Mireya Jiménez Ruiz, con Los quizás y el monstruo de debajo de mi cama, y Carmen Grau, con Caos, han quedado ganadora y finalista del concurso de historias de superación de Zenda, patrocinado por Iberdrola, dotado con 3.000 euros. El jurado que ha valorado la calidad literaria de las historias ha estado formado por los escritores Espido Freire, Lara Siscar, Paula Izquierdo, Juan Gómez-Jurado, Juan Eslava Galán y Miguel Munárriz.
El primer premio, que ha ganado Mireya Jiménez Ruiz, está dotado con 2.000 €. El premio para la historia finalista, de Carmen Grau, es de 1.000 €.
El plazo para participar en este concurso, en el que ha participado más de 300 autores, comenzó el 24 de enero y terminó el domingo 4 de febrero, día que, desde el año 2000, fue instaurado como Día Mundial del Cáncer con el objetivo de aumentar la concienciación y movilizar a la sociedad para avanzar en la prevención y control de esta enfermedad.
A continuación puedes leer las historias premiadas. Al resto de las historias se puede acceder a través de nuestro foro. Gracias a todos por participar.
GANADORA
Los quizás y el monstruo de debajo de mi cama
Mireya Jiménez Ruiz
Y te lo cuentan y no te lo crees. Y te lo repiten y sigues sin creértelo. Y piensas que esto no te está pasando a ti. Que quizás… pero ese quizás es solo un intento desesperado de huir de la realidad. Una realidad que está frente a ti, en este preciso momento, y que mueve los labios y al que no escuchas. Que se arma de paciencia porque está acostumbrado a soltar esta triste retahíla y que quiere terminar contigo para poder pasar al siguiente paciente, que lo mismo hasta corre con tu misma suerte. Le entiendo, no debe ser agradable tener que dar estas noticias. No está en la lista de deseos de nadie al levantarte por las mañanas. No sé… en realidad no me estoy enterando de lo que tengo, aunque no debe ser nada bueno. No me quiero enterar. Quizás… si cierro los ojos y no le veo, ¿desaparecerá como el monstruo de debajo de mi cama? Voy a probar. Nada. Repito por si a la primera no lo he hecho bien. Mismo resultado, nada. Este es más fuerte. Venga, tendré que ser también más fuerte. Mucho más. Vuelvo a casa, no sé cómo pero lo he hecho. Me suena el móvil. Lo escucho a lo lejos, como todo desde que empezara con esas palabras… ¿Habré traspasado los límites del sueño? Quizás aún sida dormida. Quizás todo sea una pesadilla de esas de las que no te puedes despertar. Quizás… quizás tan solo sea el día de los quizás y esto no haya ocurrido, ni vaya a ocurrir, ni tenga que ser más fuerte que el monstruo de debajo de mi cama.
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FINALISTA
Carmen Grau
Tranquila ya lo estoy. Poco a poco voy poniendo orden en mi vida, aunque empiece por el final. La esperanza me ha renovado las ganas de luchar, de agarrar esta segunda oportunidad.
En el hospital todavía hablan de su caso, tan excepcional. La paciente no era un dechado de salud, que digamos. Para empezar, achacaron a su obesidad el hecho de que hubiera tardado tanto en notar el bulto extraño. Pero la fertilidad es así: unos la tienen y otros no, y a veces es imposible descubrir las razones.
Su unión se fortaleció. Y aunque llegarían otros retos que les volverían a hacer tambalear, esos pertenecen todavía al futuro y no tienen ni cabida ni relevancia en esta historia.
que la quimioterapia me lo habrá matado todo, hasta la posibilidad de dar vida. la prueba salió positiva, le digo. me responde que esas pruebas no son de fiar, pero si me quiero ir a casa tranquila, me harán una aquí en un momento.
Lucas nació el mismo día que su hermana Ella, tres años después.
pues no es por llevarle la contraria, le digo al médico, que usted ya sabe que soy muy atolondrada, que mi vida siempre ha sido caótica y que asumo total responsabilidad de lo que me pasó los malos hábitos me pasaron factura el médico me interrumpe para decirme que no me culpe de algo sobre lo que no tuve ningún control le contradigo insisto en que yo soy dueña de mi cuerpo y si no yo al menos sí lo es él mi marido el padre de la nueva criatura que llevo dentro el médico me responde que eso es imposible y que me lo quite de la cabeza que no volverá a pasar
La operación fue un éxito y también el tratamiento, pero durante años ella lamentaría haberse perdido los casi dos primeros años de vida de Ella. Nunca había sido una buena paciente y no lo iba a ser ahora de repente, atacada por lo peor que le puede pasar a alguien. Durante esos dos años él se ocupó de todo: de cuidarla a ella; de alimentar a la niña, jugar con ella, llevarla e irla a buscar a la guardería, y leerle un cuento cada noche, y de aportar el único sueldo para mantenerlos a flote; dormía solo cinco horas y no siempre por la noche.
El tiempo pasó. La niña ya hablaba un montón, y corría. Un día la llamó mamá. Y a ella le dijeron que estaba curada pero que, por descontado, no volvería a concebir.
que yo no quiero perder el pelo oye le digo y derramo un nilo de lágrimas o un amazonas que nunca me acuerdo cuál es más caudaloso y él me responde que el pelo crece sin que hagas nada pero que te van a quitar un ovario joder eso es más serio y la quimio es para prevenir para asegurarnos de que no se escapa ninguna célula maligna por ahí es por tu bien
El veredicto médico fue rápido, fulminante: tumor maligno. Y no en el estómago, sino en un ovario. Él, siempre práctico, pensó: Ella llegó en el momento oportuno, adelantándose al mal.
Los inundaron de información, les pidieron calma pero les urgieron actuar sin dilación. La palabra quimioterapia les resonó en los oídos como una maldición.
es como una piedra que va creciendo llega un día en que es tan grande que parece que esté embarazada otra vez y eso que no he logrado quitarme los kilos de más o sea que estoy gorda gordísima diría yo me la masajeo pero no baja es dura como una piedra ya te digo por fin le digo a ti qué te parece que puede ser esto y él me contesta nos vamos ahora mismo al hospital
Se conocieron en la universidad en 1993. Aunque no estudiaban lo mismo, sus facultades estaban una al lado de la otra. Ninguno de los dos pasó del primer año de carrera: el enamoramiento los distrajo. Empezaron a salir y, como tantas parejas que se hacen novios de jóvenes y continúan juntos casi veinte años después, sufrieron rupturas. Sin embargo, siempre volvían a encontrarse.
Diez años más tarde, un embarazo inesperado les llenó la vida de Ella —pronunciado ela— y les salvó de otra ruptura que quizá hubiera sido la definitiva. Desde entonces dicen que Ella les hizo superar la crisis de los diez años.
Cuando la niña cumplió seis meses, la vida les envió otro reto. En forma de bulto en el estómago.
mi vida es un caos siempre lo ha sido y ahora más que nunca me acaban de dar el diagnóstico salimos de la consulta del médico y él me tiene que aguantar de un brazo porque por poco me caigo y me rompo la crisma al menos ese sería un final más rápido
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