Aterrizar en el mundo (Libros del K.O., 2024) es la historia de Abraham Jiménez Enoa contada en una primera persona honesta y confesional. Tras permanecer toda su vida sin salir de la isla (33 años), al momento en que aterriza en España rompe el cascarón. El libro retrata, por un lado, los males engendrados por la Revolución en la sociedad cubana y, por el otro, su encuentro con Barcelona. Nace del epílogo “Viaje al otro mundo” de su colección de crónicas La isla oculta (Libros del K.O., 2023).
Las primeras semanas se aloja en una pequeña habitación que el autor alquila en la Barceloneta. La primera vez que va a una pequeña tienda de alimentos la abundancia de productos lo asombra: todo lo que faltaba en Cuba estaba en esos anaqueles. En la calle las personas le resultan una irritante aglomeración; tantos fenotipos ajenos a lo que había sido su vida lo ponen al borde de un ataque de ansiedad —que ya había sufrido varias veces a causa del acoso del régimen por su escritura independiente—. La ansiedad ahora la desata más bien el extrañamiento al enfrentarse a una nueva realidad: “nunca me sentí tan desamparado, tan perdido, tan indefenso”.
Jiménez Enoa tiene el talento del cronista de largo aliento para converger episodios de su infancia, juventud, el despertar de una vocación en la universidad, el repudio a la Revolución y su activismo en La Habana. Todo ello en contraste con los episodios en los que relata el descubrimiento del mundo. Esto lo logra con una estructura en la que se alterna un capítulo en Barcelona y el siguiente en Cuba. La cronología no es lineal al referirse a su país natal.
Hijo de una familia relacionada íntimamente con Fidel Castro, incluso llega a vivir en la misma calle de la residencia del hombre fuerte de Cuba. Su abuelo fue guardaespaldas del Che Guevara (a quien el líder revolucionario regala un televisor General Electric —marca nada anti-imperialista— en su boda) y de Fidel Castro. La historia de Jiménez Enoa tiene ribetes de rebeldía no infundada: la de querer contar la vida de los habitantes de la isla sometidos durante más de seis décadas. Recibe varias advertencias hasta que lo incorporan a una “maldita lista” llamada de “regulados”, que en su caso consistió en privarlo cinco años de tener un pasaporte; sin posibilidad de salir del país del 2016 al 2021. Sus mejores amigos construyen una balsa para escaparse del “infierno cubano” pero su instinto lo guía a no montarse en esa construcción endeble sostenida con neumáticos de tractores. Su padre es teniente coronel, su hermana trabaja para el gobierno. Su familia forma parte del monstruo que empieza a repudiar.
Queriendo desde niño ser locutor de deportes, apasionándole el béisbol y el fútbol, ingresa a la escuela de periodismo. El mito de origen de su interés por la no ficción narrativa ocurre cuando, por suerte, cae en sus manos un ejemplar de Operación Masacre de Rodolfo Walsh. La lectura de uno de los libros fundacionales del periodismo narrativo latinoamericano le hizo entender “que es posible narrar la realidad con colores y no en blanco y negro; con pliegues y no de forma plana; con profundidad y no con mirilla corta”.
A partir de allí su carrera la define su inclinación por la crónica. Trabaja para OnCuba —el germen de los medios independientes cubanos—. Cuando cumplía los dos años de servicios sociales obligatorios para pagarle al Estado los estudios universitarios (“pese a que impere un régimen que se autoproclama comunista, lo que hay instaurado es un capitalismo de Estado”), se inventa maniobras para tener acceso a Internet. Lee a grandes narradores latinoamericanos y estadounidenses de no ficción. Escribe a escondidas sus primeros escritos literarios sobre la vida en Cuba.
Las amenazas no se hacen esperar, tanto a él como hacia su familia, al punto de que su padre y su hermana pierden sus trabajos y su abuela —ferviente revolucionaria— lo excomulga de su casa. La culpa no lo detiene. Funda El estornudo junto a Carlos Manuel Álvarez en el 2015, momento que coincide con la apertura del acceso a Internet en lugares públicos. Esta revista se centra en textos de periodismo narrativo sobre Cuba. Todo lo cual ahonda sus problemas con la dictadura al punto de que lo llevan a hacer turismo carcelario en la tenebrosa Villa Marista, que es donde son sometidos los opositores activos del régimen.
Su historia es narrada con un lenguaje que dista mucho de lo coloquial que a veces encontramos en autores cubanos como Pedro Juan Gutiérrez. Más bien apunta hacia la neutralidad y queda claro cuál pretende ser su público lector: “Era una tortura las veces que llegábamos a la hora del almuerzo —comida en España—, con la barriga vacía”. Una vez que se asienta más en Barcelona (se muda al barrio de Horta) repudia de forma visceral lo cubano. Quiere distanciarse de un país que no añora. Desea pasar la página aunque, como paradoja, su proyección en el mundo se basa en contar su historia. Está atrapado por su pasado. Y ello, aunado a varios premios, le permite tener una posición singular, casi como personaje, para abrirse camino en el medio literario español.
Uno de los aspectos que más resalta en esta lectura son los incidentes que lo encolerizan al punto de perder los estribos —y arrepentirse—, como cuando oye una conversación de sobremesa en el Raval en la que alguien critica a los cubanos instalados en España. Las situaciones de discriminación racial que sufre en suelo ibérico por su color de piel —algunas sutiles, otras más fuertes— lo perturban. No solo en España sino incluso en Cuba llegan a llamarlo de manera despectiva; trasciende de lo local a lo universal sin llegar a convertirse en un libro-denuncia.
Tras expirar su estatus de “regulado”, las autoridades cubanas llegan al punto de cansarse de su porfiado empeño y llega el momento en que lo obligan a tomar una decisión. Esto ocurre en noviembre de 2021 en torno a las fuertes protestas por la crisis sanitaria. La pandemia agudiza el severo problema de escasez de alimentos y medicamentos (Jiménez Enoa desmiente el mito de la supuesta calidad de la medicina cubana). La opción que le dieron era irse del país o la cárcel. Es así como su padre, el teniente coronel, habiendo ya perdido la confianza del régimen por los escritos de su hijo, lo acompaña al aeropuerto. Parece mentira, algo malo tiene que pasar, pero no, se monta en ese avión y se despide para siempre de su vida pasada, aquella que está en una dimensión separada de la vastedad del mundo.
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Autora: Abraham Jiménez Enoa. Título: Aterrizar en el mundo. Editorial: Libros del K.O. Venta: Todos tus libros.
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