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Ayuso, manzanas traigo

Ayuso, manzanas traigo

Parece haber dos momentos en que los políticos escriben libros. Uno es cuando pueden llegar muy lejos; el otro, cuando ya no van a ninguna parte. Los libros que publican en activo son como piezas sueltas, y no poco pesadas, de su continua campaña electoral. Los libros que publican cuando se retiran, amén de proporcionarles en algunos casos adelantos principescos, suelen funcionar como control de daños de lo que nos hicieron desde el poder. Luego está Pedro Sánchez, que lleva escritos dos libros con todas las intenciones al mismo tiempo.

Estos volúmenes es difícil de creer que los escriben ellos mismos; que se sientan, piensan, teclean y borran, se desesperan, avanzan durante horas y días y meses y completan al cabo un gran mosaico de cien mil palabras con sentido. Nadie escribe un libro de un día para otro, sin haber escrito mucho y leído otro tanto. Los políticos no escriben y, desde luego, no leen; todo lo encargan. Sus libros, por tanto, estos libros, son de una gran vaciedad, pues nunca se retratan humanos y, sobre todo, en actitudes malvadas. Nunca pintan la escena donde decidieron, por ejemplo, cargarse a un periodista o filtrar un documento confidencial o distribuir un vídeo comprometedor. Esos serían los libros que querríamos leer de su puño y letra. Pero entonces la política se revelaría a todas luces como un juego de canallas, y el tinglado extractivo y nepotista se vendría abajo para siempre.

A veces alguien, por pasión personal, quiere escribir un libro sobre un político. De Isabel Díaz Ayuso ya teníamos en Akal Porque me da la gana: Ayuso, la nueva lideresa (2023), de Alicia Gutiérrez Martínez. Ahora el periodista Cristian Campos responde con Me gusta la fruta (Deusto).

"Me gusta la fruta gira el prisma para esculpir la estatua de una heroína"

Es curioso que ambos libros se portiquen con palabras destempladas. “Porque me da la gana” suena a voluntad firme, mandona y sin filtrar. “Me gusta la fruta” va más lejos, en su apariencia nutritiva: reproduce la frase eufemística que empleó Ayuso para referirse a sus palabras “qué hijo de puta”, dirigidas a Pedro Sánchez. Se había metido con su hermano desde la tribuna del Congreso.

Si Porque me da la gana, según se entiende (no tuve ocasión de leerlo), levanta un lienzo mefistofélico de Isabel Díaz Ayuso, Me gusta la fruta gira el prisma para esculpir la estatua de una heroína. No es extraño que el primero lo publicara Akal y el segundo Deusto.

Cristian Campos, excelente columnista y jefe de columnistas, plantea la modernidad política de Ayuso, que enseguida emparenta con la de Sánchez y, menos pugilísticamente, con la de Pablo Iglesias. Estos políticos acompañan los tiempos actuales con su “carisma”, que parece ser lo necesario para ganar votantes en los días de las redes sociales. Para el autor, Ayuso es “libertaria”, mientras que Sánchez “sólo cree en Sánchez”. Pablo Iglesias ya no cuenta.

La estrella Ayuso es un misterio, como cualquier triunfador. Campos se empeña de descubrir cómo una madrileña sin abolengo acaba protagonizando todos los telediarios. Son las páginas más gozosas de Me gusta la fruta, esas en las que revisamos la biografía primitiva de la presidenta madrileña, los colegios a los que fue, su paso por la universidad, su minúsculo papel en el PP y su despegue, tutelado por Esperanza Aguirre y Miguel Ángel Rodríguez.

"Aunque Campos escribe desde la total simpatía por Ayuso, el libro se ha hecho en la distancia, sin la participación de la líder política"

Aunque Campos escribe desde la total simpatía por Ayuso, el libro se ha hecho en la distancia, sin la participación de la líder política ni de fuentes novedosas. Así, una vez metido en la lucha electoral, el personaje Ayuso se nos retrata por todo ese aluvión de informaciones que han minutado su carrera, que Campos conoce a la perfección y orquesta con dinamismo. Sin embargo, echa uno de menos más trastienda y menos titular, más secreto y menos exclusiva. Se cita la opinión que diversos columnistas (de David Mejía a Manuel Jabois) expresaron sobre Ayuso en alguno de sus artículos, así como las decenas de polémicas (hermano, padre, novio, Milei) en las que se vio envuelta la actual presidenta de la Comunidad de Madrid, pero falta el dato doméstico, la foto entre bastidores.

Por ello, destacan en esta panorámica las dos aportaciones que un par de testigos directos hacen a Cristian Campos, después de invitarlos a comer. Se presentan en forma de diálogo o entrevista. Hay cierto riesgo en romper la corriente ensayística del libro con un intercambio de pareceres que ocupará varias páginas, pero lo cierto es que funciona estupendamente. Una de estas entrevistas es con Jorge Bustos, que le dice sobre su objeto de estudio: “Tú no puedes luchar contra la autenticidad. Ayuso es exactamente igual en una comida off the record que delante de un atril”.

La otra entrevistada, hacia el final del libro, es Pilar Rodríguez Losantos, asesora de comunicación que trabajó para Martínez Almeida y hoy preside OK Diario. Sus declaraciones ásperas y contundentes resultan llamativas. “Ayuso tiene algo que todo el mundo, simpatizantes y detractores, reconocen. Que es una tía con huevos. Eso es lo que dice todo el mundo: que es una tía valiente. No dicen que sea una tía culta, como Cayetana. Lo que dicen es que tiene huevos”.

“¿El PP tiene suelo?”, pregunta Campos. Respuesta: “Habría que matar al que dice esas chorradas del suelo. Nadie tiene suelo. El suelo es cero”.

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Jaime Ramírez-Morales
Jaime Ramírez-Morales
4 ddís hace

Se te nota en la mirá que vives enamorá. Yo tampoco tengo suelo. El suelo es cero infinito elevado a la máxima potencia.
Pues eso, que manzanas traigo.

Marcus Oliveira
Marcus Oliveira
1 día hace

Los pido perdón, pero «… es una tía con huevos…» es de matar… Corrupta hasta la medula, ¿verdad? Cada generación con sus tias con huevos…

Patricio
Patricio
14 horas hace
Responder a  Marcus Oliveira

Básicamente, no está investigada, ni condenada por absolutamente nada. Vaya, no está ni cerca de estarlo; de hecho, hacía décadas que la CM no estaba tan limpia de corrupción.