Mark Andrews es una suerte de hombre del Renacimiento americano. Al menos en lo que a cine de animación se refiere. Guionista de Los Increíbles o Ratatouille, director de Brave y uno de los responsables de la aventura de acción real John Carter, visitó España para impartir un storytelling workshop en Voxel School (Centro Universitario de Artes Digitales) de Madrid en colaboración con El Guiri Studios, del director y animador Rodrigo Blaas. Conocedor de todas las fases de realización de un film de esas características, este alumno aventajado de Pixar —el típico americano grande, familiar, fuerte y tranquilo— ha dejado atrás el cine de animación para todos los públicos y busca abrir nuevas fronteras con este medio.
—Al cien por cien, absolutamente. No entiendo que en lo relativo a la narrativa visual, en la que las imágenes cuentan la historia, se haga una distinción entre cine de animación o de acción real. Es cine y pensamos de la misma manera, hacemos las mismas elecciones. Solo que al final toma forma de manera diferente. Es cine y no es necesariamente un género. Pero como siempre ha sido para familia o niños, al final nos han relegado.
—¿Qué proveen las imágenes de animación que sea específico respecto a las reales?
—La animación crea imágenes generadas, estilizaciones y representaciones gráficas que permiten meterse en la historia. Todo eso en contra de Harrison Ford, Brad Pitt o Cate Blanchett… Nada en contra de ellos y el live action, pero entiendo que son personas reales y la suspensión de incredulidad es distinta. En el cine animado no hay esa incredulidad.
—Hablando de imagen real, fuiste uno de los autores de John Carter, una película muy cara que fue un fracaso, pero que me encanta…
—Me encanta la película que hicimos, y creo que fue un buen trabajo adaptando el material original de Edgar Rice Burroughs. Trabajamos muy de cerca con los descendientes y les encantó lo que hicimos Andrew (Stanton, director del film) y yo con el legado de su abuelo. Leí los libros, los cómics… Rice Burroughs es el abuelo de toda la gran ciencia ficción y tener una oportunidad de ponerlo en pantalla va más allá del dinero que recaudó la película. Andrew y yo hicimos algo que va a estar mucho tiempo ahí y es una fantástica representación del material.
—Conozco a gente a la que le gusta la película.
—¡Yo también!
—Hablando de éxitos, el de Del Revés 2 fue extraordinario este año. Pero da la impresión de que Pixar es ahora otra compañía en busca de su propia identidad.
—Gran pregunta. Todo estudio o gran marca tiende a apegarse a una única fórmula. Lo hemos visto en Marvel, Star Wars… y creo que los estudios de animación caen en ello también. Todos, desde Disney a Pixar pasando por Sony. Tienen una formula que funciona y la repiten, y eso es peligroso, porque a veces va a funcionar pero otras no. No puedes repetir un éxito tras otro éxito tras otro éxito. Pero por el coste de una película animada es más difícil tomar riesgos con una idea original, porque tratas de hacer siempre de lograr un éxito de taquilla, un blockbuster. Pero en realidad nuestro trabajo es hacer historias y solo historias, aunque si algo al final es grande se acaba transformando en una marca. En el cine de acción real puedes hacer más porque tiene otro coste, pero en animación es más arriesgado, y eso es triste. Hay más tecnología, pero son los estudios los que deciden. Y está empezando a pasar.
—¿Puede el streaming suplir esa carencia?
—Al cien por cien. Pero los estudios también podrían hacerlo, en lugar de simplemente tener diez películas animadas al año. Deberíamos estar haciendo tantas como cine de acción real, porque el público nunca se cansa de ver cosas nuevas.
—¿Cuáles son las diferencias entre trabajar en Pixar y en alguna otra compañía?
—Todas son lo mismo y tratan de hacer contenido de muy alta calidad, en eso coinciden. Pero Pixar es como una gran familia y eres parte de un gran grupo, y todos saben lo que el otro está haciendo. Hacen seis o siete películas a la vez y hay mucho cruce de información entre gente con mucho talento, y tú solo te asomas a ver qué están haciendo. En Netflix tienes un grupo más pequeño y concentrado en ello. No es malo, es otra experiencia distinta.
—Si ves mucha televisión empiezas a ver diferencias con el cine. Las series confían más en la explicación que en la imagen.
—Sí, esto siempre ha sido un problema en la narrativa de Hollywood. Los guionistas escriben y escriben hablando, demasiado. Pero transportar al público en el lugar de un personaje que experimenta un nuevo mundo es más difícil que en un drama criminal, o en un drama médico, o en definitiva hacer algo que resulta familiar. Esos géneros vienen con un bagaje que comprendemos, y pronto entendemos lo que está pasando frente a algo que es original, en el que nos transportan a un nuevo mundo u otro lugar.
—¿Es distinto en los videojuegos?
—Sufren de lo mismo. Los videojuegos son Call of Duty, Call of Duty 2, Call of Duty 3… y es difícil encontrar nuevas voces porque también es un negocio. Eso es lo que la gente no imagina, que tratamos de ser creativos en una industria que necesita resultados. Así que todos en todas las plataformas caemos en el mismo abismo.
—¿Qué diferencias hay entre contar una historia en una serie o una película con un videojuego?
—Creo que el videojuego tiene el lado de la experiencia, y si la quieres parar le das a «pausa». Asumes el rol del personaje y eso no lo haces cuando ves la televisión. Invertimos en el personaje, nos proyectamos en él. Pero en el videojuego lo interpretas tú, son nuestras elecciones y alteramos la historia con ellas. Así que mientras lidiamos con las cinemáticas, que son cada vez mejores porque emulan cada vez mejor lo que hacemos en la pantalla, la habilidad de entrar en un mundo es una seducción distinta a sentarnos en un cine.
—¿Qué fase del proceso creativo disfrutas más?
—Como todo es un proceso y no puedes tener una sin la otra, al final aprecio todas. Es un placer estar solo con la historia y crearla, pero luego tengo que compartirla y crear un equipo. Estamos construyendo una bola de nieve de energía, desde el storyboard hasta la visualización, para traerla a la vida. Y verlo crecer es un proceso. Así que me gusta más allí donde estoy en ese momento.
—¿Y qué proyectos tienes en mente para el futuro?
—Tengo muchas cosas en el fuego. Un proyecto con Fox, una idea original con un pequeño estudio neozelandés, también una serie animada y un videojuego con ellos. Estoy hablando con grandes estudios, con todos, y en Netflix hay potencial. Y estoy presentando ideas en todas partes y tratando de saltar a lo siguiente.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: