5 poemas de Hojas de acanto y rosas, de Luis Bravo

Luis Bravo se alzó con el II Premio de Poesía García Baena gracias a Hojas de acanto y rosas, un poemario que invita al lector a sumergirse en la contemplación de la naturaleza y la condición humana desde una perspectiva que desafía la estética posmoderna. Con este libro, el autor ratifica su condición de poeta imprescindible en el panorama literario actual de nuestro país.

En Zenda ofrecemos cinco poemas de Hojas de acanto y rosas (Cántico), de Luis Bravo.

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Gazeta de pasos perdidos

¿No cansamos de poner flores a los libros?
¿Por qué una naturaleza muerta
resulta a su parejo la más viva?
Amado el hecho de que seamos infelices
como se recuerda la frente que besaste
desgarrada por esquirlas, aplastado el beso
porque no se quiere nada, no ser iguales
sino mejores, y ahí el destrozo germina.
¿No hay, después de consideración tan amarga,
ramo que supla estar siempre heridos?
Borrarte, y las palabras rosa, dalia,
cruzar los dedos hasta pasar esa nada,
garabatear en los márgenes la frase de otro,
si acaso nos fuera dichosa.
Adiós, adiós a todo eso.

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Nostalgia

¿Por qué esta desgracia?
Si ocurriera que escucharan tu voz
o presencia, aunque las hicieras notar
y nunca se percatasen, bastaría el azufre
mojando nuestros cuerpos para sentir
que si faltaras no podríamos de ti enfermar.
Uno por tu trance camina y camina
hasta el corazón marchitársele.
Y olvidaba esto, última enseñanza:
Morirse en levedad
y al abrigo de un techo improvisado.

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Las cosas que dejamos pasar

La soledad es importante,
como el amor y la ausencia de ello
naciendo en lo que sostiene la mañana
con paso lento, con paso quebradizo
tu mano apretándome la muñeca
cuando no sabes explicarme
si tu pelo cae suave y curvo
o es una inquietud mayor la que has contemplado
en mi cuello al despertarte; un azul
ininteligible como si de hoja en hoja
se hubiera apoderado de esta casa.
Quisiera moverte con un difícil abrazo
las cosas que dejamos pasar
y hubiéramos pensado después
que tenían solución, a tiempo
de ornamentar lo que nos salva, aun falso
el amago de amarnos más lejos.
Y allá en los árboles que se mueren
otra evasiva, otra vida y reposo
que no serán misericordes,
así debamos acostumbrarnos
pues el daño cometido triunfará.

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No es posible hacer literatura en verano

El olor de las rosas, que en verano
parece siempre póstumo,
melancólico hijo de muy ancianos padres.

ANDRÉS TRAPIELLO

No es posible hacer literatura en verano.
Esconderse tras la quietud y palmeras
dueñas del sonido de la caída.
Sería pedir lo imperturbable al son
de invenciones para que se llevara
el rocío de nuestro lado, en la punta misma
de los hibiscos que arrugan tus dedos
y continúa siendo una llamada dulce
porque es lo mejor comparado a toda sombra
que se recoge a una hamaca, un tronco
donde maja sus sueños la siesta.
Entre dos libros
tensan la distancia, sonrosantes como la edad
sobre unas manos, horas melosas de julio
y un nuevo aburrimiento sin envejecer.

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Breves de mayo

En el salón ha entrado la terraza
e insiste en respirar llena de tierra y reflejos.

Trajín por el arcaico decorado ―lo rechazan molestos―
de las flores de las acacias y castaños de Indias.

Puestos de libros viejos
y dedicatorias pálidas de amigos y fiestas que lamen los dedos.

No querer recordarte, digo equivocado;
aun así, hablo de un jardín. Sueño.

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Autor: Luis Bravo. Título: Hojas de acanto y rosas. Editorial: Cántico. Venta: Todos tus libros.

BIO

Luis Bravo (Madrid, 1994) es autor de los libros de poemas Triestino (Cántico, 2021), Las horas grises (Comares, col. La Veleta, 2022), del libro de relatos La noche de San Silvestre (Balduque, 2024) y editor del volumen Flores y ruina. Antología de relatos sobre el desamor (Dos Bigotes, 2024). También es crítico literario y colabora asiduamente en revistas y medios como Zenda o El imparcial.