Bajo una prosa en apariencia sencilla, todos los cuentos de Mundo extraño encierran un enigma: el de lo inusual. Los protagonistas son seres corrientes que llevan vidas anodinas hasta que, de pronto, la extrañeza irrumpe en ellas. Se presenta en ocasiones como un hecho absurdo que impacta al lector. Otras veces lo extraordinario aparece a través del monólogo interior del protagonista, cuyos pensamientos fluyen y le llevan a desvelar hechos estrafalarios, que se concatenan mediante una lógica del absurdo.
En el primero de los cuentos, “Mamá eligió para suicidarse el 24 de diciembre por la mañana”, la protagonista entra en la casa materna y se encuentra un pavo en medio del pasillo: “Allí estaba, obsceno como prostituta vieja, con su piel blanquecina, con ese perverso boquete trasero”. Basta este simple detalle para desbaratar el raciocinio del lector y hacerle transitar por caminos inciertos en los cuales cualquier avatar es posible.
José Ovejero se nutre de la primera persona, predominante en casi todos los cuentos, para que el relato se convierta en una suerte de confidencia: el protagonista se confiesa, nos va revelando detalles de su pasado, como le sucede al médico del cuento “Nunca pasa nada”, que comienza por detectar ligeros cambios de posición en los muebles de su consulta, hasta que sorprende a la señora de la limpieza haciendo el amor con su novio en el suelo. Se ha creado un misterio, una expectativa que, sin embargo, se disuelve en varias páginas, para continuar con un relato sobre la mujer y el hijo del médico, que nada tiene que ver con la trama inicial. El cuento se convierte, de este modo, en una montaña rusa narrativa, con subidas y bajadas de intensidad derivadas de las revelaciones del personaje.
Encierran estos detalles extraños del autor una reflexión acerca de la creación literaria como un arte epifánico. Así lo afirma el escritor protagonista del cuento más metaliterario, “Los escritores que más me gustan”, concluyendo sobre los libros que “según lees cada renglón te das cuenta de que allí hay algo hermoso, y sin embargo esa hermosura solo se colma un momento (…), porque enseguida notas que se diluye y se escapa y que, de todas formas, solo ilumina un rincón, pero el mundo alrededor es oscuro y probablemente sucio”. La misma idea parece reformularse de nuevo a través del escaparatista de “Escaparates”, un auténtico creador de arte que, sin embargo, solo dura unas semanas, o unos días, hasta que desmontan sus escaparates y él crea otro nuevo, completamente distinto del anterior.
Leer los cuentos de Ovejero equivale a emprender un viaje, donde cada paso que damos nos desvela algo desconocido, como le sucede a Álvaro, del relato “Venta segura”, quien “tuvo uno de esos momentos en los que uno duda de estar percibiendo la realidad de la manera habitual (…). Nuestros sentidos nos dicen una cosa y, sin embargo, la realidad no se adapta a ese mensaje”.
El gran mérito de Mundo extraño es esa prosa sencilla en apariencia, a la cual aludía al principio de esta reseña, que actúa como un colchón donde podemos soñar plácidamente con lo inusual, lo estrafalario, lo inesperado, lo extraordinario; porque justamente esa es la esencia de la literatura: la capacidad del escritor de ver la realidad de un modo único.
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Autor: José Ovejero. Título: Mundo extraño. Editorial: Páginas de Espuma. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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