Estamos de acuerdo: la literatura erótica, como dice la escritora Liliana Rodríguez, debería ser lectura obligatoria de todo adulto. Y vamos más lejos: no sólo de todo adulto, sino de todo adolescente, que a esas edades busca encontrar respuesta a sus inflamadas inquietudes, y que podría servir de educación sexual cuando, aún en pleno siglo XXI, los padres siguen sin hablar con sus hijos de estos temas. Y ya se saben las consecuencias: machismo, violencia de género, embarazos no deseados, frustración sexual, goce limitado, etc. Rodríguez —sexotexteadora, periodista y editora desde hace poco más de veinte años— lleva ocho años cultivando el género, y acaba de publicar su primer libro de cuentos, titulado Entre sábanas: Relatos para no dormir, editado por Panorama Editorial, volumen que reúne 16 textos breves donde el deseo, e incluso la lascivia, nutren la imaginación del lector, provocándole para que se adentre en las fantasías, los fetiches y los descubrimientos sexuales de sus personajes, a través de un conjunto de historias contadas sin tapujos ni falsas barreras morales. Liliana sabe que México es un país de gente de sangre caliente, pero donde el erotismo y la sexualidad es hasta la fecha un tema vedado, tabú, y para ella el descubrimiento de esta temática le ha abierto toda una veta narrativa que no quiere dejar de explorar, porque le gusta hablar de sexo y ponernos cachondos. Pero ojo, ella no pretende hablar de un sexo al estilo sombreado de Anastasia Steele y Christian Grey, sino de un sexo más cotidiano, como el que practica cualquier hijo de vecino; un sexo real, sin andar con rodeos. Así que Liliana trata de hablarles a las personas de una forma directa, para sentirse más en confianza, y quiere que los hombres entiendan de una vez por todas a la mujer, sus gustos y necesidades en la cama. Lo que busca con esta literatura es, asegura, prender al lector, que se excite, que se empiece a erotizar, que los lectores varones reflexionen acerca del ejercicio de su vida sexual, si se sienten satisfechos, si realmente pueden comunicar sus gustos y necesidades, y si están abiertos a escuchar y complacer a su pareja; y que las mujeres abran su mente al sexo pleno, porque en México muchas de ellas ni siquiera hablan de su sexualidad, por no decir que ven porno, pero evidentemente son sexuales y excitables, así que su objetivo es despertarles esa parte amablemente para que dejen de esconder su deseos y pulsiones sexuales sin temor de ser tachadas de pervertidas o calientes. Gocemos, pues.
TOMÁS SEGOVIA, TODOS SUS ENSAYOS
Ediciones Sin Nombre vuelve a la carga, y poco a poco sale del bache en que sumió a esta heroica editorial independiente mexicana el terremoto de septiembre de 2017, cuando su bodega se vino abajo y el despacho de los editores tuvo que cerrar por riesgo de derrumbe. Ahora sacan a la luz la reunión completa de los ensayos del poeta hispanoamericano Tomás Segovia (1927-2011), en dos tomos: Actitudes y Contracorrientes y Trilla de asuntos, ambos prologados por el propio editor, José María Espinasa, en cuya lectura asoma la voz de un hombre harto sensible y sensual, poderosamente inteligente y perspicaz, ajeno a modas, pliegues y reverencias al poder, cuya ética y vasta cultura le permite el acercamiento a temas de toda índole desde una óptica original y siempre sorprendente, en la que persiste el ánimo de comprensión. Se trata de dos tomos que inauguran la publicación de una serie que constará de siete volúmenes, y que abren el universo ensayístico de un gran escritor que se acercó al ensayo con la sensibilidad del poeta que siempre fue, y en cuyas páginas asoman sus pasiones literarias, el cine, el oficio de la traducción, el erotismo, la Guerra Civil Española y el exilio, así como sus ciudades amadas. Las reflexiones de un sabio entrañable.
LA CASA DE SERGIO PITOL, AL MEJOR POSTOR
Mucho hablan los políticos, y a la hora del compromiso ya se sabe: o se echan atrás o esconden la cabeza, como las avestruces. Es lo que está ocurriendo con el patrimonio del maestro Sergio Pitol, cuya casa en el centro de Xalapa acaba de ponerse a la venta al mejor postor, luego de que sus herederos intentaran negociar con el Ayuntamiento de la ciudad, la Universidad Veracruzana y el Gobierno de Veracruz para que pudiera albergar los nueve mil volúmenes de su biblioteca y conservara sus pertenencias personales. La sobrina de Pitol, Laura Demeneghi, dice que incluso habían pensado en utilizar dos departamentos continuos a la casa para que allí escritores y estudiosos pudieran realizar estancias y estudiar los valiosísimos libros rusos que atesoró el autor de El arte de la fuga. Pero a nadie le importó, ni a Hipólito Rodríguez Herrero, del consistorio xalapeño, ni a la máxima casa de estudios jarocha, a cargo de Sara Ladrón de Guevara, ni al gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, ejecutivo estatal, y eso los ha llevado a tomar esta decisión, pues la familia no tiene recursos para mantener el inmueble e impulsar un proyecto como el que se habían planteado. Así que la casa de la calle Pino Suárez donde el escritor pasó los últimos días de su vida, acompañado de las amistades que realizaban tertulias, ciclos de cine y ópera durante los fines de semana, vivirá un destino incierto y su memoria se irá diluyendo cuando, tal vez, se edifique ahí un restaurante o sea ocupada por oficinistas que no sabrán siquiera que en sus habitaciones se concibieron algunos de los mejores libros de la literatura mexicana de finales del siglo XX. Cosas de la vida. Sin embargo, lo que sí tiene destino ya es la biblioteca de Pitol, que ha sido entregada a la Universidad Veracruzana el pasado 18 de diciembre. Ahora se encuentra en las instalaciones de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información de esa casa de estudios, aunque pasará más de año y medio antes de que la colección pueda estar expuesta al público, debido a que antes debe pasar por un proceso de limpieza y clasificación, mediante el que se revisará el valor de cada libro, y aquellos que se distingan por su edición, rareza, idioma o las dificultades para encontrar otro ejemplar podrían ser ubicados dentro de la sala de Colecciones Especiales. Al menos, los libros de Pitol dialogarán en esos muros con los de otros bibliófilos, como el cuentista Juan de la Cabada, el narrador Ignacio Villarías, el periodista Germán Dehesa, el dramaturgo Sergio Galindo, el filólogo y antropólogo Anatole Pohorilenko y, en próximas fechas, el escritor Carlos Fuentes. Todo un tesoro.
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