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Augusto Ferrer-Dalmau, Bocetos para la Historia

Augusto Ferrer-Dalmau, Bocetos para la Historia

Reconozco que me sentí una privilegiada cuando Augusto Ferrer-Dalmau me comunicó que me había elegido para escribir su nuevo libro Bocetos para la Historia.

Sólo habían pasado unos meses de la publicación de su gran obra antológica prologada por Arturo Pérez-Reverte, un éxito editorial con tres ediciones en menos de un año. En ella, yo presumía de haber escrito “la parte del león”, es decir, la biografía, el análisis estilístico y el comentario artístico de varios de los lienzos más emblemáticos, y aunque era consciente de que muchos jamás leerían el texto —extasiados por la potencia de las imágenes, impresas en una calidad extraordinaria— estaba muy satisfecha con el resultado.

"“Bocetos” es una denominación que en absoluto hace justicia a estas obras, ejecutadas por quien Pérez-Reverte apodase para la posteridad el Pintor de Batallas"

Sin embargo, hubo una importante parcela del artista que apenas se abordó en la monografía: sus maravillosos bocetos. “Bocetos” es una denominación que en absoluto hace justicia a estas obras ejecutadas por quien Pérez-Reverte apodase para la posteridad el Pintor de Batallas. Con ella engloba un conjunto de brillantísimas producciones en distintas técnicas que basculan desde composiciones apenas esbozadas con trazos que construyen espacios y figuras —algunas incluso con anotaciones a lápiz— a obras extraordinarias perfectamente terminadas al óleo, bajo el denominador común de su pequeño tamaño. Muchas de ellas le sirven como armazón de sus composiciones posteriores, otras son ejercicios pictóricos o dibujos que duermen el sueño de los justos esperando que el pintor los traslade al lienzo.

Por ello, no me extrañó en absoluto la intención de Planeta de elaborar un libro exclusivo de sus bocetos. La editorial los había recopilado con esmero, e incluso Ferrer-Dalmau había ejecutado unos cuantos más ex profeso para el libro.

Personalmente, había constatado en las distintas exposiciones que he comisariado sobre el artista que aunque es su faceta menos conocida los bocetos tienen un atractivo muy especial para el público. Queda deslumbrado por las grandes obras, pero cautivado contemplando los bocetos, cual objetos codiciados. Pienso que fantasean imaginándoselos decorando sus propias casas, cosa que no sucede con los grandes lienzos, que por su gran empaque suelen considerarse más propios de museos.

Una labor de equipo… con el Maestro como uno más

"Consideré arduo poder sintetizar tanto, pero al mismo tiempo lograr que el texto fuera atractivo para los seguidores de Augusto, la inmensa mayoría con sólida formación histórica"

Tengo la suerte de formar parte de un heterogéneo grupo de privilegiados que rodeamos al maestro, como Arturo Pérez-Reverte, Luis Sorando, David Nievas, Carlos Molero y Lucas Molina, entre otros, a los que consulta cuando tiene que plantearse una nueva obra. Todos somos conscientes de que un lienzo pintado por él deja de ser un cuadro para convertirse en un documento histórico y un legado para las generaciones futuras. En ese momento, el genio creador del artista queda apartado para integrarse en una auténtica dinámica de equipo. Sólo cuando él considera que la investigación y documentación es suficiente procede a pintar, y es cuando materializa el trabajo y se vuelca con pasión en gestar las obras sublimes que le han hecho arrastrar una legión de seguidores. Asesorar podemos hacerlo muchos, pintar así sólo él.

Como doctora en Historia del Arte y miembro correspondiente de la Academia de la Historia, mi labor es analizar artísticamente sus producciones, estudiarlas y escribir sobre ellas. Por ello me sorprendió que la editora de Planeta me comunicara que Bocetos para la Historia no sería un tratado artístico, sino una obra histórica que hilvanaría la historia de España a través de los bocetos de Ferrer-Dalmau sin lapsus cronológicos. La intención es que combinara erudición, divulgación y amenidad. Casi ná, como dicen los andaluces.

Reconozco que escribo mis artículos artísticos y literarios con celeridad. Es más, los capítulos de la monografía surgieron prácticamente del tirón, de una forma clara y fluida. Pero nada de esto parecía que me sucedería en Bocetos para la Historia. Bote pronto, veía muy complicado que el relato no sólo hiciera justicia a los hechos, sino que estuviera a la altura de las brillantes imágenes que las arropaban y les daban sentido. También consideré arduo poder sintetizar tanto, pero al mismo tiempo lograr que el texto fuera atractivo para los seguidores de Augusto, la inmensa mayoría con sólida formación histórica.

"Cuando me enviaron el primer ejemplar del libro, me emocionó tener en mis manos ese maravilloso Alatriste, dibujado expresamente para su portada en ocres y rojos"

Sorpresivamente, alejada de mis análisis técnicos de sus composiciones, puestas en escena, cromatismos, perspectivas… me vi disfrutando como nunca “viajando” de íberos a almogávares; narrando la gesta de mi paisano, el ferrolano Pita da Veiga en Pavía capturando al rey de Francia; diseccionando las armas que portaban los valientes soldados de los Tercios; admirando la belleza de las casacas borbónicas; deslumbrada por el coraje de Gálvez, su Yo solo y la perfección física de los personajes abocetados; sobrecogida por el misticismo y el paisaje romántico de los combatientes carlistas; trasladándome al increíble asedio de Baler; conmovida hasta la lágrima con los niños corneta que se inmolaron con el Alcántara, emocionada por el coraje de los jóvenes divisionarios que fueron a combatir el comunismo en las estepas heladas… y orgullosa de la labor del ejército español actual. La fuerza y la eficacia narrativa de los propios bocetos me iban inspirando y marcando el ritmo sin prisa pero sin pausa.

Cuando terminé, pasé el borrador a media docena de lectores de confianza, que alabaron el resultado pero me hicieron algunas críticas. Entre ellas, que incidía en demasía en que la realidad de España hundía sus raíces casi en la noche de los tiempos, que parecía regodearme en glorias y batallas, que mis carlistas no eran los clásicos retrógrados y cavernarios y que el texto era excesivamente épico y patriótico. Curiosamente, las críticas se habían convertido para mí en la mejor valoración del texto, porque era exactamente lo que me inspiraban los bocetos.

Cuando me enviaron el primer ejemplar del libro, me emocionó tener en mis manos ese maravilloso Alatriste, dibujado expresamente para su portada en ocres y rojos. Hojeando sus páginas con la tinta casi fresca, pensé que aunque mi relato era mera comparsa —porque las imágenes personalísimas del artista eran las protagonistas— los lectores valorarían si había conseguido lo más difícil: acercarme a ese “algo” profundo e intangible que transmiten todos y cada uno de los bocetos de Augusto Ferrer-Dalmau, “el Pintor de Batallas”, en Bocetos para la Historia: un sentimiento y un apasionado orgullo por la Historia de España.

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Autor: Augusto Ferrer-Dalmau. Título: Bocetos para la Historia. Editorial: Planeta. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro

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