Nórdica publica Siete plantas, del escritor Dino Buzzati. Esta edición cuenta con las ilustraciones de Juan Berrio. Esta obra del autor de El desierto de los tártaros continúa la senda de sus influencias kafkianas. A continuación os ofrecemos un adelanto de este libro.
Tras un día de viaje en tren, Giuseppe Corte llegó, una mañana de marzo, a la ciudad en la que se encontraba la famosa clínica. Tenía algo de fiebre, pero aun así quiso ir caminando desde la estación al hospital, llevando consigo su maletín.
A pesar de que la suya era una manifestación ligera y muy incipiente, a Giuseppe Corte le habían aconsejado recurrir al célebre sanatorio, en el que se trataba exclusivamente aquella dolencia. Eso garantizaba una excepcional competencia y el más racional y eficaz acondicionamiento de las instalaciones.
Al divisarlo a lo lejos —lo reconoció porque había visto una fotografía en un folleto publicitario— Giuseppe Corte tuvo una óptima impresión. El blanco edificio de siete plantas estaba orlado de entrantes que le daban la vaga fisonomía de un hotel. A su alrededor, un recinto de altos árboles.
Tras un sumario reconocimiento médico, a la espera de más detenidas pruebas, se le asignó una agradable habitación de la séptima y última planta. Los muebles eran claros y pulcros, al igual que las tapicerías, los sillones de madera, los cojines revestidos de polícromas telas. La vista se extendía sobre uno de los mejores barrios de la ciudad. Todo era tranquilo, acogedor, apacible.
Giuseppe Corte se tumbó de inmediato y, encendiendo la lámpara a la cabecera de la cama, empezó a leer un libro que había traído consigo. Poco después entró una enfermera, a preguntarle si deseaba algo.
Giuseppe Corte no deseaba nada, pero se dispuso gustoso a conversar con la joven, solicitándole información sobre la clínica. Vino así a conocer la extraña característica de aquel hospital. Los enfermos eran distribuidos en una u otra planta según la gravedad. La séptima, o sea la última, era para los casos más leves. La sexta estaba destinada a pacientes menos graves, pero a los que no se podía descuidar. En la quinta se trataban las afecciones serias, y así sucesivamente, planta por planta. En la segunda estaban los enfermos muy graves. En la primera, los desahuciados.
Tan singular sistema, además de agilizar notablemente el servicio, impedía que un enfermo leve pudiera resultar turbado por un compañero agonizante, y garantizaba en cada planta una atmósfera homogénea. Por otro lado, el tratamiento podía así graduarse de modo cumplido.
Derivaba de ello que los pacientes resultaran divididos en siete progresivas castas. Cada planta era como un pequeño mundo en sí misma, con sus reglas particulares, sus especiales tradiciones. Y puesto que cada sector se confiaba a un médico distinto, se habían constituido concretas, bien que mínimas, diferencias metodológicas en el tratamiento, a pesar de que el director general hubiera impreso a la institución un único y fundamental carácter.
Cuando la enfermera hubo salido, Giuseppe Corte, persuadido de que la fiebre había pasado, se acercó a la ventana y miró hacia afuera, no para observar el panorama de la ciudad, aunque no la conocía, sino con la esperanza de descubrir, tras sus ventanas, a otros pacientes de las plantas inferiores. La estructura del edificio, con sus grandes entrantes, permitía ese género de observación. Giuseppe Corte concentró sobre todo su atención en las ventanas de la primera planta, que aparecían lejanísimas, y que se percibían apenas sesgadamente. Y nada de interesante pudo ver. Estaban en su mayoría cerradas a cal y canto por grises persianas correderas.
Corte se dio cuenta de que en una ventana junto a la suya había un hombre asomado. Ambos se observaron un buen rato con creciente simpatía, pero no sabían cómo romper el silencio. Por fin Giuseppe Corte se animó y dijo: —¿También usted está aquí desde hace poco?
—No, no —dijo el otro—, estoy aquí desde hace ya dos meses… —calló unos instantes y luego, no sabiendo cómo continuar la conversación, añadió—: miraba a mi hermano, ahí abajo.
—¿A su hermano?
—Sí —explicó el desconocido—. Entramos juntos, un caso verdaderamente extraño, y él ha ido empeorando, piense que ahora está ya en la cuarta.
Sinopsis de Siete plantas, de Dino Buzzati
Siete plantas tiene el afamado sanatorio al que Giuseppe Corte llega aconsejado para tratarse de una dolencia, con la ilusión de su segura recuperación. A pesar de una prometedora primera impresión ante el edificio y del trato amable de los profesionales que le reciben, pronto se verá arrastrado por un peculiar sistema que lo hará descender de planta en planta entre temores de dudosas intenciones.
Bio de Dino Buzzati
Dino Buzzati (Belluno, 1906 – Milán, 1972). Escritor y periodista italiano. Trabajó durante casi toda su carrera para el diario Corriere della Sera. Conocido por sus cuentos, en los que suele mezclar elementos fantásticos o de ciencia ficción, sus novelas beben de influencias kafkianas, con enrevesadas situaciones y grandes dosis de desesperación. Dentro de la obra de Buzzati habría que destacar El desierto de los tártaros (1940), que gozó de gran éxito a nivel internacional y fue llevada al cine en 1976 por Valerio Zurlini.
—————————————
Autor: Dino Buzzati. Título: Siete Plantas. Editorial: Nórdica. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: