Qué difícil es definir el libro de Maruja Torres Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo (Temas de Hoy). Se ha dicho de todo. Ella misma, con su humor mordaz, lo ha descrito como “un reportaje de despedida”, “unas disposiciones finales” o “unas ráfagas de presente y pasado”. “El libro que estáis pisando ahora —escribe—, además de ser, en cierto modo, la caja que la enfermera Carmen me aconsejó que llenara para mis supervivientes… es también un manojo de crónicas que voy pergeñando sobre mí misma”.
Si hay algo que envuelve la amalgama que son estas poco más de 300 páginas es el periodismo. Porque no se puede disociar a la periodista de la persona. Y puesto que en este espacio se habla de prensa, nos vamos a centrar en la Maruja Torres periodista y sus opiniones sobre la profesión, a la que ha dedicado casi 60 años. En cada cabecera aprendió y en cada cabecera dejó su impronta.
Por Favor y El Papus, grandes escuelas de humor. Fotogramas, el edén para un amante del cine. El fugaz semanario La Calle, heredero de Triunfo, cuyo eslogan lo dice todo: “La primera a la izquierda”. Cambio 16, donde desarrolló su habilidad de gran reportera; precisamente en Diario 16 —donde la teníamos cedida— fue donde la conocí, explicando a la redacción cómo había tirado de la lengua a los legionarios con los que había estado conviviendo. El País, el periodo más largo, los años de gloria, de reportera de guerra y de columnista, Y finalmente, sus colaboraciones en la SER y Eldiario.es, atalayas donde pudo dar salida a todas sus inquietudes, desde la sabiduría y la libertad que solo dan los años y la madurez.
A lo largo del libro se deslizan ráfagas de cómo el periodismo impregna la vida de Maruja Torres. Un buen ejemplo nos lo da en el relato de la entrevista con la ya mencionada enfermera Carmen, que la asesora sobre el testamento vital. Le pregunta si en un breve despertar de un estado de inconsciencia desea ser informada de su muerte inminente. “Sí”, responde tajante, “porque somos periodistas hasta el astrágalo, ejerzamos o no. Y esa noticia bomba… no querríamos perdérnosla por nada del mundo. Menuda exclusiva”.
Estas son algunas de las ideas de Maruja Torres sobre qué es el periodismo y cuál es la función del periodista, deslizadas en medio de otras historias a lo largo del libro.
- “Periodismo es contar lo que ves, nada nuevo bajo el sol. Buscar entre lo mucho que ves aquello que merece ser contado. Tener un punto de vista (con ese don creo que se nace y, con la práctica, una lo pule), dar forma a una historia. La que sea”.
- “Escribir es informar, y hacerlo muchas veces con urgencia y entre inconvenientes. Es también otra historia: la oportunidad, precisamente, de contar historias”.
- “El periodista está para contrastar, certificar, informar. Pero los lectores somos responsables de decidir qué leemos, a quién leemos, cómo comparamos, quiénes no son fiables, aunque nos den la razón”.
- “Lentamente, decía, mientras practicaba el oficio, en la calle (donde mejor se aprende), sin tanto aparato auxiliador (lápiz y papel, ¿os lo imagináis?, y a veces bastaba con la servilleta de un bar), se iban formando en mí las ganas de narrar. De ser cronista.”
- “El periodismo que he intentado practicar como reportera en lugares conflictivos me ha dado muchas lecciones acerca de la capacidad de supervivencia de que somos capaces cuando la historia, de verdad, nos muerde”.
- “Ser periodista, en aquellos días, era superior para mí a ser cualquier otra cosa. La forma en que me centraba, el ardor con que salía zumbando en cuanto ocurría algo reseñable, los ojos y la mente constantemente alerta, ya fuera escondida detrás de unos sacos terreros o bailando rock’n’roll en una discoteca, más o menos a salvo”.
- “Por entonces no sabía que los periódicos tal y como los conocíamos iban a entrar en fase de extinción”.
- “Yo escribía porque me pasaban cosas, y buscaba que me pasaran cosas para escribirlas. Y ahora ya no me pasa nada”.
- “Este es un oficio muy cabrón y hay que tener los ovarios bien puestos y la cabeza bien fría para poder disfrutar locamente de aquello que te ofrece. Sin volverte loca”.
El ejercicio de la profesión de Maruja Torres abarca “de la Underwood y el papel de bobina a la aplicación en la que grabo [su colaboración en la SER] desde casa”. En total, “casi sesenta años de cambios y adaptaciones periodísticas”, durante los cuales conoció muchas redacciones, viejas redacciones —echa de menos calidez en las redacciones de hoy— a las que alude con frecuencia en el libro.
“Las redacciones de periódico son un refugio”, asegura. “Un lugar que sigue siendo necesario para pensar en colectivo, aunque veo que el futuro se acerca individualista, virtual y protésico”. La autora añora las redacciones de antes, “con su tufo, sus mierdas, sus puñaladas traperas, sus pisotones; pero, ay, querida gente, también con el glorioso calor de hogar, de guardia donde cobijarse de la intemperie de la realidad, abierta las 24 horas, los siete días de la semana”.
A Maruja Torres no le gusta dar lecciones. Cuando la abordan jóvenes aspirantes a periodistas siempre le piden un consejo o que cuente cuál cree que va a ser su legado. Ella se limita a decir que su influencia “no está en la réplica de su estilo, sino en la inspiración para que cada una cultive su propio estilo”. Aunque no le guste, en el libro afloran, donde menos se las espera, algunas recomendaciones.
- “Con los periodistas hay que ser firmes, para enseñarles el oficio. Que no se crean que este es un oficio de rosas”.
- “El periodista no puede ser blandengue. Puede echarse a llorar luego en casa, pero se sale llorado de casa y se vuelve a casa a llorar”.
- “Una de las características que el buen periodista debe poseer: fijarse mucho”.
- “Nosotros tuvimos nuestras luchas, vosotros tenéis que descubrir cuáles son las vuestras. El algoritmo, por ejemplo (…). Nunca faltan luchas. Ni periodistas. Veremos qué ocurre con las empresas, consorcios o contubernios del presente y el futuro”.
- “Tú estás intentando encontrar los hechos para describirlos, sean los que sean, porque siempre hay hechos. Lo de la verdad ya es más relativo porque hay muchas verdades, pero los hechos son los hechos”.
- “Mejor trabajar sola y agruparte con los nativos, mejor no tener por compañía a quienes meten la pata, a los que se comportan como turistas, como intrusos, como colonos de la variedad condescendiente”.
La escritura del libro coincidió con el recrudecimiento del eterno conflicto en Oriente Medio y la autora incorpora reflexiones, al filo de la actualidad. Se estremece con lo que ahora ocurre en Gaza y en el Líbano. “Los niños mártires gazatíes sombrean este libro y reducen a mera banalidad mis meditaciones sobre mi propia muerte”. Rememora los cinco años que vivió en Beirut: “Fue mi hogar”. Y se lamenta de no haber hecho más. ”Sólo pudimos hacer aquello para lo que buenamente servimos: contarlo”.
Es optimista con el futuro y con las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Acude con mucha frecuencia a Internet, “pero para investigar, no para recordar”. Y es una muy activa usuaria de Twitter, con casi 300.000 seguidores: “Me gustan las redes, adoro internet y me pirran los cacharros”.
Pero Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo, a pesar de que se cuele por múltiples resquicios, no es una obra sobre periodismo. Es sobre todo un libro sobre y para los amigos. Para aquellos que “se han mudado a un país que carece de cobertura”, como Carmen Rico-Godoy, a quien está dedicado; Ramón Lobo, prodigio de “compañerismo y bonhomía”; Juan Carlos Gumucio, con quien compartía refugio en los bajos del Hotel Commodore de Beirut”. Manuel Vázquez Montalbán y Terenci Moix, compañeros y maestros en aquella exultante Barcelona de los setenta; Bonifacio de la Cuadra, “la sobriedad informativa” hecha persona; Colita, la eterna sonrisa. Y para aquellos que siguen aquí y son su familia de adopción: Javier Espinosa, Mónica García Prieto, Elisenda Nadal, Edu Galán, Víctor y Ana, David Trueba y tantos otros.
El cine forma parte indisoluble de su vida. Y, como no puede ser de otra manera, “mi cinefilia recorre el libro de arriba a abajo”, explica Maruja Torres. Y a menudo se mezcla con el periodismo, formando el cóctel perfecto. “Me enamoré del periodismo por Dana Andrews en Mientras Nueva York duerme”, confiesa. Incluso cuenta que, en Bajo el fuego, toma partido por Gene Hackman, que, “a diferencia de Nick Nolte, no falsifica fotos por una causa, porque un periodista defiende las causas con la verdad”. Amén.
Sostiene la autora que las evocaciones las prefiere escritas, “porque para mí escribir ha sido siempre compartir lo que era y hacía, cualquiera que fuera el medio, en cualquier soporte”. Y eso es Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo: la evocación escrita de lo que era y hacía, y de lo que es y hace, que Maruja Torres comparte con nosotros, sus lectores.
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Autora: Maruja Torres. Título: Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo. Editorial: Temas de Hoy. Venta: Todostuslibros.
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