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Más allá de la ola

Un, dos, tres… responda otra vez: ¡obra de arte japonesa! Y vale cualquiera que cumpla esos requisitos. Bueno, cualquiera menos esa (sí, la que tanto usted como yo estamos pensando). ¿Cómo? ¿Que no se le ocurren más? ¿Que si teclea la pregunta en Google es justo esa la primera que le sale? Es normal. Salvo que posea usted un interés por encima de la media en el quinto arte, la omnipotencia de La gran ola de Kanagawa, de Katsushika Hokusai (1760-1849), es tal que arrasa cuanto toca: camisetas, pósteres, libretas, tatuajes… pero no se preocupe. Si traspasa la superficie, si se interna más allá de su fuerza arrolladora, descubrirá que la pintura del país del sol naciente alberga muchos más tesoros, como mínimo, igual de apasionantes.

Trazo y color: Esencias de la pintura japonesa (Satori, 2024) es el libro adecuado para realizar esa inmersión: una maravillosa biblia de las corrientes, técnicas y características fundamentales de la tradición pictórica nipona, llena de explicaciones detalladas, nombres propios e ilustrada con profusión, todo a cargo de las profesoras Yayoi Kawamura y Pilar Cabañas Moreno.

"En el libro también hay espacio para describir los principales materiales y herramientas asociados a la tradición pictórica japonesa, deteniéndose en los pigmentos, los pinceles o las encuadernaciones"

Docentes de Historia del Arte en la Universidad de Oviedo y en la Complutense de Madrid, respectivamente, con una larga trayectoria como investigadoras y expertas en arte japonés, Kawamura y Cabañas Moreno han logrado un auténtico volumen de referencia en el ámbito hispanohablante, que recorre más de mil quinientos años de historia de la pintura japonesa, de forma tan rigurosa como amena. Y es que, como no podía ser de otra forma, sus más de cuatrocientas páginas dan cabida al archiconocido ukiyo-e —los grabados en madera que empezaron a popularizarse a partir del siglo XVII gracias a artistas como Utagawa Hiroshige (1797-1858), Kitagawa Utamaro (1753-1806), Toyohara Kunichika (1835-1900) o el propio Hokusai, entre otros muchos, y que enamoraron a titanes de la talla de Claude Monet (1840-1926), Vincent van Gogh (1853-1890) o Gustav Klimt (1862-1916)—, pero se remontan mucho más lejos en el tiempo: desde las pinturas tumularias del período Kofun (300-VII), las de temática budista a partir del período Asuka-Hakuhō (538/593-710), los primeros retratos durante el período Nara (710-794), y la aparición de la corriente yamato-e durante el período Heian (794-1185) ―literalmente, «pintura japonesa», caracterizada por temas próximos a la historia del país, su literatura o el retrato cortesano, y representada en biombos, puertas corredizas o rollos ilustrados emaki, que seguiría presente bien entrado el período Edo (1615-1868)―, hasta el surgimiento del nihonga tras la Restauración Meiji (1868), así como todas y cada una de las etapas intermedias.

En el libro también hay espacio para describir los principales materiales y herramientas asociados a la tradición pictórica japonesa, deteniéndose en los pigmentos, los pinceles o las encuadernaciones, así como en la preparación de la tinta sumi, todo acompañado de fotografías ilustrativas. Además, la introducción del tomo funciona a modo de valiosa síntesis general de la cultura y el arte en Japón —sobre todo, en relación con su situación sociopolítica—, y se incluye, asimismo, un anexo con una tabla cronológico cultural de los distintos períodos artísticos de la historia japonesa, un mapa de las antiguas provincias del archipiélago, un nutrido glosario de los principales términos pictóricos y la correspondiente bibliografía para ampliar conocimientos.

"De modo que si, en un alarde originalidad y exotismo, estaba usted pensando en adquirir esa lámina tan chula de nuestra bienamada ola para colgarla en su salón, desista"

Amén de lo ya dicho, Trazo y color es un deleite para la vista. No solo acudiremos a él para documentarnos o saciar nuestra curiosidad, sino que regresaremos por el mero placer de hojearlo, y es que prácticamente todas las páginas contienen coloridas reproducciones de obras preciosas: qué suerte contemplar por vez primera al ceñudo Monje remendando la ropa con el sol de la mañana (Ca. 1350), de Kaō Ninga; embriagarse del muy colorido Flores y pájaros de las cuatro estaciones (1549-1550), de Kanō Motonobu; admirar la poética Reunión en el pabellón de las orquídeas (Ca. 1673), de Ike Taiga; descubrir al excéntrico Soga Shōhaku (1730-1781) y sus sabios taoístas; asentir ante la elegante Belleza mirando hacia atrás (1688-1694), de Hishikawa Moronobu; sonreír con la moderna Joven mujer jugando con un soplador de burbujas (Ca. 1792-1793), de Kitagawa Utamaro, también especializado en shunga, la pintura erótica; caer bazo el hechizo del etéreo Gato con manchas (1924), de Takeuchi Seihō, y un largo etcétera de pinturas cada una más espectacular que la anterior.

De modo que si, en un alarde originalidad y exotismo, estaba usted pensando en adquirir esa lámina tan chula de nuestra bienamada ola para colgarla en su salón, desista. Desista —o cómpresela, que la vida es corta— y hágase un favor: acérquese a la sección de literatura oriental de su librería de confianza, porque Kawamura y Cabañas Moreno han escrito el título perfecto para iniciarse en la tradición pictórica japonesa.

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Autoras: Yayoi Kawamura y Pilar Cabañas Moreno. Título: Trazo y color: Esencias de la pintura japonesa. Editorial: Satori. Venta: Todostuslibros.

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