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Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Enrique Herreros es toda una institución en la exhibición y distribución cinematográfica en nuestro país. Antiguo responsable de comunicación de la United Artists en España y de la Paramount en Iberoamérica, también lo fue de las hoy legendarias superproducciones que rodó aquí Samuel Bronston. Ese mismo empleo le llevó a Hollywood para promocionar las cintas del productor estadounidense Melvin Simon. Por no hablar de cuando era el responsable de prensa de actrices como Sara Montiel o Carmen Sevilla. Productor él mismo en alguna ocasión, Herreros, ya nonagenario es —nunca mejor dicho— memoria viva del cine mundial. Sus recuerdos incluyen un desayuno con el mismísimo Charles Chaplin, en la suite que el cineasta tenía en el hotel Savoy de Londres en 1956. En efecto, como los distribuidores españoles de la cinta que eran, él y su padre —el primer Enrique Herreros— asistieron invitados al estreno mundial de Un rey en Nueva York.

"Además de cineasta, Enrique Herreros (padre) fue uno de los dibujantes más celebrados de su tiempo y uno de los fundadores de La Codorniz"

Además de cineasta, Enrique Herreros (padre) fue uno de los dibujantes más celebrados de su tiempo y uno de los fundadores de La Codorniz —“la revista más audaz para el lector más inteligente”, referencia obligada en la prensa satírica española—. Enrique Herreros (hijo) venera al autor de sus días, pero la nostalgia que preside su nuevo libro, De polvo eres y en polvo te convertirás (Edaf), es la que siente por cuatro mujeres fundamentales en su vida. La primera fue su abuela, quien marcó su carácter. La segunda, casi como era obligado en alguien que ha dedicado su vida al cine, fue una actriz norteamericana de origen japonés: Miiko Taka, una de las protagonistas de Sayonara (Joshua Logan, 1957). Sin embargo, no fue el cine, fue el célebre hotelero Conrad Hilton quien la trajo a Madrid junto a otras de las estrellas más rutilantes del Hollywood de aquel tiempo —Van Johnson, Jane Russell, Anne Miller…— durante una escala en un vuelo hacia El Cairo para participar en los eventos de la inauguración del Nilo Hilton.

En el Partenón, Miiko Taka

Herreros y su fotógrafo no dudaron, puestos a abordar a Miiko. Fue tanta su insistencia “que a ella debió de hacerle gracia y decidió concedernos una hora de su tiempo libre para que hiciéramos la entrevista”. Ya la devolvían al Castellana Hilton —el hotel de las estrellas en aquel Madrid de finales de los 50— cuando la actriz quiso ir a conocer Toledo. Ni que decir tiene que a sus acompañantes les faltó tiempo para tomar la dirección de la Ciudad Imperial. De la amistad que surgió entonces entre Miiko Taka y Enrique Herreros, el español aprendió a moverse “por los ambientes cinematográficos internacionales y a saber que un pañuelo puede ser un muy ingenioso correo”. Se refiere al que la actriz le obsequió en la despedida, cuando desde la portezuela del avión le lanzó “feliz y sonriente el más cariñoso de los besos aéreos que haya podido recibir un ser humano”.

"Lo que ocurrió en la noche que pasaron juntos en la habitación del Castellana Hilton, Herreros se lo guarda como los caballeros de antaño"

Lo que ocurrió en la noche que pasaron juntos en la habitación del Castellana Hilton, Herreros se lo guarda como los caballeros de antaño. Volvió a ver a Miiko en Atenas y aún conserva el pañuelo, igual que la correspondencia que mantuvieron con posterioridad.

En 1959, los aviones a reacción, que permitieron volar más rápidamente, aún estaban por llegar. Pero ello no era óbice para que aquella primavera la maravillosa Anouk Aimée se cogiera los fines de semana un Super Constellation de cuatro hélices y viajase hasta Madrid para reunirse con Maurice Ronet, su amor de entonces, que a la sazón rodaba en la capital. Herreros los llevaba a la plaza de Vista Alegre, a los célebres toros de Carabanchel. También fue él quien presentó a la estrella francesa al entrañable crítico Alfonso Sánchez, el más rendido de sus admiradores.

Fue otra francesa, Katherine Elm, “una parisiense chic del 16eme arrondissement”, la única que “estuvo en un tris de llegar a un alegre y desenfadado compromiso amoroso de por vida, mais la vie…”.

Cena con Charo Palacios

"Otra de las que le calaron más hondo fue Charo Palacios. La conoció en 1962, cuando la futura condesa de Montarco estaba a punto de convertirse en la principal inspiración del diseñador Elio Berhanyer"

Choca que en la memoria de ese soltero empedernido que fue Herreros primen los recuerdos de las mujeres que pasaron por su vida. Otra de las que le calaron más hondo fue Charo Palacios. La conoció en 1962, cuando la futura condesa de Montarco aún trabajaba en la embajada de Turquía y estaba a punto de convertirse en la principal inspiración del diseñador Elio Berhanyer. “De ella aprendí que enfrente puede haber un carácter más fuerte que el propio y que del choque salen perdiendo ambas partes”.

Con todo, Luis Alberto de Cuenca sostiene en la introducción a estas memorias sentimentales que “Charo Palacios fue un torbellino con faldas que abrió a Enrique las puertas de la organización de Bronston y le procuró las alegrías y perplejidades que suele procurar el vínculo amoroso como es debido a quienes lo protagonizan”.

Un recuerdo, eso es cuanto queda hoy de todas ellas.

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Autor: Enrique Herreros. Título: De polvo eres y en polvo te convertirás. Editorial: EDAF. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro

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