Inicio > Firmas > Destellos > A propósito del premio Planeta

A propósito del premio Planeta

A propósito del premio Planeta

Cada vez que un autor o autora notable y normalmente productivo deja de publicar durante un año, se suceden las especulaciones. ¿Se le habrá acabado la inspiración? Cielos, ¡es demasiado joven todavía! ¿Será, acaso, que le van a dar un premio y por eso ahora dispone de un perfil bajo? A muchos no se les ocurre pensar en la barbaridad que implica el publicar sin descanso cada año, no solo a nivel creativo, sino promocional. En cualquier caso, se suceden las apuestas, y el Premio Planeta que se otorga hoy, 15 de octubre, en España siempre admite sugerencias. No importa de qué casa editorial sea el afortunado o afortunada, pues tanto puede premiarse a uno de la propia empresa como a otro de la competencia, al que sin duda se le invitará a cambiarse de sello. Se suceden entonces las suspicacias y críticas: que si el premio está amañado, que qué pasa con las almas cándidas que han enviado su manuscrito esperando un juicio justo, si al final siempre gana un autor ya consagrado o algún perfil que implique una jugada editorial muy evidente.

"Qué quieren que les diga: Planeta es una empresa privada, y si hubiera algún arreglo —que no digo que lo haya— estaría en todo su derecho"

Qué quieren que les diga: Planeta es una empresa privada, y si hubiera algún arreglo —que no digo que lo haya— estaría en todo su derecho. Un poco de show y una gran necesidad de centrar la atención real de los medios, para variar, en los libros. Y lo cierto es que, al que más y al que menos, le gustaría —aunque fuese solo por curiosidad— asistir a la gala. Yo misma he acudido en algunas ocasiones, y he de decir que goza de una organización perfecta y marcial, donde horarios y recepción se siguen al milímetro, teniendo en cuenta que distribuir un millar de asistentes no debe ser fácil; la gala, en definitiva, que entre sus invitados reúne a más periodistas que escritores, es un momento perfecto para encontrarse con colegas de oficio y disfrutar.

Los Premios Planeta se crearon en 1952 por José Manuel Lara, según sus declaraciones, como plataforma para escritores en lengua castellana, al considerar que «el panorama literario estaba dominado por traducciones». Lara añadía que con la dotación del premio deseaba acabar con los «literatos de 7 a 9», que solo podían escribir en ese horario, porque para ganarse la vida tenían que trabajar en otro empleo el resto del tiempo. Desde las 40.000 pesetas del primer galardón, celebrado en un restaurante de Madrid, hasta el millón de euros del premio actual, que ahora suele celebrarse en el Museo Naciona d´Art de Barcelona, han sucedido muchos cambios. Cuando en 1959 pasó a otorgarse en Barcelona, el premio ya estaba dotado de 200.000 pesetas y, en 1976, de cuatro millones, para ir ascendiendo la cantidad de forma progresiva hasta los quince millones de pesetas de 1986, cuando lo ganó Terenci Moix con No digas que fue un sueño.

"También sé que aunque un libro se publicite con pancartas colgadas de las estrellas, si no es bueno terminará en el olvido con asombrosa velocidad"

He revisado la lista de ganadores y la mayoría son varones; esto comienza a cambiar a finales de los 90, en los que destacaría en 1999 a la jovencísima Espido Freire con sus Melocotones helados.  Hay otros premiados en la memoria colectiva, como Ana María Matute o Torrente Ballester, pero lo cierto es que muchos nombres me resultan desconocidos. Tal vez soy demasiado joven para recordarlos y, posiblemente, demasiado ignorante. Caben otras posibilidades, por supuesto: puede tratarse de ganadores que, en realidad, no fuesen tan buenos. Quizás en la obra premiada sí —o no—, y en el resto de su trabajo mantuviesen un tibio talento adormecido. No debemos olvidar que hay grandes escritores en la historia que son célebres por una única obra: Mary Shelley con su Frankenstein; Harper Lee con Matar a un ruiseñor; Salinger con El guardián entre el centeno O también pudiera suceder que estos creadores, que tal vez fuesen brillantísimos, careciesen de astucia u oportunidad para aprovechar esa tremenda plataforma publicitaria internacional. He conocido escritores extraordinarios que, frente al público, carecen de carisma y de presencia, desbordados por una timidez y un miedo escénico incontrolables, por lo que al final, al esconderse, terminan por llevarse consigo sus obras.

También sé que aunque un libro se publicite con pancartas colgadas de las estrellas, si no es bueno terminará en el olvido con asombrosa velocidad. Los lectores, suponemos, sabrán buscar las buenas historias entre premios privados y públicos, libros olvidados y otros por descubrir. Entre tanto, y ya que esta noche se celebra el Planeta, felicidades al ganador —o ganadora— y al finalista, y que siempre vuelen altos los dados.

5/5 (1 Puntuación. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios