El escritor e historiador Joaquim Molina regresa a las librerías con un thriller histórico en el que urge resolver unos asesinatos que podrían hacer temblar la Corona de Aragón y, en realidad, la cristiandad entera. La resolución de este misterio podría encontrarse en las entrañas del castillo de Miravet.
En este making of Joaquim Molina cuenta el origen de Angelicus (HarperCollins).
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El texto empezó con un enigma histórico: la renuncia al matrimonio y al trono del infante Jaime de Aragón y su voluntad de convertirse en monje y entrar en un convento. Todo eso ocurría en 1319. El hecho en sí ya fue escandaloso en su época, porque esa decisión rompía con acuerdos diplomáticos firmados entre Castilla y Aragón. Desencadenó una crisis interna y con el reino vecino y obligó al Papa a intervenir para convencer al joven de que desistiera de su intención. Todo fue en vano y el heredero ingresó en un convento. Sin embargo, lo que intriga es su comportamiento posterior. Muy pronto se arrepiente de su decisión, pretende retomar el compromiso matrimonial y pide que se le libere de los votos, especialmente el de castidad. Más tarde se le sorprende en un prostíbulo de Valencia con gran escándalo de la corte, y especialmente de su padre, el severo Jaime II. ¿Qué hay detrás de la vehemencia del príncipe y de sus actos aparentemente erráticos? Los historiadores han tildado al infante Jaime de desequilibrado y degenerado, pero yo defiendo otra hipótesis, basándome en hechos, indicios y silencios. A partir de ahí nacen la idea y las tramas, unas reales y comprobables, otras verosímiles y posibles. Más no puedo decir sin revelar al lector lo que descubrirá en las páginas del libro.
Siempre es un reto recrear acontecimientos lejanos en el tiempo. Sin embargo, las fuentes primarias, es decir, las que nos han dejado los contemporáneos a los hechos, vienen en ayuda del escritor. Tenemos dos grandes crónicas contemporáneas: la de Ramón Muntaner y la de Bernat Desclot. Jerónimo de Zurita exhumó en el siglo XVI documentos de archivo para escribir una historia de la corona de Aragón, y el historiador alemán Finke en el siglo XIX transcribió miles de documentos de la época en su monumental obra Acta Aragonensia. Gracias a ellos y con la magia de la literatura podemos volver a escuchar a reyes y a reinas y también a todos aquellos que nunca tuvieron voz ni nombre en los libros de historia, pero que existieron: campesinos, sirvientes, soldados, mujeres y hombres anónimos, protagonistas que ya no son silenciosos en las páginas de la novela. Naturalmente, hay que respetar el marco mental, cultural y material para no cometer dislates y anacronismos. Eso requiere un trabajo paciente y delicado de lectura y estudio de fuentes para saber con certeza si en el año en el que tiene lugar la novela existía la iglesia que se describe o se llevaba el tipo de ropa o armadura de alguno de los protagonistas. Además, los personajes en un ensayo histórico suelen aparecer planos, monarcas que reinaron y promulgaron tal y tal ley o conquistaron un territorio determinado. A mí me interesa sacar esos nombres y convertirlos en seres humanos, darles relieve y dotarlos de una personalidad, de un carácter, en definitiva, de una voz. Sabemos por ejemplo que Jaime II era frío, distante y eficiente y que María de Molina, la reina regente en Castilla en aquel año de 1319, fue una mujer de carácter, resolutiva y muy lista. A partir de esos brochazos ciertos, esbozados por sus contemporáneos o por sus hechos, intento dar vida al hombre o a la mujer que hay detrás de esos nombres, reflejar sus ambiciones y sus miedos, su personalidad. La magia de la literatura los pone en movimiento y los lanza a la trama del relato. Es un trabajo arduo pero apasionante porque es creativo. En definitiva, se escribe con mucho rigor y, si las fuentes no lo aclaran, con la pretensión de ser verosímil, y sobre todo con mucha humildad. Quiero aquí hacer un homenaje a los correctores de estilo y de contenido de la editorial Harper Collins ibérica, verdaderos profesionales. Su ojo clínico siempre ha sido certero y preciso para identificar contradicciones o imprecisiones que en un texto complejo como el de Angelicus se me pasaban por alto.
Otro gran reto es zambullirse en la mentalidad del hombre y de la mujer de la Edad Media para que sus palabras suenen convincentes. Nos separan siete siglos de los acontecimientos de Angelicus. Todos, tanto un servidor como el lector que recorra las páginas de la novela, hemos nacido en un mundo dominado por el empirismo y la cultura científica, y somos hijos de los valores surgidos de las revoluciones liberales. Vivimos en sociedades de abundancia material. Sin embargo, el mundo en 1319 se rige por un universo mental muy diferente: lo que no se ve puede ser tan real como el mundo tangible. Así, lo espiritual y mágico forma parte de la vida cotidiana. El demonio, los ángeles o los santos se cuelan en el día a día de aquellas gentes. La escasez es la característica general de la sociedad y las hambrunas cíclicas obsesionan tanto a dirigentes como al pueblo. Recrear esas variables y ponerlas en boca de los protagonistas ha sido otro desafío como escritor e historiador. A mí me gusta comparar una novela como Angelicus con la imagen de un iceberg; lo que se plasma en las páginas del libro es la parte que asoma por encima del agua. La investigación y gestación del texto corresponde a toda la masa de hielo que hay por debajo.
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Autor: Joaquim Molina. Título: Angelicus. Editorial: HarperCollins. Venta: Todos tus libros.
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