En el subtítulo de mi libro, por el que interesadamente ha apostado el Grupo Tierra Trivium y, en particular, la terráquea que profesionalmente me sufre, la escritora y editora Jimena Tierra, yo, Jesús Tíscar Jandra, domiciliado en la Región de Murcia y autor, también, entre otras novelas, de La japonesa calva (Premio de Novela Negra «Ciudad de Getafe» 2017), he creído conveniente advertir al consumidor de que Yo, señor, no soy malo —célebre arranque del Pascual Duarte, ya saben— son «tres novelitas lóbrigas y tremendistas de las que ya no se estilan» (como tampoco se estilan lóbrigo ni párrafos como este), y lo he hecho por simple cura en salud y contra mis propias convicciones, pues, en realidad, creo que los íntimos albañales humanos se siguen estilando, por más que esa censura sonriente, celofana y rosita que es la corrección política nos desaconseje hoy día su particular selfie literario.
La primera «novelita», Los zapatos de mi padre, es una historia adolescente de barrio y de los ochenta: de barrio obrero, de barrio pobre, de barrio hastiado, borrico, cruel, y de los 80, con número ahora, o sea de cuando se fumaba en el médico; una historia, pues, sobre chándales, drogas, pajas, baretos, conejillos de Indias, fetos por rebuscar en la basura, otorrinolaringólogos y mujeres maltratadoras que mueren sin haberles perdonado jamás la homosexualidad a sus hijos mayores.
Salchichas crudas, la novelita segunda, narra unas cuantas horas de un día en la vida de unas iniciales, de unas de esas iniciales criminalizantes que vemos a diario en la sección de sucesos de los periódicos, desde que son despedidas de la charcutería (buena) en la que trabajan hasta el momento en que las iniciales se plantean, en las alturas, si no sería mejor acabar de una puñetera vez con su tipografía anónima. Y terminar medio bien.
Por último, la novelita Días de sangre y leche la cuenta Paquito, un joven salpicado de gente enferma que se llama Porcaria, Jovino, Pladia, Trófino, Yoyaquím, Nilamón, Almodia… y que sobrevive en las aberraciones y en la locura feroz de quienes le rodean gracias a la obligación contraída, invertida y casi religiosa de alimentar a su amada madre con el néctar ansiolítico que sólo los machos de la especie humana pueden proporcionarle.
Yo, señor, no soy malo será sometido a presentación donde primero deben presentarse los libros de los autores que aún no han alcanzado el anhelante éxtasis de la fama secabolígrafos, o sea en sus pueblos, que allí no les van a faltar amigos, vecinos y familiares, todos admiradores y comprantes, en mi caso Jaén y la bella Úbeda, hacia finales de septiembre, si bien, antes, el día 7, hablaré de las repulsiones que conforman este volumen desestilado durante el festival «Cartagena Negra», y después Dios y la editorial dirán. Bueno, Dios no, que no existe.
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Autor: Jesús Tíscar Jandra. Título: Yo, Señor, yo no soy malo. Editorial: Grupo Tierra Trivium. Venta: Página web de la editorial
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