El año 2024, en que se conmemora el 140 aniversario de la publicación del primer tomo de La Regenta, nos ha deparado una gran sorpresa con repercusión en distintos ámbitos, incluido probablemente el literario.
Don Genaro, nacido en 1813 en la aldea de Guimarán, en el asturiano concejo de Carreño, y fallecido en Oviedo en 1884, desempeñó a lo largo de su vida el cargo de Gobernador Civil en diversas provincias, residiendo en capitales como Zamora —cuna de Clarín—, León, Pontevedra o Guadalajara, ciudades en las que consta residió el futuro autor de La Regenta en períodos más o menos largos de su infancia. Teruel, Vizcaya, Lugo, Toledo y posiblemente Cuenca fueron otros destinos de don Genaro, pero es de suponer que no se trasladara a ellos con toda su familia, sino que su esposa e hijos residirían en la casa familiar de la Puerta Nueva —hoy calle Leopoldo Alas— de Oviedo, ciudad de la que don Genaro sería nombrado alcalde ya al final de su vida, y pasarían los veranos en la finca de Guimarán, residencia de sus padres, el matemático Ramón García-Alas y Rita Suárez de la Vega.
El primer hijo del matrimonio Alas-Ureña, Genaro (1844-1918), había nacido en Oviedo y con el tiempo se convertiría en ingeniero militar, alcanzando el grado de teniente coronel. Ostentaría importantes cargos públicos, además de destacar como periodista y maestro de esgrima. Persona de vasta cultura, políglota, científico y divulgador de las teorías de Darwin, contrajo matrimonio con Mercedes Cores Menéndez-Valdés y contamos con una excelente biografía suya a cargo de Andrés Osoro (Oviedo, KRK, 2006). Su nieto Genaro Alas Rodríguez fue uno de los principales arquitectos españoles de la segunda mitad del siglo XX.
Un año después que Genaro, en 1845, nace Marcelino, quien se casará con Socorro Cores, hermana de su cuñada Mercedes. Tras cursar la carrera de Derecho, obtiene Marcelino por oposición la plaza de registrador der la propiedad en Pravia, donde establecerá su residencia habitual. De vez en cuando se desplaza a Oviedo para impartir clase en la sección de Derecho de un centro de enseñanza creado por su hermano Genaro. Marcelino inspirará una de las primeras narraciones de Clarín, el relato en seis entregas titulado «La Vocación. Vida y obra de un registrador de la propiedad», publicado en El Solfeo en 1877, cuyo protagonista, Flugel (“Alas” en alemán) sostendrá que la «metafísica tiene su expresión más adecuada como ciencia primera en el lenguaje musical». En 1901 Marcelino acompañará a su hermano menor en sus últimas horas de vida. Bisnietos de Marcelino serán los también escritores ya fallecidos Juan Cueto Alas y Leopoldo Alas Mínguez.
Hasta el momento solo se conocía la existencia de una hermana de Clarín, María Concepción o Concha, cinco años mayor que él. Muy delicada de salud, Concha se ocuparía de sus dos hermanos menores durante la prolongada estancia de la familia en León (1858-1863), mientras los dos mayores se aplicaban a sus respectivos estudios. Sabemos que fue madrina del benjamín, Adolfo, nacido en 1861 y apadrinado por su hermano Marcelino, entonces ya bachiller. Al regreso de la familia a Oviedo, en 1865, la salud de Concha empeora progresivamente. A través de una carta que Leopoldo envía a su amigo José Quevedo en fecha imprecisa de la década de los 70, sabemos que Concha ya había fallecido. Clarín escribe: «El amor que se tiene a una hermana es una pasión santísima; yo solo la comprendí cuando perdí a la mía: cada dos o tres días sueño con ella y sueño que está viva, que está entre casada y soltera, entre viva y muerta, herida de enfermedad mortal, pero que vivirá mucho si la cuidamos con gran esmero». Desgraciadamente carecemos de más noticias acerca de Concha Alas Ureña, aunque no perdemos la esperanza de encontrarlas.
En 1851 y a instancias del político llanisco José Posada Herrera, entonces secretario del Consejo de Estado, don Genaro Alas había sido nombrado Gobernador Civil de Zamora, ciudad en la que al año siguiente nacerá Leopoldo Alas Ureña. Hasta ahora solo se sabía que Genaro padre había desempeñado previamente cargos políticos en Asturias y Madrid, y que en el momento de contraer matrimonio (1843) era alcalde de Carreño.
Como ya se ha dicho, en 1861 nace en León Adolfo, último vástago del matrimonio Alas Ureña. Parece que era persona más bien débil y apocada. Cursó estudios de Derecho y vivió siempre con su madre, hasta el fallecimiento de esta en 1896. Se sabe que contrajo matrimonio ya muerto su padre, y todo apunta a que siguió viviendo en la casa familiar de la Puerta Nueva una vez fallecida doña Leocadia. La inestabilidad laboral que sufrió dio lugar a que su hermano Leopoldo enviara misivas a Campoamor, Menéndez Pelayo y Castelar rogándoles se interesaran por él. Acompañó a Clarín en sus últimas horas, por lo que sabemos que le sobrevivió.
En el año 2017, Francisco Bustamante, uno de los firmantes de este artículo, preparaba la biografía del empresario asturiano Pepín Rodríguez (Colloto, 1866-La Habana, 1954), uno de los últimos indianos. José Rodríguez Fernández había sido el mayor vendedor de habanos del mundo y principal accionista de la fábrica de tabacos Romeo y Julieta. “Don Pepín”, como era conocido este gran benefactor y hombre de negocios, había mantenido una estrecha amistad con el político Donato Argüelles del Busto (1856-1933), alcalde de Gijón y miembro del Partido Reformista de Melquíades Álvarez. Un tío de Donato, Manuel Prendes Hevia, tabaquero de Candás, tenía una hija, Luisa Máxima, que se convertiría en la primera esposa del novelista Armando Palacio Valdés, amigo del futuro Clarín desde los años de instituto.
Parece que el primer encuentro entre el escritor lavianés y Luisa Máxima Prendes tuvo lugar en Candás precisamente con motivo de una de las visitas de Armando a su amigo Leopoldo, cuya casa familiar, como se ha dicho, se encontraba en la aldea de Guimarán, próxima a la capital del concejo de Carreño. El hermano menor de Leopoldo, Adolfo, habría acompañado a Armando a Candás, donde este vería asomada a la ventana a una bella morena, casi una niña, de la que se enamoró y con la que contrajo matrimonio en 1883, si bien esta unión habría de durar solo año y medio por el prematuro fallecimiento de Luisa.
Indagando en archivos y hemerotecas acerca de las personas reseñadas, se encontró tangencialmente un documento que aportaba nuevos y reveladores datos a la biografía de Clarín. Se trata de una partida de defunción que reza así:
San Isidoro a veintidós [?] de diciembre de mil ochocientos cincuenta y seis
Hoy ha muerto Elisa García Alas
Natural de Vigo.
De edad seis años
Enfermedad. Del pecho
Vivía en Puerta Nueva Alta Nº7
Se ha enterrado en el cementerio
Padres Genaro García Alas de Guimarán y Leocadia Ureña de Oviedo.
El Alcalde. Landeta [firma]
La aparición de esta hermana desconocida de Clarín prueba que la familia Alas Ureña se encontraba en Oviedo en 1856 y plantea varios interrogantes: ¿Qué puesto ocupaba Genaro Alas en Vigo en el año 1850? ¿Qué impacto pudo causar en un niño de cuatro años la pérdida de una hermanita dos años mayor que él? ¿Por qué Clarín, que llora a su otra hermana Concha, parece haberse olvidado de Elisa y, sin embargo, le da su nombre a su única hija?
La primera de las preguntas ya tiene respuesta al haber aparecido un documento fechado en Vigo el 23 de abril de 1849, por el que sabemos que en ese momento Genaro Alas ostentaba el cargo de presidente de la Junta principal de Sanidad.
La obra narrativa de Clarín aborda el tema de la muerte de una forma que ha sugerido a los estudiosos diversas interpretaciones. Las muertes tempranas de personajes como Pipá, el hijo de Ventura en «Las dos cajas», la hija de Carraspique en La Regenta, o Rosario en «El señor», pueden hacer pensar en la huella de aquellos dramas familiares.
Se da la circunstancia de que en 1880 visitó Asturias el poeta salmantino Ventura Ruiz Aguilera y se organizó con tal motivo una velada poética en el paraninfo de la Universidad. En dicho acto el joven Leopoldo Alas leyó «El dolor de los dolores», un poema que Ruiz Aguilera había dedicado a la muerte de su hija Elisa. La Revista de Asturias refiere que Clarín conmovió al público recitando previamente unas estrofas de su propia creación, desafortunadamente perdidas. ¿Irían dedicadas a su hermana Elisa?
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