al corazón”. Imprescindibles: “No tenemos dinero, cielo, pero sí lluvia”, “Aire y luz y tiempo y espacio”, “El pájaro azul”, “Pensión de mala muerte”, “Nosotros, los dinosaurios”, “Nirvana”.
27.- Peleando a la contra, Harper Collins y BSP, mayo 1993 [Anagrama, 1995]
La primera antología de Bukowski, publicada por el gigante editorial Harper Collins seguida de la habitual edición limitada de BSP. Una selección acertada y conmovedora, un compendio de primera incluso para los más escépticos con cavilaciones e instantáneas atemporales sobre los temas predilectos de Bukowski. Es esta ocasión, Martin quiso “contar la vida de Bukowski en orden cronológico usando fragmentos de las novelas, relatos y poemas”. Una hagiografía desinhibida que ayudó a Bukowski a plantar cara a los estragos de la leucemia, y a la muerte, con la cabeza bien alta.
28.- Screams from the Balcony. Selected Letters 1960-1970, BSP, noviembre 1993 [sin traducción]
El Bukowski más honesto, rebosante de humanidad y desprovisto de pretensiones. Una colección desmitificadora que ponía de manifiesto que Bukowski no solo era, como asegurara Martin, “un genio alcohólico que se peleaba en bares, se emborrachaba en callejones y volvía corriendo a casa a medianoche para escribir poesía. Al leer estas cartas te das cuenta de que es un tipo divertido, erudito y elocuente a quien muchas personas han malinterpretado”. Para Bukowski, las cartas eran un formato artístico tan válido como la prosa o la poesía. Al misántropo por excelencia le gustaba comunicarse tanto como a cualquiera. Imprescindibles: las cartas a los Webb y a Corrington.
29.- Pulp, BSP, 1994 [Anagrama, 1996]
La nota de despedida de Bukowski, dedicada a “la mala escritura”. Comenzada en 1991 y acabada poco antes de morir en 1994 tras numerosas revisiones, Bukowski, cansado de escribir sobre sí mismo, tanteó territorios inexplorados. Esta vertiginosa parodia de las novelas de detectives curtidos, como las de Chandler, Hammet y Spillane, no era más que una caricatura de sí mismo y un sentido homenaje a Black Sparrow Press. Aunque está considerada como la peor novela de Bukowski, obtuvo reseñas favorables en The New York Times y otros periódicos prestigiosos, y Martin aseguró que era “un libro conmovedor. Hank murió antes de llegar a verlo impreso”. Imprescindibles: el elocuente final y la conocida cita “no era mi día. Ni mi semana, ni mi mes, ni mi año. Ni mi vida. Mierda”.
30.- Living on Luck. Selected Letters 1960s-1970s, BSP, 1995 [sin traducción]
El segundo volumen de correspondencia no era tan revelador como Screams, pero esclarecía las idas y venidas de Bukowski durante los 70; un tercio del libro lo conformaban cartas de los 60 que se encontraron tras la publicación de Screams. Como cabría esperar, Bukowski ataca a otros escritores, pone por los suelos casi toda la literatura habida y por haber, se muestra apasionado por sus escritos más recientes y se desahoga con ironía sobre sus amoríos frustrados. El sentimiento predominante aparece resumido en una carta de 1961 a Jon Webb: “Escribir poemas no es difícil; vivirlos, sí”. Imprescindibles: las cartas a Carl Weissner, y la del 18 de octubre de 1963 a Corrington en la que se explaya sobre el famoso lema “no lo intentes”, grabado en su lápida.
31.- Betting on the Muse, BSP, 1996 [sin traducción]
Retomando la acertada fórmula de mezclar poesía y prosa, Betting es un volumen de relatos y poemas que presagia el inevitable canto del cisne. En 1994, Martin intentó contratar a Dorbin para que editase un libro con material recopilado de las revistas alternativas, como Los días corren y Madrigales, pero el proyecto no llegó a buen puerto. Al final, Martin recurrió a parte de una selección que él mismo había realizado en 1991. Por aquel entonces, los cambios editoriales póstumos eran inocuos. Imprescindibles: “El corazón risueño”, “¿Y ahora?”, “¿Qué fue de la chica cariñosa y risueña con el vestido de guinga?”, “El secreto”, “Aquellos maravillosos almuerzos”.
32.- Bone Palace Ballet, BSP, abril 1997 [sin traducción]
La mayoría de los poemas provienen de la misma selección de 1991, uno de los años más prolíficos en la carrera de Bukowski. Tal y como Martin apuntara, el llamativo título metafórico indicaba que para Bukowski “el mundo era una especie de palacio de huesos, hermoso por fuera, pero repleto de fracasos y de los restos mortales de seres queridos en el interior”. La aceptación de la muerte y la vejez se deja entrever en muchos de los poemas. Imprescindibles: “Kenyon Review y otros asuntos”, “El primer amor”, “La curiosa mañana fuera del bar”.
33.- El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, BSP, abril 1997 [Anagrama, 2000]
1991 fue un año único en la vida creativa de Bukowski. Aparte del habitual torrente de poemas, comenzó Pulp, su novela más atípica, y, a instancias del escritor/editor Jack Grapes, se aventuró a probar por primera vez el formato del diario. Martin recopiló las entradas en El Capitán con dibujos de Robert Crumb, quien ya había ilustrado varios relatos de Bukowski con anterioridad. Enfermo de leucemia, Bukowski acabó El Capitán un año antes de morir y puso de manifiesto que, a pesar de los visos sosegados y divertidos, seguía siendo un misántropo con mala leche que no temía experimentar. Imprescindibles: el concierto de U2 y otra cita popular: “Vamos a morir, todos nosotros, ¡vaya farsa! Eso debería bastar para que nos amáramos los unos a los otros, pero no es así. Nos aterrorizan y consumen las trivialidades, nos devora la nada”.
34.- Reach for the Sun. Selected Letters 1978-1994, BSP, abril 1999 [sin traducción]
El último volumen de correspondencia permitía adentrarse en la vejez de Bukowski, quien seguía carteándose con editores jóvenes que se desvivían por publicar su obra más políticamente incorrecta en sus revistas independientes. Un sentimiento de aceptación y júbilo impregna la mayoría de las cartas; Bukowski lidia con la temida popularidad y los reveses de la vejez con confianza, sin aires derrotistas. La entereza y la perseverancia contribuyeron a mantener viva la racha creativa, dejando bien claro que Bukowski se entregaba en cuerpo y alma al oficio a pesar de los contratiempos. Imprescindibles: las cartas a William Packard y John Martin, y la del 2 de enero de 1992 a Ivan Suvanjieff, una historia terrorífica con ritmo de relato.
35.- Lo más importante es saber atravesar el fuego, BSP, octubre 1999 [La poesía, señor hidalgo, 2003; Visor, 2015]
La primera colección que Martin editó tras el fallecimiento de Bukowski: aunque los cambios atroces se iniciaron aquí, Martin tenía cientos de poemas inéditos excelentes a su disposición, por lo que Lo más importante se configura como uno de los libros póstumos más convincentes. El título saltó a la fama después de que apareciese durante varios meses en siete vallas publicitarias en Los Ángeles junto al nombre de Bukowski. Como Martin recordara, “un hombre escribió al L.A. Times, ‘iba en coche al trabajo. Estaba deprimido. Mi vida era un desastre. Pero vi la valla publicitaria y me dio ánimos para seguir adelante’.” “Tira los dados” aportaba otra dosis de adrenalina: “Si vas a intentarlo, dalo / todo. / de lo contrario, ni se te ocurra”. Imprescindibles: “Una nueva guerra”, “Poema navideño para un tipo en chirona”, “Apoltronado”.
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Entrega anterior: Charles Bukowski, manual de iniciación (I)
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