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La Vecina Rubia: «Escribir es sanador»

La Vecina Rubia: «Escribir es sanador»

Viene siendo habitual que tras el verano las editoriales vistan sus mejores nombres de cara a la esperada rentrée y, durante los últimos años, el nombre de La Vecina Rubia se ha hecho un hueco en las listas de libros más vendidos de esas fechas. Con su última novela, Mi querida Lucía, la conocida escritora conseguía la impactante cifra de 25.000 ejemplares vendidos en preventa con un libro en el que deja su zona de confort para adentrarse en la novela negra con un toque nostálgico, y manteniendo muchos de sus temas recurrentes que sus lectores más fieles sabrán recoger. Como ya hemos hecho en otras ocasiones, desde Zenda hemos querido hablar con ella para saber qué la ha llevado a este género y cómo se vive el lanzamiento de una novela independiente a la serie que la llevó a cientos de miles de hogares.

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—Muchos escritores se pasan la vida buscando la fórmula del éxito, algo que tú has conseguido con tu Trilogía del verano. Eso me lleva a preguntarme qué es lo que te ha hecho decidirte a cambiar de género.

—Creo que tener como objetivo el éxito es garantía de infelicidad. No sé si lo he conseguido, porque nunca lo he buscado. Como escritora comencé en redes sociales con textos donde la identificación y transferencia con el lector era lo más importante. Ahora, cuatro novelas más tarde, la fórmula sigue siendo la misma, sin importar el género o el formato. En este sentido soy una persona en constante evolución y no me gusta acomodarme en una zona de confort y explotarla; me gusta ponerme a prueba continuamente y de eso me he convencido a la hora de afrontar este thriller con tintes de cozy crime. Obviamente, como cuando comencé en 2021, habrá a quien le parezca un atrevimiento, casi presuntuoso, que un perfil de redes sociales escriba y por supuesto que cambie a un género como este. Habrá quien diga: “Vaya, esto no es un thriller, porque los thrillers son los que yo leo, y tiene que haber x e y…”, pero no es así. Lo maravilloso del mundo literario es que es impredecible y tiene la capacidad de sorprenderte, y en este caso Mi querida Lucía es un maravilloso thriller del que estoy muy orgullosa, principalmente porque me he sentido muy cómoda con la historia y el formato, que afortunadamente está llegando al lector, lo cual me hace estar tremendamente agradecida por la confianza depositada en mí por parte de las ya habituales, además de los nuevos que puedan atreverse.

—Si tenemos en cuenta que en tu anterior novela habías dejado una pista oculta pero a la vista de todos, ¿cuánto tiempo hace que esta novela existe en tu cabeza?

"Con esta nueva novela pretendo encontrarme con un público distinto, ofreciendo nuevas experiencias en las historias que afronto"

—Personalmente, no me gusta dejar nada aleatorio en mis novelas. Por un lado, con esta nueva novela pretendo encontrarme con un público distinto, ofreciendo nuevas experiencias en las historias que afronto. Buscando, por ejemplo, que mis lecturas tengan una historia sólida, una narrativa limpia e impoluta y no se perciban como algo exclusivo de mujeres, algo que ocurre mucho con las autoras, porque los autores hombres tienen la capacidad de llegar a ambos géneros, pero a nosotras siempre nos cuesta más superar esa barrera del sesgo literario. No obstante, también me gusta hacer cómplice de ello, con estos pequeños regalos, a la comunidad que me lleva acompañando desde las novelas anteriores. Son detalles que, si los percibes, lo disfrutarás, pero que en ningún caso entorpece una lectura individual y aislada de cada nueva novela, más aún en este salto de género. Imagino que ahora mismo se entenderá como “esto me suena de la misma época en la que ocurría la novela anterior”, pero con el tiempo se percibirá como detalles muy interesantes que interrelacionan temporalmente personajes que vienen de historias diferentes y que por un momento se tocan en distintas líneas narrativas. Estoy segura de que con el tiempo se valorará como un recurso narrativo interesante, algo que en el cine ya se aplaude entre sagas y funciona realmente bien… Obviamente, todo ello podrá ocurrir cuando consigamos quitar del medio la etiqueta de influencer de mi apellido. Va quedando menos.

—En Mi querida Lucía has elegido mirar atrás, hacia una época en la que la tecnología no domina nuestras vidas. ¿Por qué?

—Porque es muy habitual, casi una constante, que los thrillers estén referenciados en países lejanos o en épocas históricas muy anteriores a la nuestra. Todo lo que sea el thriller por antonomasia en este país tiene sangre a raudales y un tono grotesco que a menudo deja en evidencia la historia en sí misma. Yo quería contextualizar la novela en un pasado muy reciente porque me parecía mucho más real. Enfrentarnos a un secuestro en Wisconsin o hablar de la Guerra Civil son temas manidos, pero hacerlo de una experiencia real de una época por la que prácticamente todas las generaciones mayores de edad hemos pasado es una referencia clara de identificación, y ese es el detalle que representa mi forma de escribir. Por mi edad y experiencia vivida, el 2002 fue un cambio de los más bruscos que como sociedad hemos sufrido, no solo a nivel económico y social, sino también a nivel tecnológico. La democratización de las comunicaciones a través de móviles y la conexión ADSL en cada casa trajo consigo el inicio de un primer paso hacia delante que iba a dejar en el olvido el noble arte de la carta escrita. Ese es el punto de partida de Mi querida Lucía: ¿qué ocurriría si en un mundo que empezaba a ser más tecnológico el conflicto parte de ese proceso que empieza a ser obsoleto? Esto me llevó a plantear una historia donde una madre soltera, astróloga de una revista juvenil, tan de moda en aquella época, recibe una carta sin franqueo que la hace responsable de una muerte si no toma partido, como punto de inicio. Y lo hace sobre esa sociedad de los dos mil que se veía inmersa en los primeros móviles y mensajería instantánea por ordenador. Ahora es algo común, pero visto desde un punto de vista real, el componente nostálgico es muy interesante.

—En todas tus novelas hay temas de fondo que reflejan preocupaciones de la sociedad. ¿Crees que la novela es una forma de dar visibilidad a problemas aparentemente comunes?

"¿Que hay una crítica social a la sanidad en Mi querida Lucía? La hay, pero enmascarada dentro de la historia y en un momento concreto"

—Sí y no. Siempre que abordo una novela en una época distinta de la actual busco referenciar la situación económica y social del país en ese momento concreto, porque lo marca todo. La posición intelectual de los personajes, las clases sociales, las costumbres, los hábitos, los problemas que preocupaban en aquella época, a los que había que hacer frente, que son completamente diferentes a las actuales… Probablemente un lector o booktuber muy joven no lo aprecie porque no lo identifique, son otras generaciones, movidas también por otras inclinaciones hacia el exceso, por ello intento buscar el equilibrio, para que esté presente pero no desvíe la atención sobre el desarrollo de la historia. Para mí esto es fundamental. ¿Que hay una crítica social a la sanidad en Mi querida Lucía? La hay, pero enmascarada dentro de la historia y en un momento concreto. ¿Que hay un componente de denuncia sobre la presión laboral? La hay, pero en su justa medida para que no interrumpa el leitmotiv de los personajes. ¿Que hay una presencia de la problemática sobre la aceptación del papel de la mujer soltera a principios de siglo? Es evidente, pero no es el grueso de la historia, simplemente la complementa. Detenerse en cada una de ellas en detalle es arriesgarme a romper el ritmo narrativo. Por todo ello, la novela se nutre de esta contextualización, pero por encima de todo pretende ser ágil, enganchar al lector y conseguir que no desvíe de la historia principal, que en este caso concreto es la situación a la que se enfrenta Lucía como protagonista. En este sentido, para mí como autora es un regalo escuchar que la novela se lee en dos días. Esa es mi misión, entretener de una manera que quien arranca con las primeras páginas no quiera parar. La reflexión posterior sobre los matices del contexto lo dejo para saborearlos después, pero no pueden retrasar el objetivo de la narración.

—En este caso la condición sexual de uno de los personajes principales toma protagonismo, algo que sucedía a principios del milenio. ¿Sigue importando la vida privada de una persona para la forma en que se la percibe, o crees que es algo que hemos ido superando con el paso de los años?

—La condición sexual de uno de los personajes sin duda marca su manera personal de enfrentarse a una sociedad que en pleno 2002 aún estaba desarrollándose. Que una prometedora subinspectora de la Policía Judicial de Madrid fuera lesbiana en aquel tiempo no solo afecta a su posición laboral y su relación frente a sus compañeros y superiores, sino a su propia situación emocional. Elsa es un personaje luchador por obligación, y esos personajes son los que más me interesan. Se puede luchar por convicción, pero cuando se hace por obligación el sufrimiento es mayor. Como escritora, concebida ya desde la primera novela con la etiqueta de influencer, me siento muy identificada con este personaje. Siempre en una batalla constante y obligada, no por mí misma, sino por otros, en la búsqueda de demostrar la valía por encima de esa etiqueta. No sé si esta respuesta alude a la pregunta de si lo hemos superado, porque realmente creo que socialmente los problemas de cualquier índole no desaparecen, se trasladan con el paso del tiempo. Ahora, por ejemplo, ¿hemos superado la existencia de una lectura para mujeres frente a la de hombres? ¿Puede un hombre disfrutar de una lectura escrita por una mujer en cualquier género? ¿Por qué un escritor tiene por igual un público de géneros diversos y una mujer suele empatizar únicamente con el suyo propio?¿Estamos preparados para afrontar otro tipo de géneros literarios más desconocidos hasta ahora como el romantasy o la poesía cinética? Mi querida Lucía es una novela que, si quieres tratarla desde lo superficial, achacando otros problemas ajenos a la propia novela, será fácil de catalogar como un thriller ligero, pero si te interesa adentrarte en la historia descubrirás una narrativa cercana al realismo social de lo cotidiano que, tratado con ironía y algo de humor, es más aterrador que la terrible situación que vive la protagonista.

—En todas tus novelas hay un espacio para tu padre, y eso me lleva a preguntarme si tu amor por los libros viene de él.

—Mi padre fue una inspiración. Siempre estaré agradecida a su insistencia en que leyera cuando era una niña, y a esa imagen sobre un sillón devorando libros los fines de semana que me regalaba. Dedicarle cada uno de mis libros y que su figura siempre se pueda intuir sobre alguno de los personajes es algo que me acerca a él y de lo que siento que estaría muy orgulloso.

—Y después de ser lectora, ¿en qué momento empiezas a pensar en escribir tus propias historias? O mejor aún, ¿por qué escribes?

"Escribir es sanador. Cualquier persona, escritora o novelista tiene un motivo. Económico, personal, catártico o por pura vanidad"

—Escribir es sanador. Cualquier persona, escritora o novelista tiene un motivo. Económico, personal, catártico o por pura vanidad. En mi caso, me ayuda a liberar parte de la carga emocional acumulada, la del propio día a día, que ya es bastante, junto con la que arrastro del pasado. Si en ese proceso, buscando la identificación como parte fundamental de mi estilo literario, consigo que los lectores se sientan identificados con ese efecto propio representado en los personajes y la historia, la respuesta es clara: “Escribo porque las palabras no son dueñas de una misma, sino de todos aquellos quienes las leen”.

—Los lectores que no te conocen en tu faceta de escritora, ¿qué se van a encontrar en Mi querida Lucía?

—En Mi querida Lucía van a descubrir un thriller real, sin artificios y arriesgado, porque probablemente se salga del canon establecido, actualmente recrudecido en una sola dirección: asesinato, desapariciones, policías excepcionales y sangre. En este sentido nos encontramos con un relato principalmente apasionante y psicológico, que te obliga a buscar y cuestionar a los personajes, no solo en la búsqueda del posible homicida, sino en las decisiones que cada uno de ellos va tomando, y a posicionarte a favor o en contra en capítulos contiguos, todo ello contextualizado en una época de democratización tecnológica que marcó el inicio de todo lo que vivimos ahora. Para mí, este apartado era algo fundamental. Que la historia, lejos de recrudecerse en cada muerte o intento de asesinato, fuera una experiencia inmersiva que te obligara a entender la situación. Para ello, el contexto de crecimiento digital e internet era un entorno perfecto, por el cambio que dejaba a un lado el noble arte de la escritura y la recopilación de la información en libros y enciclopedias. En ese punto de inflexión, nuestra protagonista es responsable involuntaria de unos asesinatos que la incriminan a través de unas cartas anónimas que recibe en la propia redacción donde trabaja, arrastrándonos junto a ella por un sinuoso camino de posibles culpables. Una situación que no puede controlar y que le hará tomar decisiones por sí misma y por su hija ante la situación límite. Esto es lo que podrán encontrar en la novela: un relato donde sentí la necesidad de desarrollar una trama honesta que de manera lineal te fuera obligando a ser parte del proceso policial y posicionarte sobre los posibles sospechosos hasta llegar a la resolución final de manera sorpresiva, pero muy natural. Que fuera mostrando el cambio de Lucía en el proceso, la desesperación y que en su conjunto enganchara al lector por la necesidad de consumir la trama.

—Dentro de la novela hay espacio para el humor, hay guiños divertidos e ironía. ¿Hay alguna parte que recuerdes haber escrito con una sonrisa en particular?

"Dentro de una novela hay espacio para la vida, por eso hay cabida para tantos aspectos. Lo importante es cómo conjugarlos"

—Dentro de una novela hay espacio para la vida, por eso hay cabida para tantos aspectos. Lo importante es cómo conjugarlos. Siempre me interesó mucho el formato que Gillian Flynn utilizó en su novela Perdida, un retrato costumbrista con una protagonista muy especial y un trabajo diferente, porque de eso se trata, de buscar la identificación sin caer en el tópico de fortaleza e inteligencia. Mi querida Lucía suspira por representar estos aspectos en cada detalle, desde la propia protagonista y visión estelar del mundo, pasando por el pedante homicida, la desgastada pareja de inspectores y la crueldad de los compañeros de trabajo de Lucía o el amor incondicional por su hija. Si tuviera que destacar alguna de estas partes, en clave de humor, sin duda sería la competencia entre compañeras de trabajo y el acoso laboral al que está sometida Lucía por una compañera.

—Con este ya son cuatro los títulos que tienes en las librerías, ya que ninguno de ellos ha dejado de estar en ellas. ¿Te sientes acogida en el mundo literario, o es un espacio difícil?

—El mundo literario es como cualquier otro mundo profesional. Tiene sus costumbres, sus opiniones, a veces sesgadas, sus mecanismos de supervivencia, sus partes más nobles… pero tengo la sensación y la certeza de que la percepción que se tiene de mí va cambiando. Percibo que incluso desde los medios de comunicación se empieza a sentir de manera diferente el trabajo que como autora y desde la propia editorial hacemos para transmitir el buen hacer y la profesionalidad detrás de cada proyecto literario que emprendemos. Incluso en las propias entrevistas lo percibo así, en el tono de las preguntas que ya tienden a centrarse más en mi faceta como escritora y en la propia novela y su contexto, más que en mi perfil de redes sociales o mi anonimato. Ya ocurrió con Carlos Ruiz Zafón. Él también era considerado un escritor comercial, un guionista que llegó con gran éxito a un mundo literario muy cerrado que con el paso del tiempo le abrió sus puertas de par en par. Espero que eso ocurra en mi caso, y principalmente por el propio desarrollo de mi trabajo.

—Por último, me gustaría saber qué podemos esperar en tus siguientes novelas.

—Responder a esto sería lo más parecido a desvelar el nombre de los premios Planeta del año que viene… Estropearía la sorpresa. Estoy segura de que va a sorprender.

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Cassandra
Cassandra
1 mes hace

Esta mujer no se ha leído un thriller en la vida y no tiene ni idea de la cantidad de thillers distintos que hay, no solo gores y crudos como piensa. Debería leer e investigar más antes de sentar cátedra y decir que su libro es diferente cuando es una película de sobremesa de antena 3 que ya hemos visto mil veces.

Última edición 1 mes hace por Cassandra
Ricarrob
Ricarrob
1 mes hace

Esto seguro que es un fraude màs. No aparece la presunra autora. No se sabe quien es. Esto suena a las indigeribles novelas de la famosísima Carmen Mola que resultó que eran tres tíos

Seguro que ni vecina, ni rubia. Que es un tío, gordo a reventar, con granos en la cara, calvo y con gafas, de sesenta años, tipo Koldo, y que nos quiere dar kanguro por liebre.

Que lo lean los crédulos.