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Enrique Vila-Matas: «La literatura y el fracaso son la misma cosa»

Enrique Vila-Matas: «La literatura y el fracaso son la misma cosa»

«La literatura y el fracaso son la misma cosa… El arte del fracaso es inherente a la práctica de la literatura», ha dicho Enrique Vila-Matas, autor de culto y uno de los escritores españoles que cuenta con unos lectores más fieles, muchos de los cuales presumen de atesorar todos sus libros.

«El encanto de la literatura es el de quedarse en un intento, pero en un intento que se aproxima a algo que merece la pena», ha dicho a Efe el autor, antes de expresar su desagrado por los escritores que «se convierten en instituciones» porque, en su opinión, «un escritor es un hombre bajo la lluvia, un hombre que trabaja sin parar».

Una obra literaria «ha de ser algo que no nos da ni el cine ni la televisión, algo que solo puede tener la forma de un libro», y la función del escritor «no es la de registrador de la realidad, sino la de diseccionar lo que aparentemente sucede». Por eso ha lamentado «estar en el país del realismo en literatura; aquí se sigue pensando en registrar todo como hacía Galdós, y registrar ya lo registra todo internet».

Obsesionado por autores que dejan de escribir, por escritores que «desaparecen», por raros de la literatura o por autores que proporcionan citas a otros autores —como sucede en su última novena, Esta bruma insensata (Seix-Barral)— Vila-Matas ha confesado a Efe que nunca hizo de «negro» para otro escritor y que si lo hubiera hecho sólo hubiera pensado en qué tendía que haber escrito para «hundir a ese autor».

Sobre si valora más los personajes de carne y hueso que los inventados, ha contestado poniéndose como ejemplo él mismo: «Aparezco como personaje en más de treinta novelas, y en todas ellas parezco inventado, porque no me identifico con ninguno de ellos… Tras años de rarezas, una vez hablé con normalidad ante el púbico y uno de los asistentes me abordó al final para decirme: ‘Es usted muy vulgar’. No me he creado a propósito ninguna imagen», ha dicho al evocar su juventud, cuando «salía de noche los viernes y los sábados y estaba cuatro horas en la barra de un bar diciendo cosas extrañas, pero el resto de la semana lo pasaba trabajando, trabajando mucho, pero eso no lo veía nadie».

Si alguna vez ha transmitido una imagen «de hombre terrorífico» lo ha atribuido a su timidez, como una defensa de alguien que, como él, se ríe de la idea de invisibilidad porque «los que se creen invisibles son los más vistos, como sucede en la novela El hombre invisible«. De ahí que de autores que «desaparecen», como Pynchon o Salinger, ha dicho que lo que más le interesa es «esa puesta en escena de la paranoia global».

También ha lamentado algunos titulares de prensa debidos a que su último libro esté ambientado en tres días del procés porque, ha aclarado, «yo nunca afirmo nada; nunca digo nada rotundamente, ni hago crónica social porque para eso ya está todo lo que se escribe actualmente; las novelas han de distanciarse, para las novelas es nefasta la actualidad».

Una vez, ante un miembro de la Academia Sueca, dijo que si le daban el Nobel exigiría que «permaneciera en secreto» para que nadie le molestara, y de la posibilidad de que se lo otorguen este año ha zanjado: «Este año se lo darían también a otro, y pensaría que era inferior a mí».

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