Dicen que nunca es tarde para aprender algo nuevo, y creo que es cierto. Con frecuencia, son nuestros propios prejuicios los que nos mantienen en la ignorancia. Yo misma, que desde siempre he sentido cierta apatía hacia el arte pictórico, el otro día me vi sacudida por Rubens en el Museo del Prado. Sí, como se lo cuento. Caminaba calladita y escuchando las explicaciones del guía sobre otras obras y, de pronto, mi atención se centró en el enorme retrato ecuestre del duque de Lerma; parecía una fotografía que hubiese captado al protagonista en un instante en el que se podía adivinar, en su mirada, el brillo de la astucia, la determinación y la fuerza. Busqué más obras de Rubens —contemplarlas en directo no tiene nada que ver con verlas en un libro— y me salté a la torera las salas de El Greco y de Goya, para descubrir al que ahora es uno de mis artistas favoritos.
Y ustedes, ¿tienen prejuicios en el arte? ¿Y en la literatura? Los que sean hombres y hayan leído a Jane Austen que levanten la mano. ¿Cuántos creen que se trata de literatura llena de romance y de naderías blandengues e históricamente femeninas? Algunos dirán que no leen clásicos, pero bien que habrán caído Henry James, Walter Scott o Byron. En mi opinión, Austen era brillante, original y extraordinariamente crítica y certera con su entorno sociocultural. En Persuasión, su última obra, uno de sus personajes decía algo muy interesante: «… si no le importa, es mejor no citar ejemplos de libros. Los hombres han tenido todas las posibilidades de contar su historia y nosotras ninguna. La educación siempre ha estado en sus manos, mucho más que en las nuestras; la pluma siempre ha sido de ustedes. No admitiré que los libros sean prueba de nada». La mayoría de las ocasiones, sin embargo, expresaba sus opiniones con mayor sutileza: «A los 27 años, Anne pensaba de forma muy distinta a como la habían hecho pensar a los 19». Sus líneas narrativas no eran, sin embargo, reivindicativas, sino especulares: mostraban lo que veían, y Austen lo hacía con ironía, humor y gran inteligencia narrativa para describir escenas y personajes. Las tramas amorosas y los enredos que conllevaban no se limitaban al romance idealizado, sino que la autora mostraba de forma deliberada la escasez de finales felices.
En España, una de las voces de referencia para hablar de Jane Austen es, como muchos saben, Espido Freire. Autora de Querida Jane, querida Charlotte y de Tras los pasos de Jane Austen, lleva años organizando y siendo partícipe de viajes literarios que abarcan la vida de la autora inglesa. Me he enterado de que Freire prepara nuevos viajes literarios y novedades sobre Austen para el 2025, y de que el «El año Austen» arrancará el lunes 16 de diciembre en Madrid con una gran fiesta en The Sphere; con este acto se iniciarán las celebraciones por el 250º aniversario del nacimiento de Austen, de modo que los animo a que se adentren en el universo de esta autora inigualable. Quién sabe, a lo mejor les sucede como a mí con Rubens y de pronto se dan cuenta de lo que se habían estado perdiendo. Recuerdo que uno de los personajes de Orgullo y prejuicio decía que «a lo que ya es fuerte, todo lo nutre»; y será verdad. El tiempo lo engulle todo y solo los autores irrepetibles, supongo, son los que perduran y se salvan del olvido.
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Loas literarias a un catálogo espectacular
/abril 01, 2025/El libro entremezcla el género de la memoria con el de la entrevista. Entre los autores memorados y memorables se encuentran los clásicos contemporáneos: Borges, Semprún, Cortázar, Caballero Bonald, García Márquez y Vargas Llosa. La lista es más larga, y todos tienen en común (salvo Mario) haber fallecido. La impactante ilustración de cubierta a cargo de Fernando Vicente se encarga de mostrarnos sus retratos en blanco y negro, no así los coloridos autores vivos a los que Juan Cruz entrevista en este volumen: Luis Landero, Bárbara Blasco, Javier Cercas, Eduardo Mendicutti, Antonio Orejudo, Cristina Fernández Cubas, Leonardo Padura, Rafael Reig…
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Maruja Mallo o el desafío al olvido
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Creo que en esta sociedad se tienen demasiados prejuicios con el arte. En relación a la literatura, se ha criticado mucho a la novela romántica por considerarse un género menor. Algo que no creo. Por otro lado, yo que tengo hijas, he visto con demasiada frecuencia a padres prohibirles a sus hijos leer mangas o cómics por no considerarlos literatura y ofrecerles libros a los niños que luego no se leen. En mi experiencia, siempre se puede encontrar riqueza en todos los géneros. Para mí, Jane Austen era una escritora que no dejaba nada a medias tintas. Podría decirse que en una época en la que la mujer no tenía peso ninguno en sus opiniones, ella consiguió, a través de sus libros, dejarnos una clara crítica de la sociedad. A lo mejor lo escondió tras el romance u otra historia, pero, ¿había otra forma mejor de hacerlo?