El divulgador cultural Fernando Bonete, a quienes muchos seguirán en @en_bookle, se adentra en este libro en la vida de cien escritores y escritoras de todos los tiempos, mostrando sus anécdotas secretas más divertidas y, en ocasiones, escalofriantes.
En este making of Fernando Bonete desvela el origen de Malas lenguas: 100 anécdotas de escritores de (casi) todos los tiempos (Ediciones B).
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Las malas lenguas nos hablan de lo oculto insospechado. No podemos creer que sea cierto lo que nos cuentan, pero la sorpresa, unida a la perspectiva de la posibilidad, y las implicaciones que esa posibilidad despliega en nuestra imaginación, junto al placer de conocer algo que quizá los demás no sepan y con lo que podré sorprenderles a su vez, bien vale que le demos una oportunidad al rumor, al morbo, a las curiosidades y, por qué no, al ingenio, buscando nuevas implicaciones y razones para lo extraño.
En este libro de anécdotas he partido de esa premisa, y en buena medida mi trabajo ha consistido en confirmar o a desmentir, hasta donde me ha sido posible, lo que se ha dicho de nuestros escritores favoritos: las muchas y falsas muertes atribuidas a Edgar Allan Poe; las flatulencias de Camilo José Cela; el falso hueso del dedo de Calderón; la supuesta lentitud de George R. R. Martin; o el espíritu aventurero que se le atribuye a Salgari hasta en su muerte. No siempre, pero sí en buena parte de las ocasiones, la anécdota que surge de desmentir otra suele hacer nacer una nueva curiosidad sobre el personaje, que a veces es incluso más divertida y sorprendente que la inventada.
Otras anécdotas dejan a un lado el fact-checking biográfico y nos descubren facetas por lo común desconocidas de escritores que fueron mucho más —o mucho menos— que escritores. En algunos casos, no en todos, tan solo en los más excepcionales, escribir no fue su principal dedicación en vida, si bien en la muerte solo se les recordó por la importancia de su obra literaria. Entre esas vertientes insospechadas de nuestros escritores favoritos tenemos al Goethe fisionomista, al James Joyce empresario y pionero del cine, al Bécquer dibujante, al Mishima culturista, al Nabokov lepidopterólogo, la Agatha Christie surfista o el Napoleón escritor —sí, también fue escritor, al igual que Julio César—.
Por supuesto, en cualquier anecdotario que se precie no pueden faltar las locuras de los escritores: Gógol quemando su obra, Emilia Pardo Bazán traficando con armas, Salinger bebiéndose su propia orina, Simenon escribiendo en un escaparate… También hay anécdotas de y sobre los Premios Nobel de Literatura —las polémicas que han rodeado al Nobel, al menos en esta categoría, siempre han sido una invitación a la anécdota—: Hemingway, Neruda, Pasternak, Bernard Shaw, Laxness, Selma Lagerlöf, Gabriela Mistral, y hasta el reciente Jon Fosse, entre otros.
Sobre la pregunta del millón, qué criterio he seguido para seleccionar a los cien escritores que forman parte del anecdotario, la respuesta es muy sencilla: ninguno. O al menos, ninguno objetivo o deliberado. Ante todo, ha primado el hecho de encontrar una anécdota que explotar, o un suceso del que tirar del hilo hasta encontrar algo curioso y digno de ser contado. A veces me he encontrado con la anécdota por casualidad, otras la he tenido que buscar y, en una mayoría de casos, no la he encontrado y el escritor se ha salvado —de momento— y no ha entrado en lista.
También ha tenido que ver en la selección mi voluntad de aprovechar la oportunidad que me daba este libro para descubrir nuevos autores o profundizar en otros que no conocía tanto, pensando en que podáis acompañarme en estos descubrimientos —lo he hecho por vosotros, claro—.
El último mes de trabajo se me hizo algo duro intentando llegar a las malditas «100 anécdotas», porque todos sabemos que el 100 es un número redondo que en portada queda mucho mejor que 50 ó 75, un número de esos que prometen más lectores —dejadme que viva en la ilusión de creerlo y, por lo pronto, haced por contribuir a ello—, pero lo cierto es que me he divertido mucho con el proceso de investigar y escribir todas y cada una de ellas. También he aprendido una barbaridad, sobre la vida y obra de los autores que forman parte del anecdotario y de la época que les tuvo que sufrir.
Ojalá haya quedado algo de ese espíritu con el que escribí el libro y sus anécdotas regalen grandes sorpresas, momentos divertidos y hallazgos literarios que impulsen a conocer y leer más de cuantos grandes escritores de (casi) todos los tiempos las protagonizan. Docere et delectare.
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Autor: Fernando Bonete. Título: Malas lenguas. Editorial: Ediciones B. Venta: Todos tus libros.
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