Una forma bastante común de felicidad consiste en consumir alcohol mientras tus hijos juegan. Sucede los viernes. El último día lectivo de la semana reúne dos fatigas, la de los niños por exceso de cole y la de los padres por exceso de niños. Los padres, además de cuidar de sus hijos, trabajan. Entonces, llegado el viernes, se produce una milagrosa conjunción de ocios y alegrías, normalmente en un parque amplio de la ciudad. En el parque hay zonas infantiles, pero también terrazas de restaurantes o bares. Cada uno ocupa su sitio, los niños son niños y los padres, adultos. La tarde se alarga entre gintonics y pilla-pillas. El mundo está bien hecho.
La ministra y su legión de rasputines de colores creen que los niños no deben consumir alcohol, pero en eso ya estábamos. Ahora creen también que los padres no deben consumir alcohol delante de sus hijos. La visión prospectiva de la vida de esta gente viene a decir que si un niño ve consumir alcohol a su madre junto a otras madres, entre risas y conversaciones, cada viernes, y pasar de dos cervezas a un copazo (cosa que sucede literalmente así), acabará en la inclusa o robando cobre, como El Torete. Las madres tienen que estar bebiendo agua con gas y haciendo meriendas, con pan integral y aguacate, mientras se muestran muy atentas al deseo puntual de sus hijos por cambiar de sexo, pues los viernes hay mucha inclinación por liarla parda.
Los padres abstemios son mejores padres, porque son más falsos. Eso creen en el ministerio de Sanidad, donde creen todo tipo de cosas, habitualmente malsanas. Un padre o una madre que tiene amigos, alegría, esparcimiento no es un buen padre, pues parece feliz incluso habiendo tenido hijos. Hay que someter a los padres y madres a una tensión interminable, también los viernes, también en los parques, de los que hemos de erradicar los tercios y el champán. Que se jodan.
Que se jodan si creían que ser padre era ser feliz, libre, un poco incorrecto. Ese ambiente de puro Madrid, de pura dispersión, de primitivo gozo (los niños hacen el bruto sin apenas vigilancia y los padres permiten parque hasta las doce de la noche, mientras el bar siga abierto) hay que destruirlo. Regular hoy es únicamente destruir; la naturalidad, el buen rollo, los remansos.
En los cumpleaños infantiles también se bebe alcohol. Por eso suelen salir bien. Los niños son mayoría y para defenderse de los niños se inventó la Mahou. Según el ministerio y la literalidad de su ley, esos cumpleaños de parque sin terrazas donde se llevan mesas, sillas, gallardetes y neveras tienen que volverse un simposio de notarios, siete horas seguidas partiendo tarta y bebiendo coca colas. Se acabaron las latas de cerveza del chino. Se acabaron porque los niños saldrán mejores si ven a sus padres preguntarse por qué tuvieron hijos.
Si los niños ven a los adultos tomar cerveza, pensarán que cuando sean adultos pueden tomar cerveza, algo inmensamente peligroso: saber qué es ser adulto. Si nunca ven a sus padres tomar cerveza, nunca tomarán cerveza. Por eso se consume tan poca cocaína en España, porque no es algo que hayas visto hacer en casa.
Pronto habrá algún padre o madre en estos guateques que llamará a la policía, pues la superioridad moral también sube muy rápido, sin burbujas ni nada. Se llamará a la policía porque un papá bebe cerveza, ojo.
Lo cierto es que numerosos estudios señalan que los jóvenes de hoy se han echado a perder por sí solos, sin ayuda de sus padres. No beben, no salen, no ligan. No fuman a escondidas. Estos jóvenes ya no tienen como modelo la vida, sino el meme. No ser un meme, o sea, algo ridículo y sancionable para los demás, ha acabado con las pequeñas aventuras. La nueva ley de mayorías infantiles destruirá el último rincón del mundo libre de corrección política: el parque de los viernes.
Los niños no ven a sus padres beber, sino vivir; no los ven borrachos, sino felices, como que no les ha destrozado tanto el grupo de wasap de 3º A. Encima pueden meter la cabeza en el chorro de la fuente y tirar piedras a las palomas. A veces tronchan la rama de un árbol todos juntos con su peso, mientras mamá pide mojitos. Se les regaña, pero el mojito pone paz.
Toda esta traumatización infantil se va a terminar pronto, si hacemos caso a Mónica, a su ley, a su persistencia en destruir la comunidad. Qué felices éramos, dirán estos niños dentro de veinte años; qué felices éramos mientras papá y mamá bebían. Hasta que alguien nos prohibió ser tan felices.
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Una propuesta disruptiva: impidamos la presencia de menores en espacios en los que los adultos (que a fin de cuentas pagan los gastos de los futuros adultos) deseen consumir alcohol. Además de los móviles en manos libres, por descontado.
Basta ya de moralina y de propuestas por motivos espurios: impide beber a tus hijos y convéncelos de la malignidad demoníaca del alcohol en lugar de derivar tu carga elegida al resto de la ciudadanía.
Y si no soportas la carga quédate en casa. Ya sabes como se hace (y siempre puedes beber allí a escondidas de tus retoños, que son de vidrio fino).
Salud, generosos repartidores de cargas propias.
Pues yo cómo madre que no bebe de tres hijos de un padre que sí lo hace,y mucho,no puedo estár más contenta de que pasen cosas Parece que son alcohol no hay vida ,ni felicidad ni alegría y creo que es el mensaje que se les transmite a los niños.fiesta y alcohol de la mano.como si fuera imposible disfrutar o tener vida sin alcohol.Para saber lo malísimos que es creo que te tiene que tocar de cerca..un padre o una madre,un hijo alcohólico de los que ves destruir su vida y la de los que le rodean de manera horrible, hablarías peor de la mierda que es el alcohol y entenderías lo dañino que puede llegar a ser.Mis hijos jamás dirán que felices éramos cuando papá bebía.Mas bien todo lo contrario.No relaciones felicidad con alcohol, ahí está el error
Se te olvida la libertad.
No sé me olvida la libertad para nada…tú puedes beber lo que quieras.
Pero hacer ver a los críos que el alcohol es el centro de todo y el motivo de felicidad universal es un error.
Que no haya alcohol en sitios de niños me parece lo más acertado del mundo.
Para eso están los bares,los pubs…
Hay momentos para irse con amigos,pareja y lo que sea..
Beber con niños y normalizar,no me parece bien.Crecen con esa idea de lo bueno que es el alcohol y para mí es peligroso.
La libertad a través de drogas que producen dependencia.
Hay que aprender a separar alcoholismo de consumo moderado de alcohol. El padre de tus hijos tiene una enfermedad, no puedes poner a todos en el mismo saco.
Hay que aprender a separar alcohol de consumo saludable. El consumo de alcohol es nocivo, no hay cantidades inocuas.
Si,lo sé… pero sabes de dónde viene la raíz? el padre de mis hijos, creció entre cervezas y vermú que sus padres,sin tener un problema, bebían con total tranquilidad y normalidad.
Todo lo que se celebraba, cumples, bautizos, navidad..todo con alcohol.
Era más importante la botella para brindar que la propia tarta.
En principio todo bien…
Poco a poco todo se volvió insoportable,no había navidad ni nada que celebrar agusto porque siempre había alguien que se pasaba de más y ya estaba liada, siempre todo terminaba mal.
Al final,el padre, cruzó en un mal momento de su vida,ésa fina línea entre el consumo responsable y la adicción y destrucción.
Le costó muchos años salir… muchos.
Seguidamente le paso lo mismo al hijo.. cruzó la linea..(el padre de mis hijos)
Y así estamos.
Quiero decir con ésto,que si desde pequeño hubiera entendido lo peligroso del alcohol,puede ser que no se hubiera visto en ésta situación.
No lo sé …pero yo creo que si ésta familia pudiera iniciar, jamás brindaría con alcohol.
No sé puede hacer ver a un niño que el alcohol es bueno nunca y tienen que ver el peligro,ser conscientes.
Ajá
Una nueva apología de una de las drogas más peligrosas que existen. Sin alcohol no somos nadie… Qué triste.
En mi opinión lo bonito es que llegue el Viernes y lo que más te apetezca del mundo es estar con tus hijos. Para mí eso es la vida. Feliz día
Se te olvida la libertad.
Lo curioso es que las madres de este artículo sí podrían irse con sus hijos a un bar sin parque y darles una tablet o móvil para que se distraigan y ahí sí podrían beber alcohol sin problemas. También las madres podrán estar fumando en un café en el parque, con los niños al lado, sin problemas. También algunos vivimos cerca de una terraza y nos llega el humo si abrimos las ventanas. Ningún problema en ello. Todo muy coherente.
Salen tan bien esos cumpleaños que me ha venido a la mente aquél en que uno de esos felices padres madrileños bromeaba sobre el tamaño de la cerveza que le habían servido. Pidió varias más, ya de tamaño “adulto”, claro. Pocas semanas después, su madre tuvo que mudarse con sus hijos a otra provincia, huyendo de la violencia que este padre feliz, libre, un poco incorrecto, ejercía sobre ellos. El mundo está bien hecho… menos cuando sale mal.
Exacto.. habrá muchos niños,que después de la felicidad del parque,se lleven la”fiesta”a casa…y ése será su recuerdo, igual soy muy poco flexible,pero no veo bondad ni beneficio en el alcohol de ninguna manera.