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Memento Mori, de César Pérez Gellida

Memento Mori, de César Pérez Gellida

Me hablaron tan bien de los libros de Gellida que no pude evitar desconfiar de tanto fanatismo. Podría decirse que tengo algo de bicho raro, me persiguen ciertas manías y una de ellas es la de no sumarme a la ola de las tendencias. De no acercarme a una obra por el simple hecho de que todo el mundo la recomiende. Ya me pasó en su momento con Patria, libro que leí un año y pico después de publicarse. Con El señor de los Anillos y con Juego de Tronos también me ocurrió algo parecido: hasta que no se hubo calmado la fiebre en la que todo el mundo parecía hablar de lo mismo, no me molesté en echarle un vistazo a los libros. Si en el instituto me obligaban a leer una novela, perdía todo el interés por ella. No sé a qué se debe esto, supongo que a la pataleta inmadura de un niño malcriado. Del estúpido consuelo de sentirme libre a la hora de escoger mis lecturas. A esa rebeldía reprimida que se asoma de vez en cuando con este tipo de detalles.

Yo decido lo que leo. Y punto.

"¿El comienzo de la novela? Sin palabras. No creo que olvide las primeras páginas de Memento Mori."

Total, que me animé a leer Memento Mori cinco años después de su publicación. ¿Es tan bueno como dicen? Mejor. Para abrir boca, podríamos decir que esta obra destaca por su realismo y rigor en los campos criminalísticos. No lo sabía, pero navegando por la web he descubierto que a Gellida lo galardonaron con la medalla de honor de la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses. Una pasada. Además, sus personajes parecen que van a salir de un momento a otro del papel para darte los buenos días. Son totalmente reales, de carne y hueso: se enfadan, se enamoran, cagan y mean. Eso hace que nos sintamos plenamente identificados con los protagonistas, que nos metamos de lleno en la historia y nos creamos a pie juntillas lo que nos están contando. ¿El comienzo de la novela? Sin palabras. No creo que olvide las primeras páginas de Memento Mori. Madre mía. Qué angustia, qué agobio. Entran ganas de cerrar el libro y coger aire. Respirar.

Por si fuese poco, esta novela está tan trabajada, tan completa, que tiene su propia banda sonora. Y esto ya se ha dicho anteriormente, no es nada nuevo. La música está muy presente a lo largo de toda la narración y César escoge los temas con acierto, con tiento, en cada una de las escenas. Hablando de las manías: también tengo cierta debilidad por aquellos libros donde la literatura cobra especial protagonismo. Metaliteratura, o algo así que la llaman. Kafka, James Joyce o Miguel Hernández serán personajes activos en Memento Mori.

"No me queda otra. Seguiré leyendo la trilogía de Versos, canciones y trocitos de carne. Casi sin quererlo, yo también me he vuelto Gellidista."

Además, me ha sido muy grato compartir varias similitudes con algunos de los protagonistas de esta novela. Siempre he dicho que podría considerarme un analfabeto poéticamente hablando. Desde pequeño me he criado leyendo narrativa y la poesía ha sido un campo que he leído de forma esporádica. Y sé que estoy tirando piedras sobre mi propio tejado, pero no he venido aquí para engañar a mis lectores. Me considero un amante de la narrativa. Un aficionado del verso. A pesar de esto, hay un poema que siempre ha estado muy presente a lo largo de mi vida. Aún recuerdo cuando llegué a mi casa y le dije a mi padre que tenía que leer una poesía en clase por orden del profesor. Las imágenes me vienen a la cabeza como si fuese una película a todo color. Lo juro. Mi padre sacó el libro de Miguel Hernández de la librería como si fuese un preciado tesoro. Abrió el poemario y buscó entre las páginas. Luego me señaló con el dedo índice amarillento por la nicotina lo siguiente:

En Orihuela, su pueblo y el mío,
se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.

—Esto, hijo, es un poema que Miguel Hernández escribió a su amigo.

Cuando vi que estos versos formaban parte de la trama de Memento Mori, fue así como me sentí: amigo del escritor. Gellida consigue esa conexión casi mágica que solo transmiten los grandes escritores. Como suele ocurrir con estas cosas, todo acaba en la pataleta de un niño mimado y de rebeldía pasajera.

No me queda otra. Seguiré leyendo la trilogía de Versos, canciones y trocitos de carne.

Casi sin quererlo, yo también me he vuelto Gellidista.

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Autor: César Pérez Gellida. TítuloMemento MoriEditorial: Suma. VentaAmazonFnac y Casa del libro

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