Paul Lynch: «Ya no podemos dar por hecho la vida estable ni la vida en democracia»

En un encuentro con periodistas en Barcelona, el novelista, sin embargo, ha precisado que nunca quiso escribir una declaración política, sino que lo que persigue con sus historias es «la verdad eterna de la condición humana, lo que nos hemos hecho los unos a los otros, lo que nos hacemos y lo que nos haremos en el futuro, porque pienso que esto no cambia nunca».

Publicada por Alfaguara en castellano y Periscopi en catalán, en El cantar del profeta Lynch describe lo que ocurre en Irlanda cuando el Estado adquiere «poderes especiales» y todo lo conocido se desmorona, centrándose en la peripecia de Eilish Stack, una madre de familia, microbióloga de profesión, después de que una noche lluviosa en Dublín reciba en su casa la visita de dos agentes de la nueva policía secreta. Al cabo de unos días su marido, Larry, profesor y sindicalista, que está organizando una manifestación, desaparece, viéndose Eilish en la disyuntiva de decidir qué es más importante, recuperar a los que se han ido o salvar a los que aún quedan, como sus cuatro hijos —tres adolescentes y un bebé— y su padre, con problemas de demencia.

Paul Lynch, autor de otras cuatro novelas traducidas a una treintena de lenguas, ha rememorado que cuando se sentó ante el ordenador ya había ocurrido el Brexit en Reino Unido, Trump estaba en el poder en Estados Unidos y «veías cómo toda Europa tiraba cada vez más hacia la derecha, con el auge de los nacionalismos en todas partes».

«Veías que el discurso ultraderechista, con una retórica que hace quince o veinte años no habríamos oído, con muchos políticos diciendo barbaridades, se estaba implantando. Todo cambiaba, y como autor de ficción lo quería poner en un libro». A su juicio, tal como ocurre en su historia, si un gobierno quiere imponerse de forma autoritaria, lo primero que hace es «decretar una ley de poderes especiales, que permite controlarlo todo, empezando por la judicatura. Es algo de manual si te quieres cargar una democracia».

A medida que van avanzando estas turbadoras páginas, el lector asiste al desmoronamiento de un sistema, de una familia. «Al final no queda nada, todo está perdido, y Eilish pasará por los nueve círculos del infierno, y cuando ya lo ha perdido todo vive una suerte de epifanía, la revelación de que lo que ha vivido es el fin del mundo».

Muchos lectores le han hecho saber que han sufrido mucho con la lectura de su obra, aunque, a la vez, les ha llevado a reflexionar sobre la situación actual. Entiende que ha abordado «la pena, el dolor de la condición humana, del ser humano, que no sabe todo lo que está perdiendo en esta enormidad que nos rodea y que no somos capaces de entender».

Sobre el estilo, ha aseverado que el trabajo de un escritor de ficción consiste en «confiscar» la realidad, que siempre es «compleja», plasmarla en la hoja en blanco y conseguir que el corazón del lector lata al unísono con el de los personajes.

Por otra parte, formula muchas preguntas y quiere que se empatice con las decisiones que toma alguien como Eilish, queriendo que quien lea se plantee: «¿Seguro que tú habrías hecho las cosas de otra manera? Porque la vida es muy complicada y cuesta mucho prever lo que pasará, más si estás en negación constante, creyendo que lo que has tenido hasta ahora durará para siempre».

Seguidor de autores que ha definido como «realistas cósmicos», como Conrad, Faulkner o Cormac McCarthy, que miran la condición humana desde la distancia, no ha negado que el Booker le ha cambiado la vida, por la proyección que supone. «Me ha hecho salir de casa», ha bromeado. También ha podido comprobar que ahora es muy popular en el colegio de sus hijos, pero reconoce que tardará unos años en volver a publicar, aunque ya está pensando en volver a su escritorio, el lugar donde «doy lo mejor de mí».