A las buenas, querido lector.
Tengo que reconocer que el listón quedó muy alto con el artículo anterior. Chikatilo es mucho Chikatilo, sobre todo para mal, así que seguro que te estás planteando si te puedo sorprender. Déjame decirte que sí. Antes que nada quería hacer un par de apuntes.
Uno, que no has parado de pedirme que también hable de asesinas, no sólo de asesinos. Ten claro que lo iba a hacer sin que me lo pidieras. Debes saber que llevo un plan que se basa en hablar del que me apetezca en cada momento, y ahora me apetecía hablar de quien te voy a hablar. No hay más. No busco paridad en los artículos, no quiero demostrar que también existieron (y existen) mujeres psicópatas, porque es algo que es obvio. Es simplemente que cada vez me apetecerá hablar de uno diferente y así será.
Dicho esto, paso con el segundo apunte. Igual que digo que no busco demostrar que existieron, esta sociedad parece empeñarse en demostrar que no fue así. O, mejor dicho, que apenas las hubo y que sus actos no fueron importantes. Me he dado cuenta buscando información de quien te voy a hablar hoy. No veas lo que me ha costado. Pero no sólo en medios de habla hispana, sino incluso buscando información en inglés, alemán, chino (sí, chino) y… nada. Apenas importa cómo y por qué hizo lo que hizo. Para que lo compruebes, te invito a que busques información sobre cualquier asesino en serie hombre. No encontrarás sólo datos veraces, sino mentiras, leyendas, conjeturas… hay de todo. Sobre mujeres, salvando a Aileen Wuornos, que se tornó mediática, poco o nada.
En fin, que te dejo que saques tus propias conclusiones, pero a mí es algo que me ha enfadado mucho. Lanzada la queja, paso a relatarte lo que he podido reunir acerca de la vida de Maria Catherina Swanenburg, probablemente, la peor asesina en serie de la historia (casi nada).
Maria nació un nueve de septiembre del año 1839 en las afueras de Leiden, Holanda. Vivió toda su vida allí, en uno de los barrios más pobres de la ciudad. Hija de Clemens Swanenburg, un humilde trabajador, y de Johanna Dingian, ama de casa, era una de los doce hijos de la pareja. No era raro que muchos de los niños nacidos en aquella época no sobrevivieran, por lo que seis de sus hermanos perdieron la vida siendo muy pequeños. Dentro de la pobreza del barrio en el que creció, su vida todavía empeoró más cuando su padre se dio al alcohol. Y es que el señor Swanenburg se gastaba una ingente cantidad de dinero en bebida. Esto les trajo numerosos problemas económicos, haciendo incluso que los desalojaran en varias ocasiones de su vivienda por impagos en el alquiler. Una de las cosas que más me interesó averiguar sobre su infancia ha sido el saber si esos problemas con el alcohol trajeron algún tipo de violencia por parte de su padre, un hecho como hemos visto muchas veces presente en la vida de muchos psicópatas, pero no, no es que no lo haya habido, es que he sido incapaz de saberlo, y no te lo puedo contar. Sea como fuere, Maria tuvo que empezar a trabajar desde muy pequeña para contribuir a la economía familiar.
Empezó como lavandera, aunque muy pronto lo compaginó con el cuidado de niños pequeños. Sus vecinos hablaban muy bien de ella. Eso le hizo granjearse el apodo con el que se le conoció hasta que se descubrió lo que acabó haciendo: Goie mie (que se traduciría por algo así como «buena madre»). Se decía de ella que era buena, bondadosa y siempre servicial.
Hasta la fecha en la que se casó (trece de mayo de 1868) poco se sabe, a excepción de que tuvo varias relaciones amorosas fallidas. Fruto de estas tuvo tres hijos, dos de las cuales murieron. Cuando se supo lo que Maria había hecho, de manera lógica se empezó a sospechar de su implicación en sus muertes, pero lo cierto es que en 1866 hubo una epidemia de cólera y las niñas, por desgracia, no sobrevivieron. Volviendo al matrimonio, se casó con un herrero de nombre Johannes van der Linden. Con él tuvo cuatro hijos y dos hijas más. Johannes no tuvo en problema en reconocer al hijo que ya tenía Maria como suyo propio. Cuatro de los niños que tuvo en este matrimonio también murieron. Volviendo a las sospechas tras lo que hizo, vuelvo a recordar que no era tan raro que pasara en una época así. Basándome también en este matrimonio, extraigo una conclusión, que no es otra que Maria era analfabeta. Más que nada, porque firmó el documento oficial con una X, algo que se hacía en estas circunstancias.
Cuando ya se empezó a investigar el rastro mortal que dejó a su paso, se consideró que su senda comenzó en 1879, pero sólo se pudo demostrar a partir del año 80, en el que llegó su primera víctima mortal: su propia madre.
Qué le llevó a hacerlo es algo que a día de hoy no se sabe. Quizá esas lagunas sobre su infancia y su adolescencia podrían ayudar a saber qué pasaba entre ellas para que esto acabara así, pero lo cierto es que fue la primera en probar el método que utilizaría en todos y cada uno de sus asesinatos: el envenenamiento por arsénico. La siguiente víctima sería su padre, que sigue dando mucho que pensar.
Mucho se ha hablado de que lo hacía por motivos económicos. No es una mala pesquisa, teniendo en cuenta lo que te voy a relatar, pero yo mismo he acabado sacando otra conclusión que te voy a contar luego. Así que no desconectes.
Como te decía, la motivación económica es la que siempre se ha interpuesto a otras a la hora de intentar saber por qué lo hacía. Está probado que empezó así, ya que gracias a su innegable labia convencía a sus víctimas (en su mayoría personas enfermas y mayores) de que le dejaran a ella su herencia y no a sus familiares. Otro de sus métodos para ganar dinero con estas muertes fue el contratar seguros de defunción y que la nombraban a ella como heredera de esa prima por fallecimiento. Seguro que te preguntas cómo era posible que consiguiera cobrar esto si… ¡cómo son los seguros! Ten en cuenta de que te hablo de 1880, esto era relativamente nuevo y el único requisito era que la persona falleciera. No se miraba ni cómo ni por qué. Además, Maria no era tonta y se cuidaba de que sus víctimas estuvieran lo más alejadas posible de cualquier médico. Como eran mayores, pues morían porque les tocaba morir. Ya está. No se consideraba que alguien les echara arsénico en la comida o en los vasos donde bebían.
Esta vorágine de muerte le llevó a cometer veintisiete asesinatos reconocidos. Ahora viene cuando los datos asustan, ya que no se pudo probar otros sesenta que se cree que cometió ella. Hablamos de casi noventa víctimas mortales. Si a eso le sumamos los cuarenta y cinco que se sabe que se salvaron de morir, no hay duda de que hablamos de un monstruo. Lo peor no es eso, que ya de por sí es grave. Es que al menos de los veintisiete reconocidos dieciséis eran miembros de su propia familia. Entre ellos se encontraba su cuñada, Cornelia van der Linden, el marido de ésta, su primo William y su propio hermano, Arend.
Un dato digno de mención es que los cuarenta y cinco que se salvaron tuvieron secuelas de por vida. Muchos tuvieron que andar ayudados de muletas y otros tuvieron problemas más graves que arrastraron hasta el día de su muerte.
Ahora viene cuando te cuento por qué pienso que hay algo más detrás de Maria que no es motivación puramente económica. Con las estafas a seguros y las herencias, nuestra amiga llegó a recolectar unos tres mil florines, que para la época es una cantidad nada desdeñable. Pues bien, lo lógico supongo que sería que su nivel de vida aumentara, pues con estos ingresos se lo podía permitir. Recuerdo el caso de Enriqueta Martí (la vampiresa de Barcelona), que enseguida que empezó a tener algo de dinero lo primero que hizo fue aumentar su tren de vida. Maria no. Ni siquiera Johannes, su marido, sabía nada de esos ingresos. Maria sólo los guardó, sin ninguna pretensión más. Esto me ha hecho pensar en que si lo económico no era una mera excusa para justificarse a sí misma, y lo que de verdad anhelaba era matar. Cuando varió en sus víctimas escogidas ya no me quedaban dudas de eso. Y es que Maria empezó a asesinar cambiando a los ancianos desvalidos por familias enteras de clase pobre o media, niños incluidos. Los envenenaba sin ningún tipo de pudor y, en el caso de las de clases bajas, sin nada que poder quitarles. Es decir, con la única pretensión de sentir ese poder que le confería la capacidad de quitarles la vida. De jugar a ser Dios.
Seguro que ahora te estás echando las manos a la cabeza y pensando que estoy desvariando algo. Déjame decirte que, curioso que es uno, no he querido quedarme en mis suposiciones, y me he ido a consultar a mis fuentes sobre estos temas. Lo único que te puedo decir es que son muy fiables. Me han confirmado lo que me suponía. Lo económico era una especie de tapadera que encerraba un ansia homicida que necesitaba ser justificada de alguna manera. Si todavía te quedan dudas, déjame contarte una pequeña anécdota.
Un vecino de su barrio se lamentaba sobre la muerte de un pariente (a manos de ella, claro). Ella no dudó en decirle que un mes le tocaría a él, algo que el hombre no supo si tomar en serio o no, ya que era esa mujer tan buena a la que todos querían. Al mes siguiente murió.
Tengo clarísimo que te surgen muchas preguntas, y voy a tratar de contestarlas lo mejor que sé.
¿Cómo es posible que se hiciera con el arsénico?
La respuesta es tan simple como aterradora: en la farmacia de la esquina. Sí, tal cual lo has leído. Resulta que en aquella época, en dicha farmacia se vendía un compuesto que ellos mismos hacían y que decían que era un remedio infalible contra las termitas. El compuesto llevaba cuatro partes de arsénico y una de cal. Estaba tan mal mezclado que era fácil separar uno de otro y quedarse sólo con el arsénico. Lo más grave es que costaba un centavo, así que se calcula que toda su vida criminal le pudo acarrear un costo de unos quince centavos nada más.
¿Cómo es posible que campara a sus anchas rodeada de tanta muerte?
Volvemos a lo de siempre. Por suerte esto ha cambiado, pero hasta no hace demasiado según qué muertes no importaban. Tal cual lo digo. Sin ir más lejos, algunos investigadores (ya entrados en años, muchos fuera de servicio) de este país me lo han confirmado. Hay muertes que no se investigan igual. Bien por falta de medios, bien por desidia o por órdenes de arriba. Todo esto se traduce en que Maria, como he dicho, vivía en uno de los barrios más pobres de Leiden. Allí apenas había patrullas de vigilancia policial, que podría ser el primero de los factores que influían a la hora de que tuviera vía libre. El segundo es que, al no investigarse las muertes, pues apenas les importaba que falleciera gente de clase baja, ella se seguía sintiendo poderosa y su ansia homicida crecía y crecía. Hay que tener en cuenta que muchas de las carreras mortales de muchos psicópatas transcurren a lo largo de una cantidad notable de años. No sé, por ponerte un ejemplo, diez víctimas en ocho años (un caso que estoy investigando ahora), o en el de Chikatilo, que mató del setenta y ocho hasta el noventa. Pero ella lo hizo todo en apenas tres años (demostrados, aunque me reitero en que se cree que cuatro) y acumula la friolera de veintisiete víctimas (me vuelvo a repetir, eso oficiales, podrían ser más de noventa). Esto demuestra lo segura que se sentía y su grado de psicopatía.
¿Cómo y cuando la detuvieron?
Fue detenida un quince de diciembre de 1883. Maria seguía con sus trabajos y su cara amable de cara a la galería. Esto le llevó a ejercer como lavandera para una familia de clase media, los Frankhuizen (en unos medios he leído que eran familia suya también, en otros que no). Maria aprovechó entrar en su casa para hacer lo que acostumbraba: les echó arsénico en la olla en la que se estaba cocinando su cena. La familia entera la tomó (hombre, mujer y niño de ocho meses). El padre fue el primero que comenzó a sentirse mal. Empezó a vomitar y decía que le quemaba la garganta. Con esto, llamaron a un médico que acudió a visitarlos. Cuando llegó, tanto la mujer como el bebé tenían unos síntomas parecidos, incluyendo sangre dentro de esos vómitos. El doctor no tardó en dictaminar que habían sido envenenados. Tras esto, por fin se inició una investigación en condiciones que acabó concluyendo que Maria era la única que había podido tener acceso a su comida, y por lo tanto debía ser ella la envenenadora. Lo peor de todo es que la familia acabó muriendo. Se siguió tirando del hilo y se vio que Maria había recibido cerca de tres mil florines entre herencias y seguros, así que también se investigó la muerte de estas personas. Se exhumaron cadáveres (al menos unos quince) y en todos se comprobó que había restos de arsénico en ellos. Ya no había ninguna duda, Maria era la asesina.
Tras la detención llegó una larga investigación. Se trataba de averiguar el número de víctimas real, pero no se pudo pasar de veintisiete, aunque, como digo, se sospecha de más de noventa muertes y cuarenta y cinco que se salvaron. Un rastro de muerte impresionante.
El juicio tuvo lugar en La Haya los días veinticuatro y veinticinco de abril del año 1885. La defensa, ante lo innegable de los hechos, se centró en alegar una enfermedad mental. Pero Maria había sido sometida a exámenes por parte de psiquiatras que certificaron su cordura. Lo que sí llamó la atención de sus conclusiones fue que dijeron que tenía un alto grado de insensibilidad. Algo lógico, supongo. No me preguntes cómo ni por qué, pero solo se la condenó por las últimas tres muertes, pero fue a cadena perpetua. Murió en la cárcel un once de abril del año 1915.
Está enterrada en el número trescientos ochenta y dos del cementerio católico de Gorinchem. En él nunca se colocó una lápida sepulcral.
Hasta aquí todo lo que he podido rascar sobre la vida de Maria Catherina Swanenburg. Estoy seguro que ahora me recomendaréis cientos de libros en los que sí se profundiza sobre su vida y de los que podría haber echado mano antes de escribir sobre ella. Pero créeme, lector, me apetecía hacerlo ya, porque así me lo pedía el cuerpo y no podía esperar más. Soy un poco así.
Si te ha gustado, házmelo saber, porque esto da alas para seguir contándote la vida de estos psicópatas. Para ello tienes mi email, Blas@Zendalibros.com o mi Twitter: https://twitter.com/BlasRuizGrau. Prometo contestar siempre, aunque la segunda vía es la más rápida.
Nos vemos en dos lunes, querido lector.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: