¿Puede ser leída la historia del capitalismo como una trama de atrocidades que conducen inevitablemente al terror más oprimente?, ¿nuestra contemporaneidad está atravesada por la violencia de un sistema que aniquila psiques y tritura cuerpos, de la misma manera en que se representan en diferentes propuestas cinematográficas de género fantástico-terrorífico?, ¿hay un más allá del dolor sistémico y, en consecuencia, una redención subjetiva y sistémica? Jon Greenaway penetra en las vicisitudes del capitalismo a través de estas y otras preguntas que atraviesan su Capitalismo: una historia de terror editado por Mutatis Mutandis.
Y es que tal y como planteó Nancy Fraser, el capitalismo es caníbal ya que deglute esperanzas, perspectivas, anhelos; pero también absorbe y tritura cuerpos al someterlos a unas dinámicas extenuantes y esclavizadoras que conducen a la parálisis o bien directamente a la (auto)destrucción. Ahora bien, ¿podemos concebir un afuera de esta dinámica aniquiladora?, ¿podemos agujerear la membrana asfixiante que anula nuestra capacidad para forjar utopías y, por consiguiente, puntos de fuga a esta situación tan desesperanzadora? Es aquí donde Greenaway, apelando a Benjamin, Bloch, los surrealistas y expresionistas, sitúa el marxismo gótico como uno de los puntales para horadar el muro de frustración que genera el capitalismo.
El marxismo gótico proporciona, en primer lugar, herramientas para analizar nuestro tiempo y rastrear brechas por donde introducir la dinámica revolucionaria en nuestro presente. Posteriormente, nos conduce a un concepto de la historia en la que esta es algo fluido, contradictorio, inestable, disruptivo, en devenir perpetuo. Es decir, no hay nada cerrado, clausurado, sino que la realidad, en tanto que entidad histórica, siempre está en apertura para alumbrar o cobijar lo diferente y, en consecuencia, el cambio. Y es que la historia es un fenómeno que muta, fluye, y que por ello se escurre de las manos totalizadoras que pretenden apresarla sirviéndose de las férreas cadenas de cualquier dogmatismo.
De esta manera, lo gótico le proporciona a Greenaway los dispositivos adecuados para describir psicológica y físicamente el sentimiento opresivo de los sujetos en el contexto capitalista. Y esto es así ya que el terror, y lo gótico en particular, no deben circunscribirse a analizar o merodear por lo inquietante, espeluznante o repulsivo, sino que verdaderamente deben trazar una respuesta a la pregunta de qué se siente al vivir la violencia del capitalismo.
De ahí la importancia de la figura del monstruo en tanto que presagio del derrumbamiento de las categorías y taxonomías que definen nuestra mentalidad racionalista y pragmática. Lo monstruoso es una figura que problematiza la castración capitalista de nuestra capacidad imaginativa. El capitalismo sólo produce culpa al introducir al sujeto en una insatisfacción constante, según Greenaway. Por ello es necesario contrarrestar esta reproducción en serie de culpabilidad con la apelación a lo monstruoso en tanto que indicativo de lo utópico en las entrañas del sistema; el monstruo como lo diferente, la alteridad radical que el sistema (y el sujeto en su dimensión de servilismo) intentan reprimir para seguir adelante con la adecuación a las dinámicas dominantes y, por ello, al poder que lo devora imperceptible y progresivamente.
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Autor: Jon Greenaway. Título: Capitalismo: una historia de terror. Del marxismo gótico y el lado oscuro de la imaginación radical. Editorial: Mutatis Mutandis. Venta: Todostuslibros.
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