A las buenas, querido lector.
Llego dos semanas tarde a nuestra cita. Ya sabes, cosas de nuevos libros que vas a lanzar no dentro de mucho, pero llego. Espero que sepas perdonarme el retraso y no me castigues leyéndome con menos entusiasmo. Sé que no será así, eres lector fiel y me lo demuestras con cada entrega. Sea como sea, voy al lío, que el artículo de hoy viene jugosito.
En este caso vengo a hablarte de una mujer célebre en el mundo de los asesinos en serie. Seguro que ya te hueles algo, ya que esta parada era obligatoria en nuestro viaje. Hoy te contaré la vida y crímenes de Aileen Wuornos.
Antes de empezar, estoy convencido de que ya sabes muchísimo sobre ella, porque te has visto tropecientas veces la película Monster, donde una impresionante Charlize Theron lo bordó en una interpretación que le valió el Oscar. Pero déjame decirte que su vida fue lo que se muestra en la película y mucho más. Así que empecemos por el principio, que es lo mejor.
Aileen Carol Wuornos nació un 29 de febrero de 1956 en Rochester, Michigan.
Fue fruto de una relación adolescente y, como pasa muchas veces, sus padres no tardaron en irse cada uno por su lado. El matrimonio duró apenas dos años, ellos se casaron con apenas quince años y la relación no funcionó. La niña ya nació con ambos separados y con un hermano de apenas un año. Los dos hermanos se quedaron con su madre, pero ésta, incapaz de cuidarlos, los abandonó, y fueron sus abuelos los que se hicieron cargo de ellos. Cuanto esto sucedió ella sólo tenía cuatro años.
Es lo habitual: ante la ausencia de figuras paternas, los abuelos lo hacen lo mejor que pueden, lo mejor que saben. Al menos así lo he visto yo desde siempre en casos cercanos a mí, pero en este caso, por desgracia para los pequeños, fue todo lo contrario.
Alcohólicos los dos, convirtieron la infancia de los hermanos en un verdadero infierno.
Para empezar, el abuelo de Aileen abusaba sexualmente de ella cada vez que le venía en gana. Tampoco escatimaba en palizas a la pequeña. Por desgracia, la niña creció pensando que todo esto era natural y que para conseguir cualquier cosa que quería tenía que ganárselo con su cuerpo. Este despertar sexual forzado trajo consigo que con tan solo once años ya se acostara con otras personas para conseguir cosas a cambio. Y cuando te digo cosas te hablo de cigarrillos, favores o incluso algo de alcohol. Sí, alcohol. No en plan como lo que vemos hoy día en nuestra sociedad de niños de esas edades que beben con sus amigos para demostrar que son mayores y que la niñez no va con ellos, no. Hablo de beber porque ya tiene una dependencia casi enfermiza de este tipo de sustancia. Ella misma confesó que, entre estas personas con las que se acostó, estaba incluso su propio hermano. Ella ya no sabía distinguir entre lo que estaba bien y lo que estaba mal. Nunca tuvo la figura necesaria que la guiara en este proceso de aprendizaje. Ojalá todo esto hubiera sido el límite, pero las desgracias siguieron llegando y llenando la vida de Aileen. Tanto ella como su hermano crecieron rodeados de mentiras. Quizá la más grave fue que sus abuelos les hicieran creer que en verdad ellos eran sus padres. Supongo que de una forma u otra todo acaba saliendo a la luz, y esto no se quedó para siempre en una mentira. Lo que sí es cierto es que el día en el que se enteraron ambos recibieron un duro mazazo pues fueron conscientes de que habían crecido rodeados de patrañas. Conocer la verdad no fue mucho mejor, ya que tras unas averiguaciones supieron que su padre biológico había sido un pederasta, también alcohólico, que no hacía mucho que se había suicidado en la cárcel. Se ahorcó, al parecer, tras las constantes vejaciones que sufría por parte de otros presos. Ocurrió en el año 1969. Su abuelo no era el único que les daba palizas —sobre todo a Aileen—, ya que su abuela, también muy violenta y una persona extremadamente cruel, también lo hacía. Aileen relató en numerosas ocasiones cómo la arrastraba por toda la casa agarrándola del cabello. Incluso en ocasiones se quedaba con grandes mechones de pelo en la mano por la virulencia del acto. Es muy duro cuando la muerte de alguien sirve como alivio para otras personas, pero en 1970, tras una insuficiencia hepática, la abuela falleció y para ellos supuso precisamente esto, un alivio.
Tal y como pasó con su madre, con Aileen la historia se repitió y se quedó embarazada cuando sólo tenía quince años. El padre nunca se llegó a identificar. Cuando la muchacha —ya adulta— recordaba este episodio mostraba algo de pena por lo sucedido con el bebé, pero reía cuando decía que se acostó con tanta gente que le era imposible saber de quién era el bebé. Dio a luz en una casa de maternidad de Detroit. Ella quería hacerse cargo del bebé, pero su abuelo le obligó a darlo en adopción. A pesar de que pensaban que con la muerte de su abuela los problemas iban a disminuir, fue todo lo contrario. Entró en escena la madre biológica, que apareció acusando al abuelo de haber asesinado a su esposa, así que se inició un proceso penal que lo único que trajo es que los dos hermanos pasaran a ser custodiados por el estado. Ellos se sentían como meros objetos que pasaban de unas manos a otras como si no valieran nada, así que no pudieron más y escaparon.
Lejos de arreglar sus vidas, todo fue a peor.
Aileen siguió entendiendo que la única manera de subsistir era ofreciendo su cuerpo como moneda de cambio, por lo que empezó una carrera en la prostitución de la que nunca llegaría a salir. Los expertos consideran que en aquellos momentos ya vivía en su día a día con un trastorno mental severo, sin duda fruto de tan mísera infancia. Si a esto se le añadía el abuso de drogas y alcohol, el cóctel resultante era explosivo y aterrador.
Su vida criminal comenzó —mejor dicho, sus problemas con la ley— en el año 1974, cuando fue arrestada por conducir ebria y disparar con una pistola mientras iba en movimiento con el coche. Se le acusó de desorden público. A estos delitos se le tuvo que añadir el de no presentarse frente al tribunal, tal y como se le requirió. Este delito, ya de por sí grave, fue sólo la punta del iceberg de una larga lista.
Durante un par de años estuvo dando tumbos por el país hasta que en 1976 regresó a Michigan, donde volvió a meterse en líos. Sin ir más lejos, golpeó a un camarero con una bola de billar en la cabeza. Tal cual. Una nueva causa, y varios días después su hermano fallecía a causa de un cáncer de garganta. Esto dejó a Aileen una herencia de diez mil dólares y la posibilidad de pagar todas sus multas y hasta de comprarse un coche propio. Por desgracia, el resto lo malgastó en caprichos y el dinero se fue volando, dejando a nuevo a Wuornos en una situación precaria. Ese mismo año tuvo la suerte de conocer a un empresario de 76 años que se acabó enamorando de ella. Ambos se casaron sin importarles los 50 años de diferencia. Lo cierto es que Aileen tuvo la oportunidad de cambiar de vida tras esto pero, no sabiendo o no queriendo saber, no lo hizo. Todo lo contrario.
De hecho, sólo estuvo seis semanas casada, porque se siguió metiendo en líos constantemente. Esto ya era motivo suficiente para que su marido no quisiera saber más de ella, pero lo que le llevó a pedir la nulidad fue una agresión por parte de ella, que acabó con la separación de la pareja y una orden de alejamiento hacia Aileen.
A partir de este momento todo fue a peor —sí, siempre repito lo mismo, pero es que fue así—, ya que los crímenes de Aileen aumentaron en gravedad y en frecuencia. Entre ellos destacaban los robos a mano armada, los intentos de estafa, robo de coches, más agresiones… Una joya.
Continuó malviviendo hasta que, en 1986, conoció a quien ella dijo que era el amor de su vida: una joven de 28 años llamada Tyria Jolene Moore —aquí es donde, digamos, comienza la película Monster—. Las dos se enamoraron de inmediato y comenzaron una relación enfermiza y codependiente en la cual se hicieron daño a espuertas.
De hecho, la pasión entre las dos sólo duró un año, aunque siguieron siendo amigas después, o compañeras de canalladas, que parece que queda más apropiado.
Una vez llegaron a este punto, la pareja comenzó una serie de fechorías que aumentaron en número y en intensidad con el pasar de los días. Como si las anteriores supieran a poco y necesitaran ir a más. Aileen, por su parte y en solitario, seguía haciendo de las suyas robando y estafando a clientes que requerían de sus servicios como prostituta. En su bolso llevaba una pistola que no dudaba en sacar para robarles cada vez que tenía oportunidad.
Supongo que te preguntas cuándo y cómo comenzó a matar. Pues bien, fue en el año 1989. Poco se sabe del crimen, sólo que un hombre de nombre Richard Mallory fue hallado sin vida en unos bosques cercanos a Daytona Beach. Tenía tres disparos en el pecho que se habían realizado con una pistola del calibre .22; la policía no es que tuviera demasiado por donde tirar, aunque dicen las malas lenguas que en verdad no quisieron hacerlo, pues Mallory era un reconocido violador en serie. No se sabe a ciencia cierta, pero lo que sí es verdad es que el caso se archivó. Un delincuente menos.
Pasaron seis meses hasta que apareció una nueva víctima. Fue cerca de Tampa y, al igual que Mallory, presentaba tres disparos en el pecho del mismo calibre que él. La policía enseguida relacionó ambos casos y se preguntó si no tendrían a un asesino en serie merodeando por la zona.
La respuesta llegó en apenas cinco días, pues un nuevo cadáver apareció, esta vez con nueve disparos en el pecho, pero con el mismo arma que en los dos anteriores. La policía estaba completamente perdida, daba tumbos y al poco una nueva víctima llegó. Fue justo un mes después, en junio de 1990. Peter Sims, de 65 años, desapareció durante un viaje a Arkansas y testigos afirmaron haberlo visto en su propio coche que, a su vez, era conducido por dos mujeres. Las describieron y, gracias a esto, ya tenían una imagen aproximada de ellas. Ya era algo. No mucho después consiguieron las huellas de Wuornos, que estaban en el volante del coche de Sims. Como estaba en la base de datos de la policía por sus antecedentes anteriores, se pudo emitir una orden de captura contra ella. Hubo tres asesinatos de hombres más hasta que pudieron detenerla, en enero de 1991.
Seguro que te preguntas cómo se echaron sobre ella. Bien, Aileen necesitaba dinero constantemente y, como ya te he contado, no dudaba en hacer lo que fuera para conseguirlo. Ya llegando a esta fecha, se le ocurrió vender una cámara y un detector de radar que había robado a su primera víctima, a Mallory. La policía estaba pendiente de esto, pues una reapertura del caso hizo que supieran del robo. La compra hizo que se pusieran tras sus pasos. Luego vendió una caja de herramientas de su segunda víctima, así que el cerco se estrechó algo más. La policía le pisaba ya los talones, pero no conseguían dar con ella de manera definitiva. Fue una pelea en un bar de Harbor Oaks, en la fecha que te he contado, cuando los investigadores pudieron detenerla y ponerla a disposición judicial. Por fin tenían a la asesina en serie que había dejado un rastro de muerte escalofriante.
Lo que no esperaba Wuornos era que su compañera y antes amante la traicionaría con la condición de quedar libre de todo delito. Así es: Moore testificó contra ella y contó todos los detalles sobre los asesinatos cometidos por Aileen. Esto en verdad no hizo falta, ya que Wuornos se declaró culpable de todos los asesinatos y hasta explicó su modus operandi. Se hacía pasar por autoestopista y, una vez era montada en un coche, ofrecía sus favores sexuales para acabar matando y robando a sus víctimas. Otras veces fingía tener problemas con su coche para que la auxiliaran y hacer lo mismo. El jurado no tuvo dudas y la encontró culpable de siete asesinatos. Esto se tradujo en una condena a seis penas de muerte.
Pasaron diez años, en los cuales se le dio posibilidad de apelar estas condenas, pero despidió a su abogado y dijo que no lo haría. De hecho, aseguraba que si tuviera otra vez la oportunidad volvería a hacer lo mismo. Tres psiquiatras la evaluaron para ver si era una enferma mental, pero determinaron que estaba cuerda y, por lo tanto, “apta” para morir ejecutada. Ella, es más, aceptaba que este era el castigo por sus actos y que así debía ser. Estaba contenta por ello.
El día llegó y fue ejecutada por inyección letal el 9 de octubre de 2002, en la prisión estatal de Florida. Fue la segunda mujer en la historia ejecutada en este estado.
Como ves, la vida de Aileen estuvo marcada desde niña por abusos y una violencia desmedida que la llevó a convertirse en lo que acabó siendo. Hay numerosos estudios que dicen que un psicópata nace, pues hay una predisposición genética que los lleva a ser como son, pero lo que está claro es que sin estos factores que fueron determinantes en su infancia, Aileen no hubiera sido lo que acabó siendo. Es una muestra más de que el criminal nace y se hace, desde mi humilde punto de vista.
Y hasta aquí el artículo de hoy, querido lector. Una vez concluido, me gustaría pedirte perdón, pues para poder llegar a ti lo he escrito en un tren mientras me dirijo a un acto de promoción de mi último libro y esto es un poco caótico. Esto no sería excusa si no hubiera tenido que escribirlo en un dispositivo de reducidas dimensiones y que me cambia las palabras escritas según él lo considera. Si a esto le añadimos unos dedos que parecen morcillas de Burgos, para qué más. Pero quería ofrecértelo lo antes posible, así que, con fallos y todo, aquí lo tienes y espero que me sepas perdonar.
Espero poder volver —en mejores condiciones— en un par de semanas. Haré lo posible por que así sea.
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