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La espía que se saltó sus líneas rojas

La espía que se saltó sus líneas rojas

Fernando Rueda presenta un true crime en el que relata cómo el agente Mikel Lejarza, conocido como El Lobo durante sus años de la lucha contra ETA, se infiltró en una banda mafiosa y acabó con la búsqueda de más de dos mil millones de euros que iban a ser sacados de España.

En este making of, Fernando Rueda reconstruye el origen de su novela Líneas rojas (Roca).

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Hace varios años un amigo policía me contó su aventura y amplié detalles con una información periodística perdida en Internet. Arantxa Berradre me arrancó el corazón, su historia me afectó tanto que sentí la necesidad de escribir sobre ella, de meterla en mi siguiente libro. Iba —va— sobre una conspiración internacional, inspirada en un hecho real, en la que Mikel Lejarza, El Lobo, crea un equipo con los mejores agentes infiltrados de España, todos inspirados en personajes reales.

Arantxa pasó a ser uno de ellos. Los cinco espías son muy distintos, pero coinciden en unas pocas características que se han convertido en la esencia de mi thriller. La primera es que son muy buenos en su trabajo, quizás los mejores que se puedan encontrar. Han realizado con éxito las infiltraciones más temerarias y eso les capacita para ejecutar peligrosas y arriesgadas misiones como la del true crime.

"Los infiltrados, como Izaskun, dividen su cerebro en dos. En un lado guardan su auténtica personalidad de policía y en el otro todo lo que configura su vida e ideas como miembros de la organización terrorista"

La segunda no es nada evidente, pero me condujo por apasionantes y conflictivos caminos poliédricos. Los cinco, unos más que otros, tuvieron grandes éxitos en sus trabajos, pero no los habrían conseguido si no hubieran aceptado saltarse sus líneas rojas. Arantxa, que en mi relato se convierte en Izaskun, convivió durante un año con dos sanguinarios terroristas del comando Donosti. Los dos, en mayor o menor medida, se sintieron atraídos por ella, y hasta se pelearon por conseguirla. Todo sucedió en una casa que los etarras creían segura porque Arantxa-Izaskun supuestamente pertenecía a ETA y no estaba fichada. En realidad, cada rincón de la vivienda estaba trufado de micrófonos.

Los infiltrados, como Izaskun, dividen su cerebro en dos. En un lado guardan su auténtica personalidad de policía y en el otro todo lo que configura su vida e ideas como miembros de la organización terrorista. Cuando Izaskun intima con un tipo al que desprecia y se salta sus personales líneas rojas, aparece la tercera característica que marca la existencia de todos ellos y también del libro: sus actos extremos, tan necesarios para cumplir su cometido, tienen a medio y largo plazo consecuencias en forma de profundas heridas que trastocan sus vidas, no vuelven a ser los mismos.

"Mikel Lejarza, El Lobo, es el mejor espía que ha tenido España en los últimos 50 años. No solo por su infiltración en ETA, sino también por su labor en grupos islamistas o mafias de poder económico"

Es el caso del guardia civil Paco Lerena, otro de los protagonistas. Es una de las mejores personas que conozco, pero su infiltración en la extrema derecha marcó su vida. El servicio secreto le encargó el trabajo porque era amigo personal del cabecilla del grupo militar que terminó preparando el asesinato de la familia real y el Gobierno. Le ha quedado la herida de la traición al amigo, esa línea roja que tuvo que saltarse para hacer un servicio a su país y por razones éticas. Le dejó tocado, nunca lo ha superado.

Mikel Lejarza, El Lobo, es el mejor espía que ha tenido España en los últimos 50 años. No solo por su infiltración en ETA, sino también por su labor en grupos islamistas o mafias de poder económico. Lleva 49 años viviendo en la clandestinidad, en la que suma a los problemas derivados de su infiltración en ETA la persecución de otros peligrosos enemigos y el abandono al que ha sido sometido por el propio servicio secreto durante muchos de esos años.

"Líneas rojas mezcla abiertamente ficción y realidad. Las mujeres y hombres son personajes intensos, llenos de aristas, que se mueven en un ambiente y ritmo que a mis jefas de Roca editorial les recordó la serie La casa de papel"

Tuve claro desde el inicio que Mikel debía ser el jefe del grupo, el que coordinara el equipo de grandes agentes, muy buenos en su trabajo, pero con esas heridas personales que marcan sus actuaciones y comportamientos. También quise incluir a otro de mis espías favoritos. Fernando San Agustín me ha inspirado para dar vida al viejo amigo de Mikel: un tipo irrespetuoso con la autoridad y muy divertido, pero tremendamente rocoso cuando llega el caso. De él he tomado el lema que aplicaba en su juventud cuando hacía funciones de James Bond por España y varios países de Europa y el norte de África: “Quien nos mata, muere”.

Líneas rojas mezcla abiertamente ficción y realidad. Las mujeres y hombres son personajes intensos, llenos de aristas, que se mueven en un ambiente y ritmo que a mis jefas de Roca editorial les recordó la serie La casa de papel, algo en lo que nunca había pensado. Lleva un título de rabiosa actualidad, que nos toca a todos en el día a día: qué seríamos capaces de hacer y qué no en determinadas situaciones límite.

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Autor: Fernando Rueda. Título: Líneas rojas. Editorial: Roca. Venta: Todos tus libros.

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