En su libro La situación y la historia: El arte de la narrativa personal, Vivian Gornick desarrolla un ensayo de teoría literaria sobre el funcionamiento de la narrativa personal, centrándose especialmente en el ensayo autobiográfico y las memorias. Este género responde a la pregunta de Píndaro: ¿cómo he llegado a ser el que soy?. Gornick nos enseña qué elementos hacen que una narración personal funcione y cuáles fallan cuando intentamos contar nuestra propia vida y darle sentido.
Para comprender este fenómeno, Gornick distingue entre la situación y la historia. Con frecuencia, encontramos libros o personas que narran un suceso personal donde sólo prevalece la situación, es decir, las circunstancias o el contexto en el que se desenvuelve la trama. Si nos concentramos únicamente en los eventos, la narración fracasa. El elemento que fomenta la empatía en el lector o el oyente es la historia, entendida como la experiencia emocional del narrador y la sabiduría que adquiere a partir de la situación.
Recientemente, alguien me contaba las situaciones del reality Soy Georgina y, por sí solas, me resultaban aburridas, a pesar de los viajes y el lujo que exhiben. Otra persona, sin embargo, me narró esas mismas situaciones con una historia: el desfase entre lo que Georgina dice a cámara y lo que vemos que hace. A menudo se aprecian fuertes incongruencias: la defensa de la humildad frente al derroche económico; el elogio del trabajo mientras observamos que lleva una vida ociosa; la imagen de la superación y la familia unida, pero rara vez aparecen todos juntos. Fueron estos conflictos, y no las situaciones en sí, lo que me animó a verlo. Aquí la voz que narra la historia no es la de una nueva rica, sino la de una persona que experimenta un conflicto de identidad entre lo que debe decir y lo que hace o siente. Alguien que está supuestamente agradecida con todo, pero no parece feliz.
Como vemos en este ejemplo, la acotación de la voz es esencial en la narración personal. Si el narrador se presenta como aprendiz, desencantado o náufrago de ambivalencias sentimentales, entonces aquello que tiene para decir contribuye a la creación de una historia. De lo contrario, solo nos encontramos ante una mera situación. Por ello, es importante determinar quién habla y cómo se define el yo en la narración.
Gornick nos enseña a leer, y a través de ello aprendemos a narrarnos. Con frecuencia, después de leer sus obras de teoría literaria, termino con nuevas lecturas pendientes. A veces, incluso prefiero los análisis de Gornick sobre las obras originales. La situación y la historia se divide en dos partes: la primera está dedicada al ensayo autobiográfico, y la segunda a los diarios personales.
En la sección sobre ensayos autobiográficos, Gornick analiza obras de Joan Didion, Harry Crews, Edward Hoagland, Jean Améry, Lynn Darling y Natalia Ginzburg. En particular, destaco lo que menciona acerca de la literatura de Darling y su ensayo sobre el matrimonio. Darling llevaba diez años casada y confiesa que se enamoró de la versión de sí misma que veía reflejada en su marido. Esa versión la hacía quererle y quererse.
Sin embargo, al llegar el primer aniversario, su marido le regaló toallas, un gesto que repetirá cada año. Al principio, Darling lloraba al doblarlas, sintiendo que no podría soportar el desencanto de vivir con una persona tan poco original y detallista. «Todos los matrimonios son prendas remendadas», nos dice. Podría resignarse al sacrificio y la abnegación de acostarse siempre con el mismo hombre o podría buscar aventuras traicionándolo. Sin embargo, encuentra otra historia: «Los miembros fantasma que perdimos en la construcción de este matrimonio siguen doliendo, pero en ese momento» (cuando ve las “cirugías” que se han aplicado mutuamente para salvarse en numerosas ocasiones) «la pérdida parece un gaje del oficio manejable». Narrarnos más allá de la situación es la única forma de salvarnos.
En la segunda parte, dedicada a las memorias, comenta obras de Edmund Gosse, Agnes Smedley, Geoffrey Wolff, Oscar Wilde, Thomas de Quincey, Loren Eiseley, Beryl Markham, Marguerite Duras y W. G. Sebald. Respecto a este último y su obra Los anillos de Saturno, recuerdo leer este libro y quedar fascinado sin entender muy bien por qué. Si tuviera que explicar la situación, no parecería muy atractiva: un hombre viaja solo por la costa de Inglaterra tras un periodo de convaleciente, observando y analizando el mundo con un tono enciclopédico. Gornick señala que el poder de atracción de Los anillos de Saturno se basa en la voz: viajamos a través de ella y vemos el mundo desde la cárcel de su personalidad. Sin embargo, lejos de limitar el mundo, lo que ve lo expande hasta el infinito. Estamos ante un narrador que ha aprendido a convivir con la soledad, alguien que necesita creer que, a pesar de su corazón destrozado, todavía brilla.
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Autora: Vivian Gornick. Título: La situación y la historia. Traducción: Julia Osuna Aguilar. Editorial: Sexto Piso. Venta: Todos tus libros.
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