En el año 2013 Carlos Uriondo, Luis Conde, Vital García Tardón y Guillem Díez conversaban en un restaurante sobre el desconocimiento que había en torno a los grandes autores y sus obras universales. Movidos por un sentimiento de servicio a la cultura decidieron poner en marcha Graphiclassic, una editorial diferente que hace revistas, libros o revislibros, en una mezcla por fundir la obra con la ilustración y dar al lector material complementario más allá de la propia novela.
Desde que en 2014 iniciaron su andadura, en plena crisis económica, además de sus revistas sobre cómic han lanzado ya varios títulos al mercado, alguno de ellos doble. Verne, Moby Dick, H.G. Wells y La isla del tesoro son los más destacados, y además cuentan, en cada volumen, con la participación de varios autores, firmas de prestigio que analizan la obra y cuentan detalles biográficos de su autor.
Los libros de Graphiclassic son difíciles de clasificar: ficción, ensayo, biografía, ilustración, artículos… Todo es posible en cada volumen, gracias a la magnífica labor del diseñador y confeccionador Vital García Tardón, los que los convierte en un valioso material de estudio pero, en ocasiones, confunde a los propios libreros sobre la ubicación más apropiada en los anaqueles.
Los editores de Graphiclassic son intrépidos: se han lanzado, por pura afición, sin apenas red económica, a editar un producto de gran valor y sin pensar tampoco en su contraprestación comercial. Son, como ya les ha definido alguno de sus colaboradores, una “anomalía cultural”. Ellos nos lo cuentan en esta entrevista:
—¿Cómo surgió este proyecto tan diferente a lo que nos tiene acostumbrado el mundo editorial?
—Este proyecto nació de una insatisfacción con lo que se está publicando ahora mismo en España. Estamos editando los libros que a nosotros nos gustaría encontrar en el mercado. Empezamos con una revista de cómic y después quisimos unir la ilustración con textos literarios. Así empezamos con Graphiclassic. Elegimos obras clásicas (Moby Dick, La isla del tesoro) y autores clásicos relevantes, y aportamos todo lo que gira a su alrededor: comentarios, películas, obras…. todo. Algunos libros, como el de Verne, se nos fueron de las manos y hubo que realizar dos volúmenes.
—Nos gustaría entender bien el proyecto. ¿Cómo definirían a Graphiclassic: es un monográfico, una biografía, un ensayo, análisis/reflexión…?
—Un poco de todo, como dice el título «Graphiclassic»: los clásicos con elementos gráficos. Cine, cómic, televisión, imagen artística… Todo eso es lo que nosotros queremos recuperar, no solo la obra clásica, que también, sino indicar al lector todo lo que se ha hecho en torno a ella. Y luego aportar nuestra propia impresión con ilustraciones. Siempre buscando la excelencia, elegimos a gente que pueda aportar algo interesante a la obra. Ahora, por ejemplo, estamos editando un libro sobre Lovecraft y es el propio Llopis —quien introdujo al autor a través de Alianza editorial— el que se ha animado a escribirnos un texto con 90 años de edad, y después de estar 20 años sin escribir.
—Imagino que coordinar cada uno de los libros (o revislibros, podríamos decir por su formato) con tan diversas intervenciones será toda una proeza. ¿Cuánto cuesta editar cada libro?
—Pues como mínimo cada libro nos lleva de 6 a 9 meses. La intención inicial era hacer dos libros al año, pero al final no hemos llegado, más bien hacemos uno por año. En el equipo, actualmente hay tres personas: Carlos Uriundo Muñiz, Luis Conde Martín y Guillem Díez Guirao, que somos los que gestionamos todo. La idea surgió, como casi siempre en España, charlando en un bar; empezamos a comentar que nunca había habido tanta información como ahora en Internet sobre los clásicos, pero que la gente joven no tenía acceso a ella porque no sabía qué buscar. Pensamos el proyecto dando mayor importancia a la parte gráfica porque es realmente lo que ahora llama la atención a la juventud. El primer formato, que de hecho se le ocurrió a nuestro diseñador, fue en formato de tableta. Nuestra aportación fundamentalmente es la ilustración. A lo mejor en cada libro aportamos 80 ilustraciones de la obra que no se han visto nunca en España, y pensamos que esto es muy interesante, porque es observar cómo se prolonga un clásico y cómo se reescribe. Si toda la memoria de los clásicos no se concentra en un libro se pierde, y nosotros lo que queremos es que esto no suceda. Queremos ser la memoria de los clásicos.
—¿Se combina de alguna manera la tecnología con el libro?
—El problema es que todo el tiempo que tenemos no podemos dedicarlo a Graphiclassic, y eso nos limita. Tenemos que meternos en Internet en profundidad, y hay todo un campo en el desarrollo de videojuegos, pero nuestras capacidades son limitadas. Solo preparar cada volumen con la coordinación de 25 o 30 personas es muy complicado. Nosotros sabemos en qué país estamos, y tenemos constancia de que por cada libro que se vende en España se venden 10 en Francia. Somos conscientes de dónde estamos y de nuestras limitaciones.
—¿En el tiempo que lleva Graphiclassic en el mercado se ha conseguido enganchar a los jóvenes? ¿En general, qué tipo de público lee los libros que editan?
—De momento los más jóvenes no llegan a Graphiclassic, porque el joven está muy enganchado a la tecnología, y si no afrontamos ese mundo… Sí podemos decir que nuestro público potencial ronda los 40 años. Por eso nos planteamos ampliar nuestra presencia en redes sociales y disponer de gente más joven en el equipo que pueda aportarnos las necesidades de las nuevas generaciones. Tenemos muchísimo material que no se publica, y eso sí podría ser accesible vía digital.
—¿Cómo se plantea la distribución de las obras: tradicional, digital, a través de la web? ¿Por qué canal se vende más?
—Un poco de todo, pero por donde más vendemos, sin duda, es a través de la distribuidora tradicional. La librería es el principal punto de venta de nuestros libros, aunque hay un problema: a veces nuestros libros son difíciles de clasificar, porque su formato es muy diferente a lo que hay en el mercado editorial y cuesta encasillarlo en una temática concreta. Por otro lado, es un libro muy singular, donde la impresión visual es muy importante y si no se tiene a la vista es difícil que se venda. Sin embargo, en España el centímetro cuadrado de anaquel de una librería es muy caro, y conseguir que lo expongan al público es muy difícil. Por otro lado, parece que los medios no tienen, de momento, mucho interés por libros como estos. Si no se focaliza tu labor a través de los medios, no llega realmente al público lo que estás haciendo.
—Para eso están las labores de promoción. ¿Qué se hace en Graphiclassic al respecto?
—Tenemos que integrarnos más en las redes sociales, porque parece que si ahora no estás en Twitter es que no existes, y esa parte nos falla bastante. También hemos descubierto que hay muchos jóvenes que han probado juegos derivados de obras de Lovecraft pero no han leído realmente al autor, y esa es nuestra misión: succionar a un público muy informado pero poco dedicado, y de ahí ir recomendándole materiales que puedan provocarle su curiosidad. También es un material que sería muy utilizable en la universidad. Nuestras obras son material universitario.
—¿Cómo es la organización: libro a libro, o hay un plan editorial establecido?
—Tenemos proyectos, como por ejemplo Las mil y una noches, Romeo y Julieta, Lovecraft, pero en el momento que te metes a fondo en uno de ellos, ya no te queda casi tiempo para más.
—¿Por qué en unas ocasiones se desarrolla una obra y en otras un autor? ¿Son colecciones diferentes? ¿No despista eso un poco al lector?
—No, son la misma colección, hay libros paradigmáticos como Moby Dick o La isla del tesoro, pero en el caso de autores como Verne el desarrollo fue mucho más amplio. Son proyectos muy ambiciosos, y lo mismo nos ocurrió con H.G. Wells. Es una elección.
—¿Cómo se da Graphiclassic a conocer: participan en ferias, organizan actividades…?
—De cada libro hacemos como mínimo tres o cuatro presentaciones y luego intentamos, a través de las redes, que nos hagan tres o cuatro críticas, pero romper el techo de cristal de los grandes medios es muy complicado.
—Sin embargo, parece que los medios últimamente dan un poco más de espacio a los editores independientes, “intrépidos”. ¿Notan una mayor atención por parte de los medios?
—Nuestro caso es diferente. En el lanzamiento sí tuvimos mucha presencia, pero poco a poco parece que se perdió el interés; quizá sea la falta de un calendario específico en el lanzamiento de las obras, lo que desgasta un poco las expectativas. Pero sería imposible, con nuestra estructura, sacar un libro de estos cada tres meses. Son libros muy costosos en su producción por su calidad y también por la coordinación de tantas firmas. Somos conscientes, y así lo planteamos desde el principio: dimos prioridad a la calidad frente a la comercialización, porque nosotros en realidad no vivimos de esto. Graphiclassic para nosotros es más una obligación moral. Es un proyecto que reivindica la ilustración, y ya casi hemos creado una especie de comunidad entre los que colaboran habitualmente. Un catedrático gallego nos definió en una de las presentaciones de Verne como una “anomalía cultural”.
—¿Y ustedes cómo se definen?
—A nosotros nos da igual que piensen que lo que hacemos es una revista o un libro, lo que nos gustaría es que la gente leyera nuestros libros. Es una pena que todo el conocimiento recopilado en nuestras publicaciones se pierda, porque el material impreso podría utilizarse para muchísimas cosas: series en televisión, clases universitarias…. Necesitamos un acercamiento con los medios para difundir mejor nuestro trabajo y que se conozca más. Pensamos que estamos infravalorados e infrautilizados, porque contamos con firmas muy buenas, de gran prestigio, que no se difunden.
—¿Qué sería necesario para tener mayor visibilidad en los medios?
—En primer lugar un mayor apoyo económico. Hay que hacer un trabajo de campo para llegar a las puertas institucionales porque nacimos en plena crisis, en 2014, y hasta ahora los apoyos económicos han sido casi nulos para la cultura. Ahora parece que ya puede verse un poco de luz, ya tenemos un fondo de 6 títulos que pueden ser interesantes.
—¿Qué proyección tienen para el futuro, cómo les gustaría que les recordaran como editores?
—Nos gustaría que esto fuera el principio de una labor cultural en la que se englobaran literatura e ilustración. Aspiraciones tenemos muchas, el problema es que ahora la mayor parte de los ilustradores tienen que trabajar fuera porque en España, de momento, la ilustración vende poco. Nuestras ideas siempre son a lo grande. Intentaremos por todos los medios ir por esa vía; hay muchas cosas por hacer en España por el mundo de la ilustración y de la cultura en general, y no se están haciendo porque el mundo editorial en la actualidad tiene otro enfoque más comercial que cultural. Este enfoque ha deteriorado enormemente el mundo editorial. Hay que luchar contra eso.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: