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Visitando Cnossos con Pendlebury

Visitando Cnossos con Pendlebury

En nuestra experiencia, hay dos tipos de filohelenos (filohelenos somos todos, por no decir, como Shelley, we are all Greeks): los filomicénicos y los filominoicos. Los filomicénicos son (somos) de la línea dura: nos gusta la Ilíada, Arquíloco, el hoplita firme, el sillar ciclópeo y el mármol muy blanco. Los filominoicos son más de la Odisea, Anacreonte, columnas boca abajo y paredes con delfines pintados. Posturas, desde luego, intercambiables, porque Grecia da para mucho: hasta los filomicénicos más conspicuos vamos a Cnossos cada vez que podemos, y siempre nos hemos sentido como en casa (como en casa después de que haya pasado el decorador).

Ahora podemos renovar este afecto, y de qué manera, gracias a la edición, por primera vez en español, de la célebre guía del palacio de Minos que escribió John D. S. Pendlebury en 1933. El lector tiene en sus manos un libro estupendo, tanto por el contenido como por las hechuras: además del texto principal, cuenta con un sobrio y documentado prólogo de Ángel Carlos Aguayo, imprescindible para situar al personaje y su peripecia vital y arqueológica, notas tan abundantes como oportunas, además de una selección de fotografías y, sobre todo, de utilísimos planos. E, importante, tiene tamaño de guía; algo de agradecer, porque está destinado a ser el compañero imprescindible de todo visitante del yacimiento.

"Nadie desconoce la fama de impostado que tiene Cnossos, debido a una quizá excesiva liberalidad de sir Arthur con las reconstrucciones"

John D. S. Pendlebury era un muy joven y prometedor arqueólogo cuando fue captado por sir Arthur Evans, factótum de Cnossos. Su vida, corta, encontró en Creta —como le ocurrió también a Patrick Leigh Fermor— el contexto idóneo para ser, además, legendaria. Quizá por ello nos lo imaginamos antes con el mosquetón de guerrillero disparando a los paracaidistas alemanes que con un teodolito cartografiando las excavaciones. Y gracias a este texto podemos añadir algo más al retrato: un encanto natural ilimitado. Pendlebury nos habla directamente —usa la segunda persona—, y para que nadie se pierda por los vericuetos —cómo no, laberínticos— del palacio nos lleva de la mano… literalmente: “Vuelve a tomar el pasillo hacia el salón de las Columnas y, de nuevo, dirígete al salón de las Dobles Hachas pero, en vez de girar a la derecha, sigue recto y tuerce a la izquierda hasta…”. ¿Se puede escribir una guía de manera más cercana, más seductora?

El libro, igualmente, tiene cierta virtud apotropaica. Me explico: nadie desconoce la fama de impostado que tiene Cnossos, debido a una quizá excesiva liberalidad de sir Arthur con las reconstrucciones. Se han escrito muchas páginas sobre esto; algunas tan hirientes como las de Cesare Brandi, que calificó de “día negro” su visita al yacimiento, “uno de los lugares más profanados de la tierra”. Por eso, recordando la polémica, quien más o quien menos —menos si eres filominoico— no ha dejado de sentir cierta incomodidad al recorrerlo. Pues bien, con esta guía en la mano, tal sensación se desvanece. Pendlebury, por sí mismo, con su elegante rigor, con su carisma, lo consigue.

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Autor: John D. S. Pendlebury. Título: El palacio de Minos en Cnosos. Prólogo: Arthur Evans. Edición: Ángel Carlos Aguayo. Editorial Confluencias / Pausanias Viajes Arqueológicos, 2024. Venta: Todostuslibros.

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