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Jesuclisto, de Mario Marín

Jesuclisto, de Mario Marín

Jesuclisto es una historia sobre la presencia de lo que no está. Las posibilidades del absurdo alrededor de una desaparición no desaparición. También es una novela sobre los otros, sobre la huella que dejamos en los que se quedan, qué les pasa cuando nos vamos, cuando desaparecemos, cómo se destroza y después se reordena la vida con nuestra ausencia. Foucault dice que no existe el otro del Otro, pero aquí sí, aquí están Jesuclisto y el no Jesuclisto.

Ofrecemos un fragmento de Jesuclisto, la última novela de Mario Marín, publicada con Ediciones del Viento.

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Todo lo que pasaba dejó de pasar. Encima, a la mujer de Jesuclisto le dio un infarto al yorkshire. Se lo había regalado él de cachorro, pero de la perrera de Diputación. Eso no es una protectora ni ningún rollo de sociedad de acogida ni de nada; allí los tienen metidos de normal, y tú vas, te pegas dos vueltas, lo eliges si te gusta y ya está. Le dio este sábado; más o menos al año justo de lo de la pelea. Le tuvo que pasar por la noche al principio, porque se lo encontró en el sofá con la postura de dormido, la lengua al bies y ya tirando a duro.

Yo ahora tampoco sé si lo de Jesuclisto es verdad o es cosa de la policía o es cosa de Lola. Me refiero a que lo conozco todo por los que nos bajamos al bar por la mañana temprano. Somos diez o doce, ninguno ya con enmienda, la mayoría repasados por la vida porfiada que nos hemos dado. Solo es una hora o poco más. Al ponche, al aguardiente y al DYC. Por el ansia de toda la noche secos. En el Salón de Juegos SPORTIUM de la calle Tariquejo, nada más abrir. Y de lo que hablamos es de fútbol, de pesca, de pájaros de jaula y de recuerdos de cualquier mierda de hace un montón de años en el barrio. No tenemos criterio ni información directa de nada y solo es las dos o tres copas y las salidas a fumar.

A mí mi padre y mi madre se dejaron las espaldas para que pudiera estudiar en Sevilla. Bellas Artes, con Jesuclisto, en el mismo piso. Y he leído mucho y mejoro lo presente, pero eso da igual cuando tus días son bajar cuando abren y subirte luego a litrona, sofá, pipas y tele hasta la noche. Todas las fiestas también, pero de diario, rutina sobre rutina.

Y al final da lo mismo lo que fuese, porque desde entonces, esto es una cosa de aburrimiento, de tristeza abúlica y desconsuelo, de mineralización poblacional, de amargura de bloque VPO y de imán por la nada. No de drama Benigni con su mierda de música de no puedo tragar. Me refiero al derrumbamiento de la gente por su defecto de fábrica, a su incapacidad para asumir lo sobrevenido, a los Zara Taras del aguante, a los fracasos irreparables y al fallo cansino y fatiga, a que por lo que sea tienes desnivelada la base y da igual las veces que te empinen porque de nuevo te vas a caer. Cuando te llega algo tan gordo, da lo mismo que te apartes; te arrolla.

—Al café cortado le metes un dedo o dedo y medio de Ponche Caballero y lo multiplicas por diez –Jesuclisto siempre le dice lo mismo a cualquier camarero nuevo al que le pide café. DEDO / DEDO Y MEDIO.

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Autor: Mario Marín. Título: Jesuclisto. Editorial: Ediciones del viento. Venta: Todostuslibros.

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