La primera página de una novela suele prevenir acerca del tono de la misma y el estilo personal del autor. Apenas sumergido en El puñal (Destino), el lector encuentra como primer plato una sensual descripción del despellejado de un pescado. La novela de Jorge Fernández Díaz promete. Y no defrauda. Como señaló en su presentación en Madrid Arturo Pérez-Reverte, amigo y lector empedernido de Fernández Díaz, «El Puñal es tan Argentina que estremece».
Durante varias décadas Jorge Fernández Díaz se dedicó al periodismo de sucesos. Ha sido editor y director de suplementos culturales. En la actualidad mantiene, con gran éxito, una columna en La Nación. Más de 80.000 ejemplares vendidos en Argentina avalan el éxito de esta novela que además será llevada próximamente al cine por Marcelo Piñeyro.
Su autor dibuja con un trazo consistente una trama corrupta de tráfico de drogas con suaves hilos, tejidos por una mujer, entre Argentina, Estados Unidos y España. En la novela, un bodegón de imborrables personajes capitaneados por Remil, el hijo de las “remil” putas, un héroe infame, un desfacedor de entuertos, un espía a sueldo excombatiente de las Malvinas recibe un encargo de su jefe Cálgaris, el hombre que le instruyó y le enseñó a manejarse con cuidado en diferentes ambientes y le inculcó la pasión por la Historia y por quien siente pasión de samurái. El encargo es vigilar a una mujer, una abogada española, Nuria Menéndez, que, parece ser, esconde una trama de tráfico de cocaína bajo innumerables bolsos, zapatos y demás fetiches de marca.
Por el camino se cruzan ciertos obstáculos, algunos de ellos muy placenteros para Remil, este mercenario a sueldo que se enredará pronto entre las piernas de la mujer.
Jorge Fernández Díaz consigue que los lectores admiren al protagonista de la novela, que vivan junto a él cada uno de los enfrentamientos, que sufran como el entrenador junto al ring mientras su boxeador se está dejando algo más que la piel en cada asalto, que deseen ayudarle en cada contraataque y sujetarle el pie para que no salga del estribo.
Es inevitable que el corazón no les lata desacompasado cuando Remil acompaña al cerrajero y entra por primera vez en casa de Nuria y que no sientan simpatía por este gran personaje, uno de los más viscerales y mejor construidos de la literatura reciente. Porque Fernández Díaz permite que cada lector conozca al personaje poco a poco, como si con el transcurrir de las páginas fuera deshojando lentamente un capullo: un héroe que narra en primera persona, con excelente ritmo, la trama en que se ve inmerso. Inevitable también sentir la pulsión sexual bajo el pantalón en cada uno de los encuentros que mantiene con la abogada.
Deja Fernández Díaz espacio para los clásicos en su novela. Y al lado de políticos corruptos, montajes de programas del corazón, tramas de espionaje y de corrupción, casos de tráfico de drogas y de chantaje, desfilan el Capitán Ahab, Ovidio, La Gioconda, Sorolla y La Dama Blanca. Y la trama se va ejecutando como una deliciosa partida de ajedrez. El final es inexorable y cada movimiento de piezas transversales permite a Remil manejarse a su antojo por el vertedero moral que es, a día de hoy, su profesión.
Dice Remil en un momento de la novela “uno es simplemente un instrumento de la Historia”, y, de este modo, este mercenario a sueldo es la excusa con la que que el autor nos causa estupor presentándonos una ágil crónica de sucesos, convirtiéndonos en testigos de una poderosa trama de narcotráfico en la que están envueltos altos cargos del país. Es El puñal un thriller político y una novela denuncia. Una novela que es un país entero, Argentina, aunque bien podría ser cualquier otro.
Disfruten con esta radiografía incisiva de las cloacas de la sociedad y la política, El puñal es una novela que, gracias al excelente ritmo narrativo de su autor y al realismo que transmiten sus páginas, trasciende mucho más allá de un género literario o una época.
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Título: El puñal. Autor: Jorge Fernández Díaz. Editorial: Destino. Páginas: 448. Edición: papel e ebook.
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