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Carta nº 4 B

Correspondencia manuscrita del Maestro de la República Abel Bravo del Rincón, dirigida al canónigo Bruno Morey Fiol, durante los años de 1943 a 1960. Entre ambas circunstancias, con palabras sinceras, silencios naturales, fechas y recuerdos, consiguen ambos narrar el equilibro entre la confrontación y lo natural de sentir, pensar, convivir y así sobrevivir.

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«…Muchísimas gracias por tu participación en mis penas y por tus generosos ofrecimientos, que de buena gana aceptaría, si el juez de mi reingreso fuera de otra manera. Pero es… no diré… Rectilíneo ni curvilíneo, sino especial, y no hace caso de nadie. El día 23 del mes pasado estuve en Madrid, hablando con el escribiente de ese Señor… No me falta más que el Informe del Cura Párroco… Y las personas más allegadas a ese señor Cura —que son discípulos míos­— me han prometido que los dará buenos…»

Cabe la posibilidad de que se refiera a Juan Bautista Sobejano, por entonces capellán de la prisión de Totana, pues es quien examina al interno y deja constancia de que posee los conocimientos suficientes de religión que le hacen acreedor de la libertad condicional, el día 10 enero 1941. Juan Bautista fue trasladado a una de las ermitas cercanas, es posible que a El Ramonete, o a Henares, hacia 1909, por lo que debía conocer, al menos de vista o por cercanía, tanto a Abel como a su familia, y también las actividades en las escuelas activas de la zona de El Ramonete (desde 1921 al menos) y a las maestras que allí impartieron clase en la Unitaria de Niñas, o las vicisitudes de aquella zona. También podría atestiguar altercados posteriores, como el de 1932, cuando el gobernador de Murcia multó con cien pesetas a dos vendedores de un periódico comunista en el pueblo de Alcantarilla, o destacar cómo en 1933 la Misión Pedagógica dio a conocer allí obras del teatro clásico y aires populares de las diversas regiones españolas, incluyendo un programa de actuaciones  que comenzaba con la inofensiva interpretación de el Largo de Händel (para violín y piano), o la representación del paso de Las aceitunas (de Lope de Rueda), una charla sobre los orígenes del Teatro español (Siglo de Oro) con el entremés La guarda cuidadosa, de Cervantes, o un estudio del poeta murciano Vicente Medina.

"El expediente como prisionero de Abel quedó vinculado al de unos cincuenta detenidos a la fuerza el mismo mes, y en 1939, con diferentes oficios, edades"

Abel pasa a reunir, en copia, las frases lapidarias de Bruno Mayor recién recibidas en ese año de 1950: «…Los hombres, en general, estiran las palabras por el rango que ocupa el que las dice…. Vale más la idiotez en boca del que manda, que no la verdad en boca del que obedece… La tontería del rico se computa por ciencia, y la palabra sesuda del obrero es despreciada…» Esto era lo que se lanzaban entre párrafos, recuerdos y preguntas, y el Maestro las extrae, cabe imaginar que con gran alegría y hasta sorpresa; aunque las analiza o disecciona por fragmentos, las guarda en su totalidad organizando con ellas una especie medicina, de sanación personal muy privada. Pareciera que, en paralelo, Abel protegiera a su otra hermana Sagrario, también Maestra con plaza propia ya en 1905, y que tuvo varios destinos; en Baleares hacia 1908, destinada a Gente (Burgos) en 1910, y años después pasa por El Toboso (Toledo), Tragacete (Cuenca) y luego llega a El Esparragal, en Lorca. Muy poco se sabe de ella, excepto que pasa a obtener un Primer escalafón en 1931, y que, en la localidad de Beniel, figura ser donante de 771 pesetas en apoyo a la Campaña de Invierno que organizó la Alianza Juvenil Antifascista.

«…Aquellos cantos sencillos, pero melodiosos; aquellas bonitas poesías que recitábamos a diario y en ocasiones solemnes, como la de la Fiesta de la Raza, en la que tú tan brillante papel desempeñaste, aquellos paseos al Rupit, Son Veri, La Bourada, Son Matie, Granja de Esporles y otros sitios indescriptiblemente bellos, dejaron en todos vosotros y en mi, un recuerdo imborrable. También los libros de cuentos y las revistas ilustradas constituyeron otra nota de poesía. ¡Cómo os ataban a la Escuela con sus hilos invisibles! Tu me hablas de la afición que en ti se despertó por leer aquellos y otros después; pero yo veía que otros muchos niños —incluso pequeños— preferían hojearlos y gozar mirando los dibujos antes que marcharse  a comer. Entre ellos destacaban los pequeños  Miguel Bujosa y José Pons Mayol… »

El expediente como prisionero de Abel quedó vinculado al de unos cincuenta detenidos a la fuerza el mismo mes, y en 1939, con diferentes oficios, edades y profesando todos la religión C.a.R (católica, apostólica, romana). Son personas sin relación aparente, posiblemente fueron cercados en aquella zona montañosa, aislada y rebelde de Santa Cruz de Moya, Baños y Mendigo, o en Alcantarilla o Águilas, además de otros detenidos, más los desplazados o trasladados hacia Totana, o desde allí hacia otras prisiones. El hecho de que obtuviera la libertad condicional en 1941, y describirlo como algo que favoreció a Abel, en realidad fue lo que le salvó de vivir, o padecer, una de las peores y más duras épocas de esta prisión. De otra manera, pudo ser muy difícil para él sobrevivir, tanto física como mentalmente, aunque aquellos tres años sí pasaron por su cuerpo y mente en una especie de eternidad, viendo, además, lo que debió mirar y viviendo lo que jamás, probablemente, llegó a imaginar.

"Pareciera un leve caso Dreyfus con algo de Montecristo (sin fuga) y un Maestro que por fin tiene quien le escriba"

Pareciera un leve caso Dreyfus con algo de Montecristo (sin fuga) y un Maestro que por fin tiene quien le escriba. En el expediente carcelario se observa, y menciona, en correspondencia interna de la prisión, que la copia inicial se ha perdido o se traspapeló, y a la vez se intenta subsanar con despachos, telegramas y demás procesos administrativos. A causa del «extraviado expediente del recluso», a día de hoy están reunidos el original, las copias sucesivas, la sentencia, más lo que fuera apareciendo, anexados a las valoraciones anuales y a los «suplicatorios» ya mencionados de Abel con su impecable caligrafía. De aquella prisión de Totana solo se fugaron tres o cuatro presos (que bien pudo conocer Abel), todos ellos de la población  comer. Entre ellos destacaban ldibujos que marcharse  a comer. Entre ellos destacaban ños pequeños Miguel Bujosa y Josuyeron ot de Alhama; figuran como evadidos y forman parte de una proeza, y épica, sin precedentes, con un final triste. Uno de ellos fallece «por herida de disparo» (Juan Soto), otros fueron ejecutados, y nada se sabe del capitán de infantería Juan Moreno Martínez, al que consideraban muy peligroso «por levantar» a las masas en Alhama. Las enfermedades que rondaban al maestro Abel en aquella prisión, eran avitaminosis, tuberculosis, tifus, fiebres, infecciones, desnutrición… Y quienes le acompañaron, a modo de ejemplo, fueron el jornalero Manuel González Beltrán, el estudiante Anterio Megías López (condenado a 30 años), el maestro Manuel Susarte García, que en los años setenta fue un defensor del reconocimiento de los maestros y maestras de la República; o bien un practicante, o José Murcia Sánchez que fallece en 1940 de tuberculosis pulmonar, y que  está censado en la fosa común denominada Totana III, a quien ni tan siquiera le dio tiempo de tener expediente penitenciario propio. El investigador Rodríguez Teijeiro especifica más la gravedad: El momento de  mayor incidencia de muertes parece ser el invierno de 1941-42 (como en Totana), después de que los reclusos hayan pasado varios meses sometidos a una dieta insuficiente, a esto se unían los trabajos forzados en las obras del pantano del Cenajo, o en la minería de La Unión y El Llano del Beal.

«…En cuanto a los recuerdos de las cosas que hacíamos en la Escuela, la sidra, el estudio del crecimiento de las plantas en las macetas, los Huesos… Ya te fijabas en la excelente condición que debe reunir la enseñanza para ser buena: Ser Objetiva… Que sea Intuitiva, que los Niños vean lo que se desea enseñarles… ¡Cualquiera le mete en la cabeza a un niño lo que quiere decir MIL! Y la diferencia que hay entre Uno, Diez, Ciento y Mil. Si no intervienen más que las palabras, eso no quiere decir nada para él. Pero si el ve, en una parte Un Hueso; y en otra Diez Huesos; en otra un cuadro con Cien Huesos; y más allá diez Cuadros de Cien, se aclararán los conceptos de tal manera que no habrá confusión entre unidades, décimas, centésimas y millares. Y el Mil se le meterá tan hondo en la cabeza que no habrá quién se lo saque… Esa era la finalidad que tenían los Huesos…»

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(Juan Bautista Sobejano Serrano contribuyó con 10 pesetas para construir una lápida conmemorativa en el XIII Centenario de la Unidad Católica, estando ya en Totana, en 1889. Será presbítero de la ermita de San José en 1900, y hacia 1916 también será Presidente de la diócesis de Palas (Cartagena). Sagrario, la hermana de Abel, terminó viviendo en Alicante, y en 1968 estaba solicitando la descalificación de las viviendas protegidas números 20 y 22 por la zona de La Dehesilla. El poeta Vicente Medina es un caso particular. Deja escrito: En la palabra viva siento por excelencia mi literatura… Transitó la crisis del 98, las contrariedades, en especial en las zonas rurales, e hizo su denuncia implícita desde aquella Generación del 98…, con un naturalismo que dio naturalidad a la denuncia.)

(P.d) Abel coincidiría con muchos otros detenidos, de listado imposible aquí; el piloto aviador Enrique Caballero Jiménez, un ferroviario Yugoeslavo nacido en un Cantón del Danubio, Carlos Lakatos, por ser policía de la Retaguardia Roja, apodado El Checo, o El Ruso; un director de banda, y quien también ingresa en prisión y si que fue alcalde (de Murcia) era Bienvenido Santos Borrego, también director del diario Nuestra Lucha…)

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