Comencemos, entonces, por el afecto: las fuerzas, el ánimo o las intensidades estéticas pueden entretejerse en el mundo y la vida cotidiana como lo hacen las instituciones, los razonamientos, el lenguaje articulado. Los afectos se encuentran en todas las corporalidades, pues cada una de ellas porta capacidades activas y reactivas; reactivas porque no están solas, sino en contacto: los afectos presuponen la pluralidad de cuerpos. Es connatural a los seres el vivir entre alianzas —y desavenencias—, vivir dentro con las presencias del a-fuera, es decir, habitar siempre lo ya empezado, por eso «no somos sino afectos del otro» (p. 27). Juan Evaristo Valls Boix ha escrito un libro, o dispositivo afectivo, que nos entrega —sin prescindir de su voz— una semblanza de la filósofa Suely Rolnik, un pensamiento abierto a lo colectivo y a subjetivaciones que no se engrumecen, desplazando el foco de la conciencia al inconsciente.
Ese cambio exige electrocutar el deseo: ¿es susceptible de reconfigurarse y cambiar su hoja de ruta? ¿Cómo lo logramos? Juan Evaristo suscita con Rolnik una intervención erótica que ensaya un mapa renovado en la forma de una política de la sensibilidad que altere el régimen del inconsciente en el que nos hallamos inmersos. Me explico: cada cultura —hoy, sobre todo, la de los países occidentales y occidentalizados— construye subjetividades a través de una educación sentimental que enseña a los sujetos cómo deben responder afectivamente a una situación determinada; por eso, el deseo es activo —creativo— y no un déficit. Trastocar esta cartografía haría aparecer nuevos territorios, desautomatizaría el deseo y sus violencias constitutivas; así, afrontar una «gramática de la mezcla» (humano y no humano, orgánico y no orgánico, etc.), haciendo colectividad, mostrando puntos de fuga que no caigan en estilos prefijados por el inconsciente colonial-racial-cisheteropatriarcal-capitalístico, por usar la nomenclatura del Rolnik, invita a un destino ético, «que no es sino el de escuchar y celebrar la presencia viva de los otros en nuestro cuerpo» (p. 65).
Una vida ética debe acompañarse de una economía libidinal que descoyunte nuestro compromiso erótico con el capital; este Suely Rolnik. Descolonizar el inconsciente ofrece una alternativa en el corazón de lo psicosocial, una concepción diametralmente opuesta a la hora de descifrar las afecciones del ecosistema que transitamos: en este viaje intensivo, el autor realiza una lectura atenta y cariñosa, con una magnífica presentación biobibliográfica, y regala, además, al público hispanohablante una conversación con la filósofa brasileña donde se da carta de ciudadanía a los afectos, esos «embriones de futuro» (p. 134) a los que debemos tender nuestra escucha. Ante la pregunta rimbaudiana sobre si la vida está ausente o en otra parte, Juan Evaristo Valls Boix y Suely Rolnik toman partido por la segunda opción y, por tanto, abren la veda a alcanzarla, pero rompiendo la cápsula-narcisista mediante una gramática del con —y no del contra— los otros. Demuestran que un guion afectivo distinto es posible.
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Autor: Juan Evaristo Valls Boix. Título: Suely Rolnik. Descolonizar el inconsciente. Editorial: Herder. Venta: Todos tus libros.
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