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Libros clásicos sobre libros (II): Pequeña Colección del Bibliófilo (1ª entrega)

Libros clásicos sobre libros (II): Pequeña Colección del Bibliófilo (1ª entrega)

Hasta hace pocos lustros, los libros en papel eran el sumo exponente del mundo de la palabra y de las ideas. Sólo exigían estudio, reposo y reflexión. Como escribió Ramón de Campoamor en una de sus Humoradas, “a solas con mis libros y mis flores, viví conmigo en paz y fui dichoso”. Sin embargo, desde hace algún tiempo a nuestros amigos silentes les han salido demasiados competidores. Al filósofo Emilio Lledó le preocupa que “estemos entrando en la caverna platónica. Nos metemos en un mundo sólo tecnológico, de utilización de pequeñas informaciones puntuales que nos hacen creer que sabemos porque hemos sido informados de algo cuando lo importante es que los niños lean, que los profesores les enseñen a entender las palabras, a reflexionar sobre ellas, a amarlas, para que no resbalen por frases hechas y expresiones conocidas que se usan sin pensar lo que significan”.

Como sigo prefiriendo los libros a otros divertimentos, mejor si están amarillos y tienen casi cien años sobre sus lomos, vamos a profundizar en esta segunda entrega de libros clásicos sobre libros en una colección dirigida por Ramón Miquel y Planas muy poco conocida: Pequeña Colección del Bibliófilo, catorce joyitas editadas en Madrid por la Librería para Bibliófilos entre 1921 y 1928, pero impresas en Barcelona, primero en La Tipografía y después por Miquel-Rius a partir del tomo quinto. Estaban proyectados algunos títulos más, aunque no llegaron a materializarse.

Los catorce volúmenes están en 12º (8,3 x 11,6 centímetros) y en papel de hilo. Las tiradas irán especificadas en cada título analizado, pero iban de los 250 de los primeros tomos a los 600 de los últimos. Todos numerados. La colección resulta muy difícil de completar debido a la rareza de algunos títulos, sobre todo los dos primeros: Examen de literatos y dechado de bibliófilos, de Agustín Echavarría, y La librería, drama en un acto, de Tomás de Iriarte. Algunos bibliófilos mal informados aseguran que estos dos tomos no existen. Lamento comunicarles que están equivocados.

Los libros que ilustran este reportaje pertenecen a la biblioteca de Diego Martínez Casado, al que agradezco sus valiosas informaciones. Las encuadernaciones han sido realizadas por Juan Antonio Fernández Argenta y el Taller Galván. También he sacado datos del libro Semblança y bibliografía de R. Miquel y Planas, de J. Rodegas Calmell (1951), publicado en catalán, y del artículo Las ediciones de bibliófilo de Ramón Miquel y Planas, de Francisco Mendoza Díaz-Maroto, aparecido en el número 53 de la revista Hibris (septiembre-octubre de 2009). Mis tres ejemplares de esta colección han sido otra fuente de información, curiosamente los tres únicos libros de Ramón Miquel y Planas: La novela de un bibliófilo, Las confidencias de Juan Buenhombre y El purgatorio del bibliófilo.

Una pequeña anécdota. Los editores artesanales de rarezas y curiosidades José Luis Orós y Nieves Francia crearon en 2007, por indicación de José Luis Melero, la Pequeña Colección del Bibliófilo Aragonés en homenaje y recuerdo al bibliófilo catalán. Como número 5 se publicó Gabinete de libros aragoneses escogidos que se encuentran en la biblioteca de José Luis Melero Rivas, natural y vecino de Zaragoza, un librito del que se hicieron cien ejemplares. La mancheta de esta colección ha sido hasta el momento el único intento de homenajear el primitivo conjunto.

En esta primera entrega de la Pequeña Colección del Bibliófilo ahondaremos en los seis primeros volúmenes. Los ocho restantes los dejaremos para la segunda, que saldrá publicada en el mes de octubre.

 

I. Agustín Echavarría: Examen de literatos y dechado de bibliófilos (1921). 76 páginas. 250 ejemplares. Ilustrado con tres grabados en madera de J. Figuerola. El subtítulo reza como Tratado que con el título Introducción al estudio de la literatura universal clásica y vulgar, antigua y moderna, escribió el bachiller D. Agustín Echavarría. La obrita es una burla a los malos escritores. Este autor era capellán y firmó en 1858 la dedicatoria al bibliófilo Joaquín Gómez de la Cortina, que murió de una caída en su biblioteca. La Biblioteca Nacional de España tiene un ejemplar en su sede del Paseo de Recoletos comprado en 2004.

Examen de literatos

II. Tomás de Iriarte: La librería. Drama en un acto (1921). 78 páginas. 250 ejemplares. Ilustrado con un retrato del autor y tres composiciones de Juan D’Ivori. En este drama de Tomás de Iriarte (1750-1791), bibliotecario del rey, el dependiente de una librería se enamora de la sobrina del librero, siendo correspondido aunque sus familiares tienen otros planes para ella. Una pelea se desarrolla en la librería, donde se molesta a los clientes, desacreditando el establecimiento. La moraleja, según su autor, es la siguiente: “He aquí los resultados de consentir en las librerías a personas sin ocupación”. La Biblioteca Nacional de España carece de este ejemplar.

III. Ramón Miquel y Planas: La novela de un bibliófilo (1922). 178 páginas. 300 ejemplares. Traducción al español de Alfredo Opisso. Con siete ilustraciones de José Pey. El texto original en catalán vio la luz en 1918 en una colección privada de 120 ejemplares que el autor distribuyó entre sus amigos, figurando impreso en cada ejemplar el nombre del destinatario. Miquel y Planas cuenta en la introducción que la génesis del libro lo constituyen “sentencias y máximas sobre el buen uso y abuso de los libros; consejos de los tratadistas de la literatura; anécdotas leídas o vividas referentes a literatos, bibliófilos o libreros, con alguna que otra observación personal (…) que acabó por revestir la forma de diálogos entre un bibliófilo y un aspirante a serlo”. La Biblioteca Nacional de España tampoco lo tiene en su catálogo.

IV. Leandro Fernández de Moratín: La derrota de los pedantes (1922). 108 páginas. 300 ejemplares. Edición ilustrada con dos retratos en cobre del autor y cuatro composiciones de F. Elías. Esta obra de Moratín escrita en 1789 pertenece al género de las batallas alegóricas, como el Viage del Parnaso de Cervantes, donde los buenos poetas acuden a defender el monte donde supuestamente habitan las musas, atacado por los malos poetas. Esta sátira contra los vicios de la poesía española sigue vigente 228 años después de su escritura. Muchas de sus burlas van contra los tópicos de los poetas de todo tiempo, pero otras muchas se dirigen contra autores concretos que se citan o que pueden reconocerse con facilidad.

La librería

V. Charles Nodier: Franciscus Columna. Novela biográfica de Charles Nodier precedida de El bibliómano del mismo autor (1924). 102 páginas. 500 ejemplares. Traducción de Rafael V. Silvari. Edición ilustrada con un retrato en cobre del autor firmado en plancha por J. Torne en 1923 y cinco composiciones de F. Labarta. En Treviso, el narrador se encuentra con un curioso personaje, el abate Lowrich, el cual gana una apuesta al librero Apóstol Capoduro gracias a que conoce el secreto del acróstico de la Hypnerotomachia Poliphili: con las iniciales de los capítulos se forma la frase Poliam frater Franciscus Columna peramavit (el hermano Francisco Columna amó apasionadamente a Polia). El premio es un ejemplar de ese famoso incunable aldino. Para compensar al librero, Lowrich le escribe la novelita Franciscus Columna. En ella, el homónimo protagonista, huérfano, entra de aprendiz con el pintor Jacobo Bellini y se enamora de Polia, dama de alta nobleza, siendo correspondido, aunque la diferencia de estrato social le impide desposarla. Así que se hace fraile y escribe El sueño de Polifilo, tras lo cual muere. Algo más de treinta años después, Polia lleva el original a Aldo Manuzio, que lo convierte en el más bello de todos los incunables. Franciscus Columna, publicado en 1843, es para Luis Alberto de Cuenca una de las tres historias imprescindibles sobre libros.

En este volumen aparece también el relato El bibliómano, de Nodier, publicado en 1831, que dio pie a este subgénero literario sobre la bibliofilia y las manías librescas que con posterioridad cultivaron algunas de las mejores plumas europeas –sobre todo las francesas– de finales del siglo XIX, aunque en muchos casos son cuentos eclipsados por los cánones. Esta creación de Nodier fue sin duda la consagración del personaje del enfermo del libro en la literatura como referencia ineludible.

VI. Ramón Miquel y Planas: Las confidencias de Juan Buenhombre seguidas de sus pensamientos (1924). 246 páginas. 500 ejemplares. Traducción al español de Rafael V. Silvari. Con 25 grabados en madera originales de A. Ollé Pinell, “al estilo de las aleluyas tan populares durante los siglos XVIII y XIX”. Miquel y Planas creía en 1924 que estas sátiras literarias y sociales “pueden tener todavía algún interés como documentos para la historia del espíritu catalán durante los dos primeros decenios del siglo XX”. Estas sátiras son muy adecuadas para estos convulsos días que vivimos en nuestro país. El volumen es traducción de dos originales publicados en catalán, en 1918 y 1919, respectivamente.

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