Parece de cajón, pero a menudo se nos olvida que cuando alguien rompe con algo —una pareja, una amistad, un empleo, un lugar, una dinámica, un grupo— no es porque sí. Incluso si la forma de exteriorizar esa ruptura es el arrebato, o la apariencia de tal, todo obedece a una causa. Y nada importa, o al menos nada debería importar, que quien da el paso tenga X o Y personalidad, tal o cual pasado y circunstancias. ¿Por qué corremos entonces a juzgar a quien emigra de un país sin presente, a quien abandona una relación abusiva o a quien elige celebrar en lugar de lamentarse? ¿Conocemos los motivos reales detrás de estos comportamientos? ¿O más bien nos limitamos a dictar sentencia desde la cómoda atalaya del prejuicio?
Lydia es una joven actriz cubana que huye de una relación de pareja basada en el maltrato; en esa huida, que es también un poco de sí misma y del mundo que la rodea, deberá preguntarse quién ha sido durante buena parte de su vida, quién es ahora y, sobre todo, quién quiere ser a futuro. Junto a ella emprenderemos un viaje literario que nos llevará por Nueva York, Miami, La Habana o, finalmente, Madrid, y en el que nuestra protagonista se topará con viejas y nuevas amistades, con madres lejanas y padres que no volverá a ver.
Valiéndose de una narración ágil y fragmentaria, en su primera novela Muñiz —también actriz, también cubana— plantea un escenario dominado por la omnipresencia de lo digital, caótico y lleno de estímulos, perfecto para ilustrar los desajustes espaciotemporales del emigrado, de quien vive más en el aeropuerto que en un sitio al que poder llamar propio, al que llamar casa, y denuncia un sistema, el nuestro, que clasifica y cosifica cuanto toca, especialmente a las mujeres. La protagonista no es lo bastante blanca para ciertos trabajos ni lo bastante negra para otros, y, más allá del racismo latente o a cara descubierta, esa condición mestiza alcanza casi todos los aspectos de su vida; esto se refuerza con el uso de un slang construido a partir de la mezcolanza de términos en inglés y en castellano, que aporta frescura y naturalidad a un estilo muy influenciado por el lenguaje cinematográfico —se nota la experiencia de la autora como guionista. Si hace unas líneas hablábamos de fragmentos es porque la experiencia humana de quien siempre está en movimiento, de quien viaja para sobrevivir, se construye de forma similar —conversaciones a deshora, imágenes que flotan en nuestro subconsciente, canciones tarareadas a medio gas, aplicaciones móviles contra el hastío— y esa dinámica, inevitablemente, acaba afectando a nuestra forma de concebir el amor.
Pero que no nos engañe el título del libro, porque Rom com tiene poco de romance y solo unos ápices de comedia; su terreno es, más bien, el de lo tragicómico. Lydia lucha por abandonar una relación tóxica, que la subyuga y la relega a la categoría de objeto respecto de un sujeto, su maltratador, que no es sino un narcisista de manual —quizá uno de los tipos de psicópatas más peligrosos que existen. Y en esa guerra, en el camino para deshacer esa maraña, percibimos que está en juego su identidad, golpeada asimismo por pandemias, por distancias irremediables y personas que se transforman; es el infierno de perder a un ser querido cuando estás a océanos de distancia, es la precariedad laboral y sentimental, y son las toneladas de información inútil asomándose en cada pantalla. Esos mimbres ejemplifican la angustia existencial de una generación, la millennial, que no nació bajo lo bandera cibernética, pero que no tardó en acostumbrarse al sexo virtual; que pretende renovarse, pero no consigue renunciar al peso de la costumbre; que quiere habitar un mundo global, y a la vez proclamarse producto del terruño; que reclama la autenticidad de las emociones, pero no se opone a utilizar ChatGPT para resucitar a sus muertos, para seguir aferrándose a la nostalgia.
Claudia Muñiz busca la sinceridad en esta sencilla pero potente historia de encuentros con una misma y amistades que naufragan; ciento treinta y pico páginas de pequeña odisea personal en pos de la certeza, de la pertenencia, de un abrazo que se revele hogar. Como si la autora dijese: ¿es posible la vida desde un no-lugar? No lo sabemos. Lo que sí parece posible es gritar con ganas y llorar con fuerza. Llorar bailando.
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Autora: Claudia Muñiz. Título: Rom com. Editorial: Caballo de Troya. Venta: Todostuslibros.
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