El próximo 26 de enero, el escritor Sergio González Rodríguez, autor de algunas de las obras que mejor explican el actual clima de violencia que impera en México —Huesos en el desierto, El hombre sin cabeza o Los 43 de Iguala—, cumpliría 69 años. Un infarto no le dejó seguir y hace ya casi dos años que su muerte nos impide contar con sus agudas observaciones sobre el mundo contemporáneo. Sin embargo, la estela de su obra sigue motivando iniciativas, como la de Editorial Anagrama, que acaba de anunciar la convocatoria del I Premio Anagrama de Crónica Sergio González Rodríguez, que organiza ese sello junto con la Universidad Autónoma de Nuevo León, cuya área de Extensión y Cultura es un semillero de buenos proyectos e inquietudes. El premio se fallará en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en noviembre de 2019 y se presentará en Monterrey durante la feria UANLeer a mediados de marzo de 2020. El jurado estará formado por escritores y periodistas como Juan Villoro, Leila Guerriero y Martín Caparrós, además de la editorial y la universidad. Nos alegra esta convocatoria, porque sin duda en las obras que opten a este galardón algo habrá del invaluable magisterio de González Rodríguez, a quien se echa tanto de menos.
PREOCUPACIONES DE LA INDUSTRIA DEL LIBRO EN MÉXICO
La industria editorial mexicana está preocupada por el futuro de su situación económica. Dice su máximo dirigente, Carlos Anaya Rosique, quien preside la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), que la red de librerías del estado, Educal, le debe a los editores más de 35 millones de pesos (un millón y medio de euros al cambio) en concepto de libros que Educal ya vendió y que no ha pagado. Por otra parte, les inquieta el hecho de que en el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2019, haya una reducción en materia de adquisición de libros para educación secundaria, y señalan que en el programa de lectura no aparecen mencionados. La industria tiene previsto realizar un foro para hablar sobre el “ecosistema del libro”, donde pretenden exponer los temas prioritarios de la industria y proponer políticas públicas que permitan el desarrollo del sector, desde los creadores hasta la comercialización del libro. Los editores dicen estar de acuerdo con Alejandra Frausto, secretaria de Cultura federal, en la reorientación del gasto, en el que había un gran dispendio; pero no se muestran conformes con el monto asignado, porque para ellos la mejor manera de salir de la violencia y de construir otro país es a través de la cultura. Llevan razón en esto último, pero no pueden culpar de todo al estado cuando los vientos cambian de sentido y ya no armonizan con sus pareceres. Frausto ha respondido y asegura que “hay recursos suficientes para las actividades sustantivas del sector cultural”, y que el apoyo a los creadores, así como a bibliotecas, museos y promoción cultural, está garantizado. Veremos que en que acaba todo esto.
RAÚL ZURITA EN MÉXICO
A pesar de las dificultades de movimiento a las que lo enfrenta una enfermedad de Parkinson que sufre desde hace 18 años, y de una intensa biografía en la que se cuenta que estuvo a punto de quedar ciego cuando se arrojó amoniaco puro en los ojos, o que se marcó el rostro con un hierro candente que se lo desfiguró, así como una larga militancia en la izquierda, desde donde combatió al gobierno militar chileno de Augusto Pinochet con desmesurados actos poéticos, el poeta chileno Raúl Zurita (1950), una de las voces imprescindibles de la poesía en lengua española, ha visitado México para promover su libro Un mar de piedras, publicado por el Fondo de Cultura Económica en una edición al cuidado de Héctor Hernández Montecinos. Zurita ha confesado que lo que más desea es ser amigo de la muerte y que se siente emocionado de cómo va volviendo a la tierra, hecho en el que encuentra una cierta belleza. No obstante esta sensación de despedida, para él la poesía sigue siendo la esperanza de lo que ya no tiene esperanza, la posibilidad de lo que ya no tiene absolutamente ninguna posibilidad, el amor de lo que carece de amor, y advierte que si se va la poesía desaparecen los sueños, y sin sueños no duramos ni diez minutos vivos. Cierto. El escritor ha adelantado que está cerrando el ciclo que comenzara en 1979 con el poemario Purgatorio y que todavía le queda pendiente terminar el libro Un tal Zurita, en el que dará testimonio del mundo que le tocó vivir, aunque aún desconoce cuál será la escena final. “Sólo espero que el tiempo tenga la cortesía de darme un par de años más, por si se me ocurre alguna cosa bonita”, dijo en México. En todo caso, el regreso de Zurita es un regreso feliz, que nos permite reflexionar sobre el hecho de que, como dice el poeta, “la poesía es la imagen del mañana”.
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