Si las gestiones con agentes no han ido por buen camino o eres de los que prefiere llevar las riendas, puedes dirigirte directamente a las editoriales. Hace años, cuando se hablaba de la figura del agente, se hacía en términos de antagonista del editor, como si fueran enemigos abocados a ponerse de acuerdo y firmar un armisticio forzoso. Los agentes velan por los intereses de los autores y estos no siempre negocian bien. Aunque todos quieran lo mismo, es evidente que de esa negociación va a depender la parte del pastel que cada uno se llevará. De ahí esa leyenda urbano-literaria de que las editoriales prefieren tratar directamente con los autores, más fáciles de contentar cuanto más bisoños. La leyenda, como cualquier otra, tiene cierta base de realidad, pero hoy en día son muchas las editoriales que prefieren tratar directamente con los agentes. Su intervención les garantiza profesionalidad, conocimiento de lo que tratan y una criba previa. Esto ha dificultado ―todavía más― el contacto directo de los autores noveles con las editoriales, y encontrar una que te abra la puerta se ha vuelto tan difícil como encontrar el Arca de la Alianza. Puede que más.
Respecto a las editoriales, es bueno seleccionar aquellas que publican dentro del género que uno pretende enviar, y las pequeñas y medianas siempre serán más receptivas frente a un novel que las grandes, aunque estas sean las que primero nos vienen a la cabeza. ¿Por qué no podemos ser la nueva María Dueñas y firmar con Temas de Hoy o Planeta? Pues porque las probabilidades de que eso suceda son mínimas y hace falta que confluyan muchos otros factores para dar ese salto. Pero igual es tu caso, nunca se sabe.
Doy por sentado que, si has emprendido este camino, además de escribir te gusta leer. Hay muchas opiniones a este respecto: la mía es que es difícil escribir bien sin haber leído y seguir leyendo. Si es así, seguro que conoces más de una editorial del género que te interesa: utiliza esos conocimientos para discriminar y hacer una primera selección.
Además, una buena forma para conocer editoriales con probabilidad de ser afines a nuestra causa es pasarse por una librería ―o portal de venta de libros― e ir anotando aquellas que incluyen títulos similares al que queremos ofrecer. La ventaja de ir a la librería es que puedes encontrar editoriales locales o más pequeñas, menos conocidas, y por tanto menos fáciles de localizar en Internet. Te abrirá a nuevas opciones. También es bueno que en esas visitas preguntes por los libros de las editoriales que has encontrado en Internet. La distribución es fundamental y damos por sentado demasiado rápido que todas las editoriales llegan a todas partes, y no es así.
Si lo haces comprobarás que algunas de las editoriales anotadas apenas tienen ejemplares en ningún establecimiento. Hace unos meses escribí una entrada que parecía una fábula, pero está inspirada en hechos reales ―Cuando fui libro―. Aunque parezca mentira, hay libros que no llegan a las librerías, y los de algunas editoriales tienen más posibilidades de quedarse en el limbo que los de otras.
Sobre las editoriales grandes habrás leído mucho, todos estamos más o menos informados. Pero de otras, aunque te suenen, investiga un poco por Internet. De algunas de ellas encontrarás información sorprendente sobre problemas con sus autores. Hay editoriales que cambian de nombre cada dos o tres años, dejando por el camino un rosario de damnificados, y es duro sentirse estafado con algo tan preciado para cualquier autor como su obra. Es fácil jugar con las ilusiones ajenas, y depredadores los hay en todos los ámbitos.
Una vez hecha la selección ―en la que no tienes por qué dejar de lado a las grandes―, solo tendrás que seguir el mismo procedimiento que con las agencias literarias, esto es, consultar cómo suelen recibir los manuscritos ―si es que están abiertos a ello (casi todas lo informan en su página web)―, enviar la carta de presentación que ya comentamos en la entrada anterior con tu propuesta editorial y armarte de paciencia, porque si las agentes a veces no contestan, las editoriales menos aún. La semana pasada un seguidor de Twitter me preguntó si podía ampliar de qué se compone la propuesta editorial. Pasé por encima porque hay muchas páginas en que se habla del tema, pero aprovecho su pregunta para dar unas pinceladas rápidas.
La propuesta es la presentación «técnica» de tu obra. Incluiría en documentos adjuntos algunas de las cosas que enumero a continuación o todas ellas, tú decides, pero ten en cuenta que menos es más y que lo que aportes debe ser relevante ―los consejos de sentido común que di para la carta de presentación en el artículo anterior también se aplican aquí―. La propuesta incluye:
- Nombre del autor, título de la obra y datos de contacto. Estaba en la carta, claro, pero esto es un documento adjunto y tienen que poder identificarte de forma independiente al correo.
- Lo que los guionistas llaman el storyline: un párrafo de cuatro o cinco líneas que resuma la historia.
- La sinopsis. Cuenta tu novela de forma atractiva en un par de páginas. Céntrate en la trama principal y no omitas las sorpresas que le tienes preparadas al lector. No tengas miedo de destriparla. Son profesionales y verán el potencial aunque cuando la lean no les pille con la guardia baja. No intentes contarlo todo en esas dos páginas recurriendo a letra de 8p e interlineado a 0,2. Que corra el aire y se lea con comodidad.
- Índice: Si tienes una división clara de capítulos o partes de la novela, inclúyelo. Y si es parte de una saga, dilo, y especifica si el resto ya está escrita.
- Referentes literarios y mercado objetivo: autores u obras que podrían encuadrarse en el mismo estilo, género y público objetivo del tuyo. Aporta los datos que conozcas sobre la repercusión de esas obras (ediciones, ejemplares vendidos, fidelización de seguidores…). Hay quien desglosa estos dos puntos por separado, pero están muy relacionados ―referentes o similares y posibilidades de mercado― y unirlos es una forma de abreviar.
- Ampliación del CV: obras publicadas, premios, blogs, redes sociales… Solo información literaria, salvo que escribas thrillers hospitalarios y seas cirujano cardiovascular (p.e.) o tengas alguna particularidad que te hace especial.
- Una muestra de tu obra: unas 10 páginas, máximo 20. Puede ser un par de capítulos y no hace falta que sean los primeros. Elige bien, tú sabes qué parte atrapa: pues esa.
Vuelvo a las editoriales. Es posible que alguna editorial de la que te han hablado o has tenido conocimiento a través de la Red te conteste entusiasmada ante tu manuscrito. Desconfía del que te compare con Cervantes o Dan Brown a los dos días de enviarles lo que sea. Leer y analizar lleva tiempo. Si además te habla a continuación de «estupendas» condiciones contractuales entre las que se incluye la compra de cien ejemplares por tu parte (o los que sean), huye. O no huyas, pero sé consciente de lo que quieres hacer. Es coedición encubierta y por lo general esas aventuras salen caras, en dinero y en frustración. Sobre eso volveré.
En la entrada anterior ya lo mencioné, pero ahora es preciso volver a ello: no te hundas ante el primer rechazo. Cuando te rechaza una agencia se pasa mal, pero el de la editorial parece que duele más. Recibirás cartas muy parecidas de unos u otros, con frases tipo:
«Lamentamos tener que informarle que, a la luz de los informes de lectura recibidos, entendemos que su original no se adapta a nuestro programa de publicaciones actual, por lo que no vemos viable su publicación en nuestra editorial en estos momentos.»
Como ves, es un no, pero deja abierta la puerta a la esperanza con palabras como «actual» o en «estos momentos», que limitan el golpe al presente.
Piensa que es muy difícil, que seleccionan a muy pocos, que influyen mil cosas ajenas a tu control y sigue con el siguiente de la lista. Y como con las agencias, haz un intento de ampliar la información sobre el motivo real del rechazo o qué puedes mejorar.
Si llegas a tener la suerte de que alguna editorial ―de las de verdad― se interese en el manuscrito, y una vez enviado y leído te hace una oferta seria, no te confíes y dale el contrato a algún abogado que entienda del tema para evitar abusos fruto de la ignorancia. Aquí es donde de verdad una agente es importante, pero si vas «a pelo», busca asesoramiento. Una vez firmado no habrá nada que hacer. Es un momento crítico, el novel se muere por firmar el contrato y el editor lo sabe, pero hay que tener calma, confiar en que si se han interesado aceptarán un trato justo y podrán esperar unos días a que lo medites. Tampoco te subas a la parra. Si has estado más o menos en contacto con el mundo editorial, aunque sea como lector, es posible que tengas en la cabeza cifras de tiradas o anticipos que hoy en día no existen ya. Estamos en vacas flacas. Prudencia, sosiego y cabeza fría.
Y si nadie es capaz de ver tu talento después de todo esto, no desesperes, todavía puedes llegar al estrellato. Pero de eso hablaré otro día.
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