Madre de leche y miel es un retrato realista del conflicto emocional y de la compleja realidad cultural, social y personal que acarrea la condición de madre inmigrante. Un fresco del mundo rural rifeño y de lo que supone ser mujer hoy, contado por la propia autora para Zenda.
Fatima empezó a hacer pan con apenas siete añitos. Veía a su madre atareada con tantos hijos, ocupándose de todo en la casa y fuera de casa, que pronto aprendió por sí misma a encargarse de algunos quehaceres para que Zraizmas no acabara como otras madres, reventando de tanto deslomarse. Si le preguntáis a Fatima os dirá que aprendió sola, fijándose en su madre. “Nadie nos enseñó nunca nada”. Así que tomaba la medida con las manitas haciendo un hueco. Al principio los panes le salieron demasiado gruesos para la plancha de barro, bajo la que crepitaban las ramillas, recogidas por los campos alrededor de la casa por la misma Fatima. Poco a poco fue manejándose con destreza en el arte de amasar, añadiendo un trozo de esa pasta madre que había heredado de la abuela, que a su vez la heredó de la suya. Aprendió a ajustar la sal y a calcular el tiempo que había que esperar para girar los panes.
Años más tarde Fatima se encontraría en una ciudad llena de frío y niebla y se vería obligada a vivir con la añoranza de lo más íntimo, del pan y el aceite de oliva, de las especies con las que condimentar los estofados, del té con menta servido de buena mañana para romper el ayuno, de la sopa espesa que comían durante el Ramadán. Fatima se llevó al nuevo país algunos utensilios para preparar el pan y un hatillo de especias, pero tardaría un tiempo en encontrar las tiendas donde comprar la harina, en hacerse con un quemador o una bombona de butano. Cuando al fin le fue posible volver a hacer pan, su añoranza se hizo más soportable.
Dice Erich Fromm que todas las madres pueden dar leche pero solamente algunas pueden dar miel, siendo la leche el símbolo del instinto de supervivencia, la necesidad de seguir vivos, y la miel el de disfrutar de la vida, de celebrar el estar vivos, pero también el gozo de los distintos placeres. Tanto Fatima como todas las mujeres presentes en la novela, las hermanas, las madres, las abuelas, saben muy bien lo que es ser de leche. En un entorno adusto, árido, como es el Rif más rural de hace treinta o cincuenta años, permanecer vivos era algo que había que aprender, no se daba por hecho. Había que afrontar momentos de escasez, como en cualquier lugar donde la agricultura es de subsistencia. Para obtener los alimentos más básicos había que trabajar muy duro. Esta dureza la aprendían Fatima y sus hermanas desde pequeñas, encargándose de ayudar no solamente en la casa sino también en el huerto, en el campo, buscando comida para los animales, labrando ellas mismas la tierra mientras el padre emigrado se pasaba la mayor parte del tiempo fuera.
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Autor: Najat El Hachmi. Título: Madre de leche y miel. Editorial: Destino. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro
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