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El ruido de un trueno

En no pocas ocasiones se dice que la realidad supera a la ficción. Y no sin razón.

A lo largo de los años hemos sido testigos de cómo conceptos e imposibles científicos de según qué épocas, desarrollados en el género de la ciencia ficción, se han visto alcanzados posteriormente por la incansable capacidad humana de desafiar sus propios límites.

Obras como “De la tierra a la luna” o “20.000 leguas de viaje submarino” se han convertido hoy en día en una certeza quizás más obvia que sorprendente, aunque otra realidad del ser humano es lo rápido que nos acostumbramos a los descubrimientos y les permitimos perder su valor.

Objetos como ebooks, asistentes personales o por supuesto la robótica, todos ellos existentes en muchas novelas de incluso hace dos siglos, han ido cobrando entidad propia y superando las ideas de aquellos visionarios que las dejaron inmortalizadas en tinta y papel.

Pero pese a todo esto, pese a la mente humana que en ocasiones parece que todo lo puede, lo bueno y tristemente también lo malo, hay un imposible científico que se nos sigue resistiendo.

No podemos negar que de entre los innumerables temas que las novelas de ciencia ficción han tratado a lo largo de los años se impone con un atractivo irresistible para muchos los conflictos creados con el espacio tiempo y el don de tener el control del tiempo en nuestras manos.

Pero a pesar de ello el ser humano está lejos de dominar la telaraña invisible que en nuestra mente concreta parece querer conectar las épocas y los lugares por los que nos movemos, nos hemos movido y nos moveremos.

Han corrido ríos de tinta, de caudales poco sonados por otro lado, sobre experimentos cuánticos para materializaciones de un punto a otro, y densos conceptos físicos sobre los fotones y su velocidad para justificar desplazamientos temporales. Todo muy científico, todo muy etéreo… todo muy poco tangible. Aún estamos lejos y es un viaje en el que esta vez no parece haber garantía de que se llegue a su destino.

Pero para eso está la literatura, para eso y mucho más, claro. Porque por muy lejos que esté la ciencia aún, eso no significa que no podamos soñar, que no podamos disfrutar y maravillarnos con la posibilidad de viajar en el tiempo, si es que estamos dispuestos a asumir sus consecuencias.
Por ello hoy, tras esta reflexión, enumeraremos tres obras donde acudir para poder sentir lo que sería un paseo fuera de nuestro tiempo.

La máquina del tiempo (The time machine) de H.G. Wells en 1895: una obra clásica imprescindible en lo que al tema que nos ocupa se refiere. En ella un hombre, el viajero, cuenta a un grupo de amigos cómo mediante una máquina creada por él mismo descubre un futuro inquietante donde los continuos conflictos bélicos de la raza humana ha cambiado la sociedad. Si bien el viaje en el tiempo es el motor que impulsa la obra, están tratadas con especial cuidado las grandes preguntas sobre el futuro de la humanidad, las consecuencias de sus propios actos y la naturaleza del ser humano, incapaz de escapar a sí misma. El viajero se encontrará con dos civilizaciones enfrentadas reflejo de los problemas de lucha de clases del siglo XIX. Una obra que en el marco de la ciencia ficción es un análisis y una crítica a nuestra sociedad y a nuestra capacidad para autodestruirnos.

—El ruido de un trueno (A sound of thunder) de Ray Bradbury en 1952: un relato corto de apenas 15 páginas que puede encontrarse en volúmenes recopilatorios junto a otras obras de este autor. En el año 2055 una empresa Safari en el tiempo S.A, vende a sus clientes el atractivo de poder viajar en el tiempo para realizar un safari prehistórico con el propósito de cazar criaturas ya extintas como el carismático Tyrannosaurus Rex. La obra, conocedora de lo que su extensión le limita, maneja y explica con exquisitez clara y concisa el efecto mariposa y los riesgos que suponen un salto atrás de estas características. Las consecuencias de alterar el pasado hasta en los más ínfimos detalles pueden suponer un riesgo inesperado. Lástima que sus características de relato corto no continúen más allá de lo que es un final sorprendente a la vez que desconcertante que deja con ganas de más. Si bien los temas se han tratado más extensamente en otras novelas posteriores más completas y su sencillez no sorprenderá a lectores curtidos en este tema, “El ruido de un trueno” es claramente recomendable para lectores jóvenes que estén iniciando sus pasos por los entresijos de la ciencia ficción y aprendiendo lo que conllevan los viajes en el tiempo.

La mujer del viajero en el tiempo (The time traveller’s wife) de Audrey Niffenegger en 2005: hemos hablado de máquinas para viajar en el tiempo. Sabemos de viajes en el tiempo frutos de artefactos mágicos o de agujeros de gusano. Pero ¿y si hubiera otra manera? ¿Y si los viajes en el tiempo fueran fruto de una enfermedad? Este es el ingenioso motor de esta novela romántica. Henry posee una extraña mutación genética que, como si de una epilepsia se tratara, le provoca crisis de desplazamiento físico en lugar y tiempo, la mayor parte de veces al pasado. A los 40 años Henry realizará un salto que le llevará a conocer a la que se convertirá en su mujer, Clare, cuando ésta apenas tenía 8 años. La novela nos irá mostrando como se desenvuelve la relación de esta pareja entre las idas y venidas de Henry fuera de su tiempo. Tratará temas como la predestinación y el amor a lo largo de los años. Una obra que mezcla con maestría el romanticismo con la ficción espacio temporal, si bien quizás su gran defecto como obra que aspire a un lugar en la ciencia ficción es pecar de simplista a la hora de resolver los riesgos siempre presentes de una paradoja temporal.

Cara a cara frente a “El sonido de un trueno”, la predestinación excesiva de esta obra corta con demasiada brusquedad las alas de ese efecto mariposa tan bien plasmado en la primera.

Las habrá mejores, las habrá peores, pero hemos seleccionado estas tres por tener algo que, más allá de lo que a su trama y sus personajes se refiere, las hace especiales a la hora de enriquecer con sus particulares conceptos el mundo de los viajes temporales o lo que los mismos implican.

Pero ¿qué opináis vosotros? ¿Qué novelas pensáis que han aportado su granito de arena añadiendo conceptos y matices a un buen viaje en el tiempo?

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