La pregunta retórica de siempre: ¿es el autor quien busca el libro o es este último el que sale al encuentro del autor?
En esto, como en botica, cada cual tiene su receta y lo cuenta como le viene en gana o las circunstancias lo requieran.
En mi caso, en general, hay algo que veo en la calle o escucho, que leo en un libro o descubro en una película, una historia contada por quién sabe quién… que ejerce como “disparo” para que todo el proceso creativo comience a forjarse en mi mente. Yo no lo busco ni estoy predispuesto a ello, sencillamente aparece frente ante mí, soy consciente de ello y lo recojo.
En Resulta fácil hablar del día que vas a morir ocurrió así.
Rememoro: me encuentro en un tranvía de la ciudad de Burdeos. Hace poco tuvieron lugar los atentados yihadistas en París y otras ciudades francesas. Hay una cierta paranoia colectiva respecto de un atentado por toda Europa. En el tranvía en el que viajo veo un gran número de musulmanes, de mujeres cubiertas por el velo. En una parada se sube un chico de claro aspecto magrebí con una mochila. Lo observo. Me parece nervioso. Mira hacia todos lados. Coge la mochila y comienza a abrirla. Nos miramos durante unos segundos fijamente. Y entonces pienso que podría ser un terrorista que va a hacer estallar una bomba. Es sólo un juego de remotísimas posibilidades, por eso no tengo miedo. Sólo pienso en lo injusto que sería para mí y para el resto de los viajeros morir allí, en ese soleado día lleno de promesas y de vida.
Y así nace el proyecto de escribir una novela, el primer germen: contar la historia de alguien que va en ese tranvía donde otro alguien va a hacer explotar una bomba.
A partir de ahí los peldaños se van levantando. Hacía tiempo que tenía ganas de escribir la historia de un amor difícil, la de un hombre mayor desencantado de la vida y misántropo con una mujer joven, un profesor universitario y su alumna. Ellos estarían en ese vagón. Enseguida surge otra idea: ¿por qué no escribir también la historia del joven de la mochila, narrar los pasos que lo condujeron hacia ese vagón?
Y ya está la historia montada en mi cabeza. Sólo falta escribirla.
Comienzo por el día final. En el capítulo I los dos protagonistas, el profesor y el joven yihadista narran en primera persona lo que les va ocurriendo ese día desde que se despiertan hacia las 7 de la mañana hasta las 11 que se encuentran en el vagón. Es un monólogo interior trufado de pensamientos, sin apenas diálogo.
En el capítulo II, que ocupa la mayor parte del libro, describo en tercera persona a lo largo aproximadamente de un periodo de tres meses el desarrollo de la relación del profesor con su alumna y, a la vez, la captación del joven de origen marroquí, que lleva una vida un tanto marginal, por un grupo de integristas hasta convertirlo en un muyahidín.
Las historias se desarrollan sincrónicamente en Madrid y Burdeos y avanzan paralelas en capítulos que se van alternando.
Después de darle muchas vueltas decido invertir el orden de los capítulos para mantener el suspense hasta el final.
Si hay algo que tuve claro desde el principio fue lo de ser un mero narrador de los acontecimientos y de las ideas de mis protagonistas, sin inmiscuirme en ellos, alejando siempre cualquier tentación moralista o de toma de partido. El escritor como un espejo que refleja la realidad que lo rodea, los sueños de sus criaturas, sus miedos… Su vida, en una palabra o dos.
Cuando me preguntan cuál de las dos historias me ha costado más trabajo escribir, la respuesta es clara: más difícil contar la historia de amor; más esfuerzo la del joven marroquí.
Trasladar al papel los sentimientos de los protagonistas, en este caso el amor y todos los miedos y dudas que van aparejados a él, y hacerlo bien y creíble, sin caer en ñoñerías, es uno de los mayores retos de cualquier escritor, y de ahí su dificultad.
Pero la historia del joven integrista me obligó a una exhaustiva documentación sobre el fenómeno yihadista en Europa, sus orígenes, sus métodos de actuación, sus proclamas… que me llevó una buena parte del tiempo que tardé en escribir la novela, casi tres años.
El resultado está como una fruta después de todo el tiempo necesario para su gestación y maduración: esperando el comensal —el lector— para que dé su parecer.
————————
Autor: Miguel Rojo. Título: Resulta fácil hablar del día que vas a morir. Editorial: Huso. Venta: Amazon
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: