El tirano de Siracusa

Siracusa está a poco más de 8 kilómetros de Liverpool y a 55 de México. Si no me cree, use un atlas de esos que mide 8×8 metros en el que salgan hasta las pedanías, o más fácil, vaya a Google Maps.

No es evidentemente la Siracusa de Arquímedes, sino la Syracuse de Tom Cruise, hijo pródigo de la población del estado de New York.

Ubicada en el extremo sur del lago Oneida, el lugar era territorio de los indios onondaga y el centro de operaciones de la Confederación Iroquesa antes de la llegada de los europeos. Benjamin Franklin, considerado uno de los padres fundadores de la democracia estadounidense, dejó anotaciones mostrando respeto por la Gran Ley de Paz, el sistema de gobierno y unión de las seis tribus que formaban la Confederación Iroquesa. Incluso se considera que parte de la estructura de gobierno de los nativos se incorporó en los pilares del texto magno de la incipiente nación.

"Aun sin conseguir ganar en el estado de Nueva York, el hombre que hacía sombra al sol demostró que no hace falta un asedio como el romano en Siracusa para lograr la victoria"

Volviendo a Syracuse, curiosamente desde el primer poco creativo nombre que le asignaron los colonos en 1780, Salt Point, siguió un baile de topónimos que parecían sacados de un bombo para cantar bingo: Webster’s Landing (1786), más tarde Bogardus Corners (1796), Milan (1809), South Salina (1812), Cossits’ Corners (1814), y Corinth en 1817.

Cuando el servicio postal de los Estados Unidos empezó a poner un poco de orden en el desbarajuste de localidades con nombres de todo pelo, rechazó este último nombre, Corinth, porque ya existía otra localidad con esa denominación en el estado de Nueva York. Así, en 1824 se eligió el de la ciudad italiana de Siracusa, considerando que al contar con industrias salinas y una localidad cercana llamada Salina, sería un buen homenaje a una de las polis más importantes de la Hélade griega.

Aquí, los resultados de las elecciones presidenciales de 2024 dieron por ganadora a Kamala Harris, con un 55.9%, frente a Donald Trump, que se quedó en un 44.1%. En el condado de Onondaga, al que pertenece la ciudad de Syracuse, el color azul de los mapas de votos muestra que la aspirante demócrata superó con un 58,6% a Trump. Aun sin conseguir ganar en el estado de Nueva York, el hombre que hacía sombra al sol demostró que no hace falta un asedio como el romano en Siracusa para lograr la victoria en el país más rico —o pobre, según se vea— del mundo.

La RAE adjetiva «tirano» con dos acepciones:

  1. adj. Dicho de una persona: Que obtiene contra derecho el gobierno de un Estado, especialmente si lo rige sin justicia y a medida de su voluntad.
  1. adj. Dicho de una persona: Que abusa de su poder, superioridad o fuerza en cualquier concepto o materia, o que, simplemente, del que impone ese poder y superioridad en grado extraordinario.

"Si viajamos veintitrés o veinticuatro siglos al pasado y saltamos a Sicilia para mirar de cerca Siracusa, la toma del Capitolio en 2021 recuerda, y mucho, a la de otros tsunamis orquestados por tiranos"

Antes de que se inventase Twitter o que el infame Elon Musk la convirtiera en una tela de araña al servicio de la difamación y la mentira orquestada, Dionisio I de Siracusa (el viejo, no confundir con su hijo el joven, también tirano y a mucha honra) ya usaba las canteras —latomías— para encarcelar a los disidentes políticos. Cuenta la leyenda que, escondido en lo alto, aprovechaba la acústica de la más tarde llamada Oreja de Dionisio para escuchar las conversaciones y planes de los “malvados” opositores.

Cuando Trump perdió las elecciones contra Joe Biden se convirtió en el ejemplo 1 de la descripción de tirano de la RAE, tratando de imponer, llamando a la revuelta, un poder que no le había concedido el pueblo soberano.

El mes pasado, cuando volvió a triunfar en las urnas, Trump se puso el número 2 de la definición en la RAE en el pecho, clavada como una medalla.

Si viajamos veintitrés o veinticuatro siglos al pasado y saltamos a Sicilia para mirar de cerca Siracusa, la toma del Capitolio en 2021 recuerda, y mucho, a la de otros tsunamis orquestados por tiranos que mandan a la masa enfervorecida y alimentada con patrañas para que, como olas de mar, golpeen las paredes de la democracia.

"En tiempos de los griegos la palabra tirano no tenía tanta mala fama. Solo hay que mirar a Sófocles titulando Edipo tirano, y no Edipo rey, como se le cambió más tarde"

Lo mismo que los tiranos de Siracusa surgieron en el V a.C. para echar del gobierno a la oligarquía encabezada por la familia de los Gamori, los fieles de Trump se agarran a un clavo ardiendo, defendiendo el lema tan manido últimamente de que el Estado no nos defiende ni representa y que solo el pueblo salva al pueblo. Sin embargo el resultado fue el de dejarse llevar por una vorágine de charlatanes que solo pretendían perpetuarse en el poder, o exterminar al enemigo como lo hicieron otros tantos en el no tan lejano siglo XX.

Sin embargo, en tiempos de los griegos la palabra «tirano» no tenía tanta mala fama. Solo hay que mirar a Sófocles titulando Oedypos tyrannos, ergo Edipo tirano, y no Edipo rey, como se le cambió más tarde. A unos de los primeros tiranos, los dos hermanos Gelón y Hierón, les fue relativamente bien en Gela y Siracusa, convertidas en dos urbes prósperas en su época.

De hecho, el cambio de sentido de la palabra «tirano» fue el resultado de los desmanes del tirano de turno, sumando demagogia, represión y contratación de mercenarios para su defensa. Quizá nos suene de algo trasladado a estos tiempos.

Ya con el pescado vendido y el mercado limpio de la sangre y las agallas tras las elecciones, me sale del alma un «malditos ilotas, o idiotas», que no es lo mismo pero es igual, como decía Silvio Rodríguez en «Pequeña serenata diurna».

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