Una naturaleza propicia y bucólica, idealizada, que inspira sentimientos de nostalgia por un paraíso perdido, una tierra prometida que no se pudo alcanzar. O un mundo áspero más próximo al de la bestia que al del ser humano, donde rigen los instintos primarios en un clima de atraso e incultura. Dos visiones contrapuestas y falsas del mundo rural, superadas por la llamada nueva ruralidad que intenta rompe las rígidas fronteras entre campo y ciudad. Pese a la desertificación demográfica de parte de su territorio, el campo español es un lugar vibrante de vida, reservorio de un acervo cultural que se ignora o desprecia. Poner en valor ese patrimonio es el objetivo de Alimón Creaciones, un sello editorial creado a mediados de 2023 por Álvaro Ibáñez Solaz, que después de trabajar veinte años rodeado de libros como librero y archivero en diferentes instituciones, decidió producirlos por su cuenta y riesgo en San Antonio, una aldea de dos mil habitantes próxima a Requena (Valencia).
«He estado siempre rodeado de libros y papeles», dice Ibáñez. «Provengo de una familia de migrantes rurales, mi madre abandonó San Antonio rumbo a la ciudad para buscar oportunidades laborales y una cierta libertad que no encontraba en el pueblo, pero yo crecí con una sensación extraña de desarriago que creo que es común entre los hijos de migrantes. La ciudad que en su día era una oportunidad para mi madre, para mí significó durante mucho tiempo un espacio ajeno por el que no sentía apego, y a la vez me sentía desvinculado del ámbito rural».
En 2018, Ibáñez se trasladó al municipio valenciano de Cortes de Pallás, en el valle de Ayora-Cofrentes, para trabajar como archivero, y durante los cinco años que vivió allí cuajó en su mente la idea de que el mundo rural encierra historias maravillosas que merece la pena contar. Y que sobre todo, han de ser contadas por sus propios protagonistas y editadas por una editorial también asentada en lo rural. Y de esa simiente brotó Alalimón Creaciones.
«Lo rural ha sido en los últimos años tendencia a nivel narrativo y de ensayo. Pero mucho de lo publicado sobre el tema ha nacido desde la ciudad y con una doble consecuencia, perpetuando una mirada urbanocentrista cargada de clichés y dirigido a un publico urbanita. Nuestra aportación es publicar desde lo rural para lo rural. Llevamos nuestros libros a pequeños pueblos mediante charlas y presentaciones, y la gente muestra agradecimiento porque el lenguaje y los temas de nuestros libros les atraviesan. Son ediciones muy cuidadas y trabajadas, en las que texto e imagen, fotografía e ilustración se dan la mano».
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El canto de la garlocha de José Fajardo es el primer libro editado por Alalimón Creaciones, un ensayo de etnobiología que reúne ochenta relatos a partir de los testimonios recogidos entre un millar de «informantes» como denomina su autor a los ancianos que viven en distintas comarcas de Castilla-La Mancha. Ilustrado con más de 150 fotografías del archivo gráfico del Instituto de Estudios Albacetenses, de otros archivos institucionales y varias actuales de Ricardo Beléndez y Carmen Fuentes Escribano, entre otros, además del minucioso trabajo de ilustración de Aneta Tarmokas, que combina la técnica manual de carvado con el retoque informático.
«Se está produciendo una erosión de conocimientos tradicionales trasmitidos generación tras generación que son señas de identidad del mundo rural», señala Fajardo. «Conocimientos que permiten el desarrollo de una comunidad aprovechando los recursos naturales a su alcance y que, por desgracia ya no son valorados ni siquiera por sus propios depositarios. Este libro invita a no olvidar las antiguas relaciones entre el ser humano y su medio, a retomar la solidaridad, el respeto y eliminar el ansia por el beneficio económico a toda costa».
Entre los relatos reunidos, uno de los más estremecedores que delata el hambre que padecían los campesinos en años de mala cosecha es una estrategia de supervivencia peculiar que se da también en cierta zonas de África. Se trataba de engañar a las hormigas simulando una tormenta por la noche con esparto y agua para que extrajeran sus provisiones de grano evitando así que germinasen por adelantado. Al día siguiente, se recogía el botín conseguido mediante esta ingeniosa trampa. El libro reúne otros muchos relatos de contenido muy diverso que reflejan una realidad pretérita digna de permanecer en la memoria colectiva.
¿A qué canto se refiere su título? «Garlocha» significa vara o pica para el ganado pero también es el nombre de un ave más conocida como «torcecuellos» del grupo de los pájaros carpinteros, aunque no acostumbra a perforar los troncos de los árboles. Recibe ese sobrenombre porque cuando es sorprendida en el nido, eriza las plumas de la cabeza encuadrando con ellas los ojos, de una manera extraña, mientras que gira lentamente el cuello, estirándose y encogiéndose, al tiempo que silba como una culebra encolerizada. Según la sabiduría popular, el canto de esta avecilla es señal inequívoca de lluvia.
El último proyecto de Alalimón Creaciones, ya a la venta es Casi siempre por la noche: historia del rock en la Tierra Bobal 1963-2013, de Conrado Ibáñez González, un libro de gran formato, 500 páginas y más de mil imágenes entre fotografías, dibujos, carteles, flyers, trípticos. «Ha sido una apuesta arriesgada por la inversión de horas de trabajo y dinero destinada a un libro de carácter local dedicado a una comunidad de lectores muy concreta, pero me parecía interesante romper con la idea del rock como patrimonio cultural exclusivo del ámbito urbano», resalta Ibáñez. El libro explora el arraigo y desarrollo durante 50 años de una potente cultura rockera en una comarca del interior valenciano, la Meseta de Requena-Utiel, donde han funcionado 99 bandas de rock de todos los estilos con múltiples y divertidas historias. «El libro también rompe con la idea de lo rural vinculado únicamente a lo agrícola, al campo y a los animales, poeque allí también llegan los cambios y las modas».
El nombre de la editorial, Alalimón, tiene varios significados como juego infantil o una actividad que se realiza de forma conjunta y simultanea entre dos o más personas. «Quería referirme con ese nombre a la forma en que se ha vivido, sobrevivido y trabajado habitual y tradicionalmente en el campo, desde la solidaridad y el apoyo mutuo», dice Ibáñez. «Alalimón también ha funcionado como un sortilegio y la palabra ha invocado que se diera esa relación de colaboración y apoyo sincero entre la editorial y las personas que participan de ella, los autores, ilustradoras, revisoras correctoras, maquetador, etcétera».
Otros dos títulos editados son: Cuina nostra de Casimir y García ilustrado por Aneta Tarmokas y A la una andaba la mula colección de canciones, romances, nanas, coplillas y juegos reunidos por el maestro jubilado Francisco Arroyo e ilustrados por Peregrín.
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