La identidad, la imagen, la razón y la emoción, el suicidio y la pornografía forman parte de los ensayos de Siri Hustvedt. La Revista Ñ de Clarín habla de la faceta menos conocida de la escritora norteamericana.
Para quienes solamente conocen sus obras narrativas (Hechizo de mujer, Todo cuanto amé), La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres es una excelente introducción a la obra de “no ficción” de Siri Hustvedt. En uno de los ensayos, Hustvedt analiza las ideas de Susan Sontag sobre la pornografía. Este puente entre ambas importa porque el pensamiento de las dos recorre carriles semejantes, en cuanto a la variedad de temas y al interés por el género.
Los temas que interesan a Hustvedt son tan amplios como los que tocó la curiosidad de Sontag, y esta colección es un ejemplo evidente: distintos capítulos describen desde las características del “debate ciencia versus humanidades/arte” hasta el pelo como centro de la imagen humana, pasando por la fotografía de Mapplethorpe, la película Pina, el suicidio, la neurología y la narración. Pero, a pesar de esa diversidad, el libro tiene hilos conductores que pasan de un ensayo a otro, como sucede siempre cuando una persona con capacidad para expresar ideas y sentimientos (una ensayista) decide poner su atención en distintos objetos de estudio.
El primero de esos hilos, compartido también con Sontag, es la cuestión de género. Ese núcleo (presente en todos los capítulos) siembra ideas fundamentales que, para Hustvedt, son herramientas de análisis típicas de quien, como es mujer, mira el mundo desde el “margen” y es consciente de que la “mirada desde el margen” abarca más que la de quien está en el centro.
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