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Alien: Romulus o el peligro de la nostalgia

Alien: Romulus o el peligro de la nostalgia

La nostalgia es un sentimiento cada vez más capitalizado por la industria cultural. Siempre ha sido así, por otra parte, pero en la actualidad estamos en una (alarmante) suerte de intentar retornar desesperadamente a una edad dorada escamoteada, a un estado irremediablemente perdido, a través de toda una serie de propuestas fílmicas, musicales, pictóricas o literarias que explotan hasta la saciedad su efecto vintage o su anacronismo explícitamente trazado y debidamente planificado. Esto responde, más allá de cuestiones de capital, a una necesidad humana de recuperar lo que se ha evanescido, de retornar hacia un momento de nuestra vida en la que la libertad y el esplendor dominaban todos los resquicios de nuestra existencia, una existencia que, por otra parte, se marchita inexorablemente con el devenir de los días. Ahora bien, debería preguntarse si realmente existió alguna vez este paraíso perdido, si las experiencias pretéritas que glorificamos en nuestro particular panteón existencial realmente se materializaron o bien son el aura de proyecciones delirantes de un anacronismo fruto de nuestras limitaciones. Y es que la edad de oro nunca existió salvo, como diría Kant, como ideal regulativo, es decir, en una especie de marco al que aspirar pero imposible de poseer, como un oasis que, en el momento en que crees alcanzarlo, se diluye, dada su irrealidad.

Algo de esta lógica nostálgica se transmuta en la nueva propuesta de Alien: Romulus, en la que la gloria del pasado parece imponerse al afán de proponer algo nuevo o, como mínimo, continuar por la senda que trazó Ridley Scott en las dos últimas propuestas de la saga, Prometheus y Alien: Covenant, donde se pretendía explicar algo distinto respecto a la cosmología xenomorfa (una visión más metafísica, mayor ambición narrativa, desplazamiento del antagonismo principal hacia el androide David, una mayor carga dramática…). Y es que ya la elección en la dirección que realizó la 20th Century Studios deja bien a las claras la apuesta en esta nueva entrega: lejos de miradas personales, más o menos autorales (Scott, Cameron, Fincher, Jeunet o Anderson, con sus luces y sus sombras, con sus particulares momentos cuando cogieron las riendas de la dirección, son autores con una propuesta visual y narrativa muy propias), con Fede Álvarez se buscó un artesano de la imagen sin ínfulas que acercase la saga hacia una nueva generación, además de dotarle a la franquicia de un mayor sustrato de terror (visceral) que la ofrecida por las precedentes. Y es que la trayectoria del director uruguayo en el género es impecable en ese sentido; podrán gustar más o menos sus obras, pero su recorrido dentro del terror-fantástico es indiscutible.

"El inicio es sumamente interesante y Álvarez parece querer introducirnos en un subtexto sociopolítico más que encomiable"

Por consiguiente, todo parecía indicar que la nueva propuesta Alien enfatizaría mucho más el aspecto terrorífico y sangriento, dejando a un segundo plano otros aspectos más dramáticos, sofisticados o divergentes que introdujeron Scott, Cameron, Fincher y Jeunet, principalmente. Ahora bien, esto no es así. Más allá del continuum de referencias plano a plano a toda la saga, el Geist de la película se encuentra situado más en Aliens: El Regreso que no en Alien, Alien³ o Alien: Resurrection, y ya no digamos en Prometheus o Alien: Covenant (dejando de lado las Alien vs Predator). Es decir, la acción prevalece sobre el terror, el ritmo domina la angustia, la velocidad devora el misterio. Es la apuesta de Álvarez y, por ello, el máximo respeto. El problema está en que al enfatizar en la velocidad y en el cúmulo de homenajes (no sólo a toda la saga, sino a otras obras como, por ejemplo, Event Horizon, de 1997, del propio P. W. S. Anderson), la obra se pierde en un laberinto de imágenes autorreferenciales y desprovistas de novedad y de una semántica que vaya más allá del guiño (y ya no digamos de un verdadero pathos).

Y todo esto pese a que el inicio es sumamente interesante y Álvarez parece querer introducirnos en un subtexto sociopolítico más que encomiable: un grupo de jóvenes sin ningún porvenir viable salvo el de la esclavitud en un sistema descorazonador (Weyland-Yutani) y una decrepitud prematura, decide buscar la redención en un afuera del sistema y, para alcanzar la tan anhelada Arcadia (Yvaga en la película), deciden «okupar» una nave abandonada. Ahí la película abre una vía interesante que la conecta con las inquietudes de un presente que se asemeja peligrosamente a las visiones que ofrece Álvarez en este inicio. Sin embargo, a partir de ahí la obra empieza a desdibujarse para erigirse en un mosaico de panegíricos, guiños, referencias, cuyo objetivo último es alzar un altar a la franquicia y engarzar la película con todas las anteriores de una forma desesperada, en algunos casos, y forzada, en otros, perdiendo, con ello, cualquier tentativa de mirada y entidad propias.

"Alien: Romulus es espectacular visualmente, tiene escenas fascinantes, pero es una obra heredera directa de nuestro Zeitgeist, donde la forma se erige en el verdadero contenido"

Y es una lástima. Obviamente que como película de acción funciona, y si el espectador no es muy exigente la obra puede ser disfrutable (como las tan denostadas Alien vs. Predator), pero a la saga se le debe exigir más, mucho más. Y esto, pese a las críticas que recibió y el fracaso monumental que supusieron, lo vio claramente Ridley Scott cuando al realizar Prometheus y Alien: Covenant pretendía adentrarse hacia un terreno alejado de lo visto hasta entonces. Podrá ser considerado pedante, altivo o pretencioso, pero las propuestas metafísicas de ambas obras querían abrir nuevas vías a una franquicia que, tras Alien vs. Predator 2, agonizaba irremediablemente. Álvarez, por el contrario, se aleja de una imaginería propia y, además, de cualquier profundidad narrativa (aunque, repito, haya momentos en los que parece introducir elementos muy interesantes o subtextos potencialmente muy estimulantes). Son escenas vaciadas de cualquier carga semántica, una imaginería cuyo significado está licuado en la espectacularidad de una puesta en escena majestuosa, eso sí, pero sin acabar de introducirse en la tan anhelada oscuridad perseguida al inicio del proyecto (la atmósfera está lejos, lejísimos, por ejemplo, de la que Fincher construye para Alien³, la película más oscura y nihilista de la saga).

Alien: Romulus es espectacular visualmente, tiene escenas fascinantes, pero es una obra heredera directa de nuestro Zeitgeist, donde la forma se erige en el verdadero contenido; en la que el collage autorreferencial se alza como el único anudamiento narrativo, y donde cada elemento del guion debe ser (sobre)explicado. Una película en la que el espectador no se pierde ni abisma, en la que la angustia se sustituye por una complicidad narcotizante al visitar continuamente lugares comunes. Una propuesta que apela a la adrenalina (y lo consigue) como el combustible hermenéutico básico y fundamental que hace, eso sí, mirar con otros ojos (mucho más benévolos) al resto de películas de la franquicia.

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Arturo Palandjian
Arturo Palandjian
2 meses hace

Es cierto todo lo descrito, pero hay momentos interesantes e inquietantes que no tienen que ver con la acción, cuando Ash comenta que cada nueva colonización trae problemas nuevos y desconocidos, enfermedades, epidemias y que se buscan soluciones de cualquier tipo uno se inquieta. Desde luego se podría profundizar en una componente filosofía en cuanto al destino de la humanidad, de otras razas, pero eso es muy difícil. Por ello hay que reconocer el mérito de Prometheus, y seguir.

Jonesy
Jonesy
2 meses hace

Pues, como todo, depende de lo que estés buscando. Para mí, Prometheus y Covenant se alejaron demasiado de lo que busco en la saga Alien. El androide David me daba miedo, pero porque estaba viendo que todo tomaba un rumbo existencialista que no me atraía…
No es mejor ni peor pero, por como respondió el público, no es lo que se espera de una película de Alien.
Fede ha hecho una película poco arriesgada porque es lo que la saga necesitaba: volver a encontrarse.
Ahora que Fede ha reconciliado Alien con su público, puede darle algún que otro giro de tuerca y ser más valiente a la hora de introducir elementos nuevos.
Por mí, la trilogía-precuela de Alien puede quedar inconclusa y así David queda en un mal hipersueño de varías décadas.
Si Prometheus fuese una película ajena al mundo Alien, seguro que le tendría más cariño.

Maverick
Maverick
2 meses hace

Completamente erróneo y desatinado este artículo