Rosana Acquaroni publica La casa grande en Bartleby Editores, libro de poemas del que Manuel Rico ha escrito: «En toda infancia hay una casa que acaba convertida en el lugar de la permanente evocación. El de la eternidad a la que aludiera César Vallejo en un verso inmortal: Murió mi eternidad y estoy velándola. En La casa grande, su sexto libro de poemas, Rosana Acquaroni vela una parte de esa eternidad que es la niñez y la adolescencia, entra en los espacios en sombra de los secretos familiares, rinde cuentas con sus seres más queridos y construye, con lenguaje revelador y deslumbrante, un hermoso edificio poético a partir de un proceso de recapitulación: el que se nutre de la memoria de la propia experiencia en un permanente diálogo con la vida de los otros. Aquí está la madre, su vida visible y su vida invisible y secreta, los momentos felices y los dolorosos, las servidumbres de la realidad opresiva de una posguerra interminable y la rebelión íntima y el desafío a las convenciones amorosas, eróticas, sentimentales impuestas con su secuela de trastornos emocionales y frustraciones. También están los sueños, casi siempre incumplidos, y el universo de objetos (armarios, toallas, peines, botones), presencias y deslumbramientos que dieron sentido a la vida en la edad más temprana. La casa grande es un pequeño mundo que, en gran medida, es, ha sido y será el de todos nosotros».
Rosana Acquaroni (Madrid, 1964) es poeta y grabadora. Licenciada en Filología Hispánica (UAM) y doctora en Lingüística Aplicada (UCM). De sus seis publicaciones destacamos Del mar bajo los puentes (Accésit del Premio Adonais, 1987), Cartografía sin mundo (Premio de Poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad, 1994) y Discordia de los dóciles (2011). Ha sido incluida en numerosas antologías entre las que destacan Ellas tienen la palabra (1997) y (Tras)lúcidas: Poesía escrita por mujeres (1980-2016). Ha sido traducida al francés, alemán, árabe y portugués.
Zenda publica cinco poemas de La casa grande.
LLEVO ALOJADA EN EL CORAZÓN
una bala de plata.
La misma que mi madre
no supo disparar.
********
HACIA DÓNDE
la senda
que nos conduce
a hielo firme.
Hasta cuándo
el silencio
enfriando la infancia.
(Para qué
guardaditos de ira
tantos encajes muertos).
*********
ERAS UNA MUJER DEJADA A PLAZO FIJO
un cuerpo sin pespuntes
que se entierra en satén
bajo la lluvia.
Soledad amortizándose
en un piso de lujo
muebles
fiestas
vajillas
(y aquellos
indigentes
con dinero).
********
UNA MUJER QUE SIENTE QUE ESTÁ SOLA
tiene muchas maneras de morir
a manos de ella misma.
Basta con extraer de su mirada
aquel brillo incendiario de la niña que fue.
Una mujer que siente que está sola
tiene muchas maneras de caer.
Basta con tatuar en su centro:
estás hecha de nadie
y no sirves de nada sin un hombre.
Una mujer que siente que está sola
tiene muchas maneras de inmolarse por dentro
sin que nadie lo note.
Basta con amarrarse
un corazón de hielo alrededor del cuerpo
y esperar.
*********
MADRE
he venido hasta aquí a restañar tus ataduras
a contener el frío alojado en tu boca.
Soy la hija
que te aguardó despierta cada noche
y que ahora regresa
para lavar tu lengua
de la herida silente.
He cruzado el jardín del abandono
He abatido sus puertas,
llevo una piel de niña para arropar tu cuerpo
y llenarte de juncos
mariposas
botones.
He vaciado tus frascos de pastillas,
las trago una por una
–sagrada eucaristía del olvido–.
Me he cubierto de musgo
para no lastimarte
y llevarte conmigo
hasta un claro del bosque,
donde enterrar por fin
todo lo que perdimos.
(Selección de poemas del libro La casa grande, de Rosana Acquaroni, publicado por Bartleby Editores, Madrid, 2018).
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: