El poeta ovetense Javier Almuzara se mantiene fiel a su credo: el arte es exigente o no es arte. Eso sí, nunca puede ser algo elitista, porque su misión es ennoblecernos a todos. Todo esto desprende su nuevo poemario, aunque sin olvidar el humor, el entusiasmo, el juego y la meditación.
En Zenda reproducimos siete poemas de Esperanza de vida (Renacimiento), de Javier Almuzara.
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EL DON DE LA EBRIEDAD
De la oscura grandeza del final
y el radiante comienzo renovado
se admira este romántico ilustrado
que ama el día y la noche por igual,
que paseará su fiel felicidad
en el mundo, sabiendo lo que entraña,
si una luz habitable lo acompaña
a los umbrales de la soledad.
Por la música, forma conmovida
del tiempo, que en el verso late y piensa;
por la belleza, esa virtud propensa
a no dar nuestra esencia por perdida,
que traiga su ebriedad a mi canción
la vida en la más alta graduación.
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REFLEXIONES DE OFICIO
Voy en verso a menudo al cementerio,
y debo confesar que me divierte
sacar la lengua a la estirada muerte,
pero a la vida siempre juego en serio.
Sé escoger, entre antiguos y modernos,
según los casos el mejor partido.
Ni canto en el pasado ni rendido
a la ansiedad del día. Conocernos
mejor, haciéndonos mejores, es
una tarea y una recompensa
tan ardua e incierta que, si bien se piensa,
solo compensa por desinterés.
El caso es no pasar sin más de largo.
Con el pudor osado del que empieza,
escribo, ya sin miedo a la grandeza,
esperando que el ángel se haga cargo.
Y, como la poesía es un arcano,
si me consiente estas disquisiciones,
tal vez mañana otorgará los dones
que oficio y reflexión piden en vano.
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CUESTIÓN DE FE
Desoye a los profetas y santones
que buscan ciegamente su camino,
igual que cualquier hijo de vecino,
aunque lleven tras ellos a millones.
Pon tu esperanza en Superman o Conan,
las hadas buenas o alguien del pasado,
como ese dios ya desamortizado;
quienes no existen nunca decepcionan.
Y ojo con la ilusión; no quieras verte
en una peli. Ni aun así vendría
para salvarte la caballería
contra el caballo loco de la muerte.
Mírate en un espejo que no empañe,
y que la fuerza siempre te acompañe.
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EXAMEN DE AMOR
a Mercedes
Como voy para nota,
debo copiar de ti,
y, amando porque sí,
rendirme, sin derrota,
si aspiro a ser feliz.
Y solo es feliz quien
(obsérvese el matiz),
amado o no, ama bien.
En mi notable suerte,
tú me quieres mejor
de lo que sé quererte.
Y gracias a ese amor,
más que sobresaliente
matrícula de honor,
el mío es suficiente.
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LO INCONCEBIBLE
Confieso a la afición
que si no fantaseo
es porque tengo, creo,
mucha imaginación.
¿Qué valdría un dragón
ante el escamoteo
por el que ahora me veo
ya dentro de un cajón?
A quien ama la vida
le asombra su expediente
de unánime homicida.
No he leído en Simbad
nada más sorprendente
que esa simple verdad.
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LA MISIÓN MÁS SUFRIDA
No sabemos decir, entre sollozos,
en la tarde temprana del adiós,
de querer ser llorando el hortelano
que arranque de raíz este dolor.
Masticamos ortigas de impotencia
por no desesperar a viva voz.
Cabeceamos como si pudiéramos
negar la hora que ha apagado al sol.
La campana alza el duelo a lo más alto;
su lágrima golpea el corazón
compasivo del bronce, y clama al cielo.
Con el alma que pone el facistol
para hacer de esta ausencia una armonía,
se prodiga en abrazos la reunión.
A la intemperie de la soledad
no somos más que polvo en suspensión;
la tierra, que es sendero, surco y sino,
aguarda la cosecha de la hoz.
Pero es del verso la última palabra,
y aquí esperamos la resurrección.
En el poema, ese diamante eterno,
sin tiempo de morir, se vive dos
veces. Y si el mañana nunca muere,
Solo para sus ojos siempre es hoy.
No será docto ramo de difunto,
sino arma que derrote al Doctor No,
y, en su elegancia contra lo imposible,
la misión más sufrida de James Bond.
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UNA NOCHE DE 1791
Este otoño enconado es el perfecto
telón de un drama. El joven moribundo
delira una ilegible cantinela
para la mano que rindió la pluma
y se abandona al misterioso trance.
Su cuñada, Sophie, sin esperanza,
corre a buscar ayuda. Nadie más
volverá a verlo vivo. Para el resto
del mundo son sus últimas palabras
el octavo compás del “Lacrimosa”.
Ahora es tiempo de silencio solo
y de la inhabitada carne súbita-
mente yerta, del cuerpo incomprensible,
del frío tras la fiebre, como un campo
de batalla que cubren los despojos.
Su música es la vida sin el ruido
de fondo de la muerte. En esta escena
patética está fuera de lugar;
oírla aquí sería un sacrilegio,
un ciego desperdicio de la luz;
incluido ese Réquiem que acabó
por llevarse a la tumba como símbolo,
no de la muerte, estricta cumplidora,
sino de que la vida será siempre
una obra hermosa pero inacabada.
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Autor: Javier Almuzara. Título: Esperanza de vida (2021-2023). Editorial: Renacimiento. Venta: Todostuslibros.
BIO
Javier Almuzara (Oviedo, 1969) ha publicado los libros de poemas El sueño de una sombra (1990), Constantes vitales (2004, Premio Emilio Alarcos) y, en la editorial Renacimiento, Por la secreta escala (1994), Caravana y desierto (2014, a partir de Omar Jayyam), Quede claro (2014, antología con prólogo de Miguel d’Ors y que incluye el poemario inédito Siempre y cuando), A la de tres (2017, colección de haikus) y Todos los besos son de despedida (2021). Es también autor del dietario Letra y música (2001), de la prosa miscelánea Títere con cabeza (2005, Premio Café Bretón) y del libro de ensayos Catálogo de asombros (2012). Fue guionista de Manos a la ópera, programa divulgativo de la TPA, y es libretista de la ópera Fuenteovejuna (Espuela de Plata, 2018), primer estreno mundial de la Ópera de Oviedo que, con música de Jorge Muñiz, inauguró en el Teatro Campoamor la temporada lírica de 2018-2019, y que abrió la de 2022-2023 en la Ópera de Tenerife. En colaboración con Mercedes Polledo, ha creado versiones para cantar en castellano de las óperas El barbero de Sevilla y El niño y los sortilegios, por encargo del madrileño Real Teatro de Retiro.
Para mí un gran placer
Que Laura ponga a Javier.
Por fin en esta sección
La rima no es excepción.
No será cuestión de fe,
Tampoco examen de amor,
Pero hay que reconocer
Que así se lee mejor.