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El Quijote de 1604

Aquella llamada telefónica me sorprendió enormemente. Era un redactor de la BBC de Londres, que quería hablar conmigo del Quijote.

Y es que habíamos publicado un artículo, que hoy no interesaría a nadie, dada la desidia que experimentan quienes se mueven en el análisis de la Cultura Española del Siglo de Oro, del Siglo de Plata (el XX) y del de hojalata (el presente).

El arriba firmante había escrito sobre el Quijote de 1604, pese a que, como todo el mundo sabe, la novela de Cervantes empezó a circular por Castilla, Aragón y Portugal en 1605, como así consta en su primera edición impresa en Madrid por Juan de la Cuesta.

"La novela de Cervantes circuló por Madrid y por Valladolid antes de que empezara a venderse por Castilla, legalmente en 1605"

No digo que hubiera una edición del Quijote anterior a la “oficial”, pero sí aseguro que la novela de Cervantes circuló por Madrid y por Valladolid antes de que empezara a venderse por Castilla legalmente, en 1605, al imprimirse en la imprenta vallisoletana del salmantino Luis Sánchez el Privilegio Real y la Tasa, pues para cubrir dichos requisitos se habían dejado los huecos en la edición de Madrid. Es decir, la autorización del Rey para que la obra fuera impresa, se firmó en Valladolid el 26 de septiembre de 1604 por el “miembro del Consejo de Su Majestad y su secretario de Cámara” Juan de Amézqueta; y la Tasa, segundo de los documentos imprescindibles para vender el libro, lo fue el 20 de diciembre de aquel año, por Juan Gallo de Andrada, escribano de Cámara del Rey. Ambos señores vivían en Valladolid al servicio de la Corte de Felipe III.

No es una teoría ni una suposición ni siquiera una elucubración el pensar que el Quijote, en pliego suelto ―posteriormente plegado y encuadernado a la rústica― se pudo leer, tanto en Madrid como en Valladolid, antes de que saliera a la venta “en casa de Francisco de Robles, librero del rey ntro. Señor”.

"A Valladolid debieron llegar los primeros ejemplares para que empezara a circular en la corte alrededor del mes de noviembre de 1604"

A Valladolid debieron llegar los primeros ejemplares para que empezara a circular en la corte alrededor del mes de noviembre de 1604. Fueron transportados usando los medios habituales en aquel tiempo para este tipo de cosas, es decir, un simple carro de mulas que cubrió la distancia Madrid-Valladolid en varias jornadas con los ejemplares que Francisco de Robles, su editor, aconsejaba mandar a la ciudad donde se había asentado la Corte, para hacerle merced a su autor, Miguel de Cervantes, que vivía en su gineceo de la calle del Rastro de los Carneros, al otro lado de la Esgueva; y asimismo para “el gasto de la corte”, cortesía a los cortesanos, con quienes interesaba quedar bien. Robles, que no sólo era librero y editor sino que tenía otros negocios en Madrid, mostró mucho interés en que se viera el libro en los círculos cortesanos. Él personalmente fue quien provocó, sin duda, la circulación de algunos ejemplares por la desasistida Madrid, dejada de la mano de la corte. Y vean por qué:

En el libro de la Hermandad de San Juan Evangelista “á la Porta-Latina y de los Impresores de Madrid” se apunta una entrega de dos ejemplares impresos del Quijote para los fondos de dicha Hermandad. Ese asiento tiene fecha de 26 de mayo del año 1604, fecha en la que el Quijote todavía no existía oficialmente, pero ya estaba impreso. Estos dos ejemplares llegan en pliego suelto, es decir en capillas, pendiente aún de plegado y encuadernado, cosa que haría en un santiamén cualquiera de los impresores-hermanos encargados del gobierno de dicha Hermandad, para ponerlos a la venta. Los dos ejemplares de la obra cervantina forman parte de un lote que se entrega ―eran normales estos obsequios― con el fin de que la Hermandad pudiera venderlos y así obtener algunos dineros para ayuda de sus actividades. Muchos de los libros que acompañaron al Quijote en aquel envío eran libros de santos, catecismos, poemarios, o libros de interés religioso. Así, nos encontramos, entre otros, con “2 fieles desengañados, cada uno con 80 pliegos”, “6 catecismos de la doctrina xpiana a 5 pliegos” “1 libro de la Madalena, a 22 pliegos”, “2 Arcadias de Lope, a 44 pliegos” y “2 Don Quixote, a 83 pliegos”. Los mismos pliegos que daba la edición que poco después llegaba a Valladolid con los huecos de la Tasa y de la Licencia Real en blanco, pendientes de firma en la corte pinciana y de su impresión en el taller de Sánchez. Lope era, a lo que se ve, mucho más popular que Cervantes. La prueba está en que el encargado de redactar el asiento cita su libro La Arcadia junto a su nombre y en el caso del Quijote no dice “de Cervantes”.

"La Hermandad socorría a los impresores o a sus familiares cuando se daban en ellos situaciones comprometidas"

La Hermandad socorría a los impresores o a sus familiares cuando se daban en ellos situaciones comprometidas. En este documento, ahora olvidado pero dado a la luz por Pérez Pastor hace más de cien años, se contabiliza la entrega de 8 reales a Cornelio Bodan “para su camino” por la muerte de su padre en Málaga y 85 reales para el entierro de Bernal Curlet.

Francisco de Robles ―a quien le corresponde mayor mérito que a Juan de la Cuesta en el alumbramiento del Quijote, puesto que fue quien corrió con todos los gastos, incluso el de la fabricación del papel por los monjes de El Paular, y pagó al impresor Juan de la Cuesta y vendió el libro en su casa― era citado en dicho libro de cuentas como “fundidor de letras de imprenta y mayordomo de dicha Hermandad”.

Un dato curioso: En ese libro de cuentas de la Hermandad de Impresores de Madrid hay una nota del ejercicio de 1604 a 1605 que dice: “En julio se vendió un Quixote a 8 reales y medio”. Todavía quedaba el otro.

"¿Cómo llegaron tan pronto a Méjico ejemplares del Quijote? ¿Hubo una edición anterior, perdida, hecha para los españoles de América, como sospechaba Rodríguez Marín?"

He aquí otro curioso suceso que sitúa ejemplares del Quijote en América a los pocos meses de su aparición: Siendo virrey del Perú Don Gaspar de Zúñiga Acevedo, a finales de diciembre de 1605 llegó al Callao el galeón de Acapulco en cuyo “cajón de España” (lo que hoy llamaríamos la valija diplomática) llegaron cinco ejemplares del Quijote. Uno era para el virrey (que acababa de fallecer), otro para el arzobispo Toribio de Mogrovejo, vallisoletano de Mayorga de Campos, después elevado a los altares; y los demás eran para personajes de la alta burguesía de Lima. Lo curioso del caso es que el ejemplar para el virrey se lo mandaba un amigo de Méjico “como lectura muy entretenida”. ¿Cómo llegaron tan pronto a Méjico ejemplares del Quijote? ¿Hubo una edición anterior, perdida, hecha para los españoles de América, como sospechaba Rodríguez Marín? ¿O fueron  ejemplares en pliego suelto que, como los de de mayo de 1604 de Madrid y Valladolid, encuadernados, viajaron a América, donde la Tasa y la Licencia eran prescindibles por tratarse de obsequio entre cultos cortesanos y religiosos? ¿O fueron ejemplares adquiridos en la librería de Robles que viajaron por mar? Elijan la solución que más les acomode.

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Gustavo
Gustavo
2 meses hace

¡Muy interesante el artículo, sin duda alguna la obra de Miguel de Cervantes Saavedra, seguirá dando mucho!

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